Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

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Caracteres generales – Predominio del Espíritu sobre la materia; deseo del bien. Sus cualidades y su poder para hacer el bien están en razón del grado a que han llegado: unos tienen el conocimiento, otros la sabiduría y otros la bondad; los más adelantados reúnen el saber a las cualidades morales. Al no estar aún completamente desmaterializados, conservan más o menos –según su rango– los trazos de la existencia corporal, ya sea en la forma del lenguaje o en sus hábitos, en los que incluso vuelven a encontrarse algunas de sus manías; de otro modo, serían Espíritus perfectos. Comprenden a Dios y al infinito, y gozan ya de la felicidad de los buenos; son dichosos por el bien que hacen y por el mal que impiden. El amor 42 que los une es para ellos la fuente de una dicha inefable no alterada por la envidia, ni por los remordimientos, ni por ninguna de las malas pasiones que atormentan a los Espíritus imperfectos; pero, aún, todos ellos han de pasar pruebas hasta que alcancen la perfección absoluta. Como Espíritus, inspiran buenos pensamientos, apartan a los hombres de la senda del mal, protegen durante la vida a los que se hacen dignos de su protección y neutralizan la influencia de los Espíritus imperfectos sobre los que no se complacen en tolerarla. Como encarnados son buenos y benévolos para con sus semejantes; no están movidos por el orgullo, ni por el egoísmo, ni por la ambición; no sienten odio, rencor, envidia ni celos y hacen el bien por el bien mismo. A este orden pertenecen los Espíritus designados en las creencias vulgares con los nombres de genios buenos, genios protectores y Espíritus del bien. En tiempos de superstición e ignorancia se ha hecho de ellos divinidades benéficas. Se los puede igualmente dividir en cuatro grupos principales.