Mehemet Alí
(Segunda conversación)
1. En el nombre de Dios Todopoderoso, pido al Espíritu Mehemet
Alí que tenga a bien comunicarse con nosotros. –Resp. Sí; sé el
porqué.
2. Nos habíais prometido volver para instruirnos; ¿tendríais la
bondad de escucharnos y respondernos? –Resp. Yo no había
prometido, ya que no me comprometí.
3. Está bien; en lugar de prometido, digamos que nos habéis
hecho esperar. –Resp. O sea, para satisfacer vuestra curiosidad; ¡no importa! Estaré
un poco a vuestra disposición.
4. Puesto que habéis vivido en el tiempo de los faraones, ¿podríais
decirnos con qué objetivo han sido construidas las pirámides? –
Resp. Son sepulcros; sepulcros y templos: allí tenían lugar las
grandes manifestaciones.
5. ¿Tenían éstas también un objetivo científico? –Resp. No; el
interés religioso lo absorbía todo.
6. En aquel tiempo era preciso que los egipcios fuesen muy
avanzados en las artes mecánicas como para realizar trabajos que
exigían fuerzas tan considerables. ¿Podríais darnos una idea de los
medios que empleaban? –Resp. Masas de hombres han gemido bajo
el peso de esas piedras que han atravesado los siglos: el hombre era
la máquina.
7. ¿Qué clase de hombres se ocupaban de esos grandes trabajos? –
Resp. Aquella clase que llamáis el pueblo.
8. ¿Estaba el pueblo en estado de esclavitud o recibía un salario? –
Resp. La fuerza.
9. ¿De dónde le venía a los egipcios el gusto por las cosas
colosales, en vez de por las cosas graciosas que distinguían a los
griegos, pese a que tenían el mismo origen. –Resp. El egipcio estaba
tocado por la grandeza de Dios; buscaba igualársele sobrepasando
sus propias fuerzas. ¡Siempre el hombre!
10. Ya que en aquella época erais sacerdote, tened a bien decirnos
algo sobre la religión de los antiguos egipcios. ¿Cuál era la creencia
del pueblo con respecto a la Divinidad? –Resp. La creencia estaba
corrupta, y el pueblo creía en sus sacerdotes; éstos, al mantenerlo
doblegado, eran dioses para aquél.
11. ¿Qué pensaba el pueblo del estado del alma después de la
muerte? –Resp. Creía en lo que le decían los sacerdotes.
12. ¿Tenían los sacerdotes ideas más sanas que el pueblo, desde el
doble punto de vista de Dios y del alma? –Resp. Sí, tenían la luz en
sus manos; mientras que la escondían de los otros, ellos la veían.
13. ¿Compartían los grandes del Estado las creencias del pueblo o
la de los sacerdotes? –Resp. Estaban entre ambas.
14. ¿Cuál era el origen del culto rendido a los animales? –Resp. Querían desviar al hombre de Dios, rebajarlo en sí mismo, dándole
por dioses a seres inferiores.
15. Hasta un cierto punto se concibe el culto a los animales útiles,
¡pero no se comprende el de animales inmundos y nocivos, tales
como las serpientes, los cocodrilos, etc.! –Resp. El hombre adora a
lo que teme. Era un yugo para el pueblo. ¿Podían los sacerdotes
creer en dioses hechos con sus manos?
16. ¿Por qué extraña peculiaridad rendían culto al cocodrilo y a
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los reptiles, al mismo tiempo en que adoraban al icneumón y al ibis
que los destruían? –Resp. Aberración del espíritu; en todas partes el
hombre busca dioses para esconderse de lo que es.
17. ¿Por qué Osiris era representado con una cabeza de gavilán y
Anubis con una cabeza de perro? –Resp. Al egipcio le gustaba
personificar emblemas claros: Anubis era bueno; el gavilán que
desgarra representaba al cruel Osiris.
18. ¿Cómo conciliar el respeto de los egipcios por los muertos,
con el desprecio y el horror que tenían por aquellos que los
amortajaban y momificaban? –Resp. El cadáver era un instrumento
de manifestaciones: el Espíritu –según ellos– volvía al cuerpo que
había animado. Al ser uno de los instrumentos del culto, el cadáver
era consagrado, y el desprecio perseguía a aquel que se atrevía a
violar la santidad de la muerte.
19. La conservación del cuerpo ¿daba lugar a manifestaciones más
numerosas? –Resp. Más extensas; es decir, que el Espíritu volvía
más tiempo, todo el tiempo en que el instrumento fuese dócil.
20. ¿No tenía también, la conservación del cuerpo, una causa de
salubridad, en razón de las inundaciones del Nilo? –Resp. Sí, para
los del pueblo.
21. La iniciación en los misterios, ¿se hacía en Egipto con
prácticas tan rigurosas como en Grecia? –Resp. Más rigurosas.
22. ¿Con qué objetivo se imponía a los iniciados condiciones tan
difíciles de cumplir? –Resp. Para sólo tener almas superiores: éstas
sabían comprender y callar.
23. La enseñanza dada en los misterios, ¿tenía como único
objetivo la revelación de cosas extrahumanas, o también se
enseñaban los preceptos de la moral y del amor al prójimo? –Resp. Todo esto estaba muy corrupto. El objetivo de los sacerdotes era el
de dominar: no el de instruir.
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El Dr. Mure
Muerto en El Cairo el 4 de junio de 1857. Evocado a pedido del Sr. Jobard. Éste dice que era un Espíritu muy elevado cuando encarnado; médico homeópata; un verdadero apóstol espírita; debe estar por lo menos en Júpiter.
1. Evocación. –Resp. Estoy aquí.
2. ¿Tendríais la bondad de decirnos dónde estáis? –Resp. Estoy
errante.
3. ¿Habéis muerto el 4 de junio de este año? –Resp. Del año
pasado.
4. ¿Recordáis a vuestro amigo, el Sr. Jobard? –Resp. Sí, y a menudo estoy cerca de él.
5. Cuando yo le transmita esta respuesta le ha de agradar, porque siempre ha tenido por vos un gran afecto. –Resp. Lo sé; este Espíritu me es de los más simpáticos.
6. Cuando estabais encarnado, ¿qué pensabais que fuesen los
gnomos? –Resp. Pensaba que eran seres que podían materializarse y
tomar formas fantásticas.
7. ¿Aún lo creéis así? –Resp. Más que nunca: ahora tengo la
certeza; pero gnomo es una palabra que parece tener demasiada
relación con la magia; por eso prefiero decir ahora Espíritu que
gnomo.
Nota – Cuando encarnado él creía en los Espíritus y en sus
manifestaciones, únicamente que los designaba con el nombre de
gnomos, mientras que ahora se sirve de la expresión más genérica de
Espíritu.
8. ¿Todavía creéis que esos Espíritus, a los que en vida llamabais
gnomos, puedan tomar formas materiales fantásticas? –Resp. Sí,
pero sé que esto no se hace frecuentemente, porque hay personas
que podrían volverse locas si viesen las apariencias que esos
Espíritus pueden tomar.
9. ¿Qué apariencias pueden ellos tomar? –Resp. De animales, de
diablos.
10. ¿Es una apariencia material tangible o puramente una
apariencia como en los sueños o en las visiones? –Resp. Un poco
más material que en los sueños; las apariciones que podrían asustar
mucho no pueden ser tangibles; Dios no lo permite.
11. La aparición del Espíritu de Bergzabern, bajo la forma de
hombre o de animal, ¿era de esta naturaleza? –Resp. Sí, de este
género.
Nota – No sabemos si, cuando encarnado, él creía que los Espíritus podían tomar una forma tangible; pero es evidente que ahora quiere referirse a la forma vaporosa e impalpable de las apariciones.
12. ¿Creéis que iréis reencarnar en Júpiter? –Resp. Iré hacia un
mundo que aún no se iguala a Júpiter.
13. ¿Es por vuestra propia opción que iréis a un mundo inferior a Júpiter, o es porque todavía no merecéis ir a este planeta? –Resp. Creo no merecerlo, prefiriendo cumplir una misión en un mundo menos adelantado. Sé que llegaré a la perfección, y es esto lo que me hace ser modesto.
Nota – Esta respuesta es una prueba de la superioridad de este Espíritu; está de acuerdo con lo que nos ha dicho el Padre Ambrosio: que hay más mérito en pedir una misión en un mundo inferior, que en querer avanzar demasiado rápido en un mundo superior.
14. El Sr. Jobard nos pide preguntaros si estáis satisfecho con el
artículo necrológico que él ha escrito sobre vos. –Resp. Jobard me
ha dado una nueva prueba de simpatía al escribir eso; se lo
agradezco mucho, y deseo que la descripción –un poco exagerada– que hizo de mis virtudes y talentos pueda servir de ejemplo a aquellos que de entre vosotros siguen las huellas del progreso.
15. Ya que cuando encarnado erais homeópata, ¿qué pensáis ahora de la homeopatía? –Resp. La homeopatía es el comienzo del descubrimiento de los fluidos latentes. Muchos otros
descubrimientos igualmente preciosos se harán y formarán un todo armonioso, que conducirá a vuestro globo a la perfección.
16. ¿Qué mérito atribuís a vuestro libro intitulado: Le Médecin du
Peuple (El Médico del Pueblo)? –Resp. Es la piedra del obrero que
he aportado a la obra.
Nota – La respuesta de este Espíritu sobre la homeopatía viene en
apoyo a la idea de los fluidos latentes que ya nos ha sido dada por el
Sr. Badet, Espíritu, con respecto a su imagen fotografiada.255 De
esto ha de deducirse que hay fluidos cuyas propiedades nos son
desconocidas o pasan desapercibidas porque su acción no es
ostensible, pero no por eso menos real; la Humanidad se enriquece
de nuevos conocimientos a medida que las circunstancias le hacen
conocer sus propiedades.
Madame de Staël
En la sesión de la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas del
28 de septiembre de 1858, el Espíritu Madame de Staël se comunicó
espontáneamente y sin ser llamado, por la mano de la señorita E...,
médium psicógrafa; dictó el siguiente pasaje:
Vivir es sufrir; sí, pero la esperanza ¿no sigue al sufrimiento? ¿No
ha puesto Dios en el corazón de los más desgraciados una mayor
dosis de esperanza? Criatura, el disgusto y la decepción siguen al
nacimiento; pero delante marcha la Esperanza que le dice: Avanza,
el objetivo es la felicidad: Dios es clemente.
Dicen los descreídos: ¿por qué venir a enseñarnos una nueva
religión, cuando el Cristo ha establecido las bases de una caridad tan
grandiosa, de una felicidad tan cierta? Nosotros no tenemos la
intención de cambiar lo que el Gran Reformador ha enseñado. No:
venimos apenas a fortalecer la conciencia, a aumentar las
esperanzas. Cuanto más el mundo se civiliza, más debería tener
confianza, y también nosotros tenemos más necesidad de sostenerlo.
No queremos cambiar la faz del Universo: venimos a ayudar a
volverlo mejor; y si en este siglo no se viene ayudar al hombre, será
más desgraciado por la falta de confianza y de esperanza. Sí, hombre
erudito que descubres lo que está en los otros, que buscas conocer lo
que te importa poco y que arrojas lejos de ti lo que te concierne: abre
los ojos y no desesperes; no digas que la nada puede ser posible,
cuando en tu corazón deberías sentir lo contrario. Ven a sentarse a
esta mesa y espera: en ella te
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instruirás sobre tu futuro y serás feliz. Aquí hay pan para todo el
mundo: Espíritu, os desarrollaréis; cuerpo, os alimentaréis;
sufrimientos, os calmaréis; esperanzas, floreceréis y embelleceréis la
verdad para hacerla soportable.
STAËL
Nota – El Espíritu hacía alusión a la mesa donde estaban los
médiums.
Preguntadme, que responderé a vuestras cuestiones.
1. No estábamos aguardando vuestra visita; por eso es que no tenemos un tema preparado. –Resp. Sé muy bien qué preguntas particulares no pueden ser respondidas por mí; pero sí puedes
preguntar cosas generales, ¡incluso a una mujer que ha tenido un poco de espíritu y que ahora tiene mucho corazón!
En ese momento, una señora que asistía a la sesión pareció desfallecer; pero era sólo una especie de éxtasis que, lejos de ser penoso, le era más bien agradable. Alguien se ofreció para magnetizarla: entonces el Espíritu Madame de Staël dijo espontáneamente: «–No, dejadla tranquila; es preciso dejar a la influencia actuar.» Después, dirigiéndose a la señora, le dijo: «Tened confianza, un corazón vela cerca vuestro; quiere hablaros; un día
vendrá... No precipitemos las emociones».
El Espíritu que se comunicaba con esta señora, y que era el de su hermana, escribió entonces espontáneamente: «Volveré».
Dirigiéndose nuevamente a esa señora, Madame de Staël escribió: «Una palabra de consuelo para un corazón que sufre; ¿por qué esas lágrimas de mujer para una hermana? ¿Por qué ese regreso al pasado, cuando todos vuestros pensamientos solamente deberían ir
hacia el futuro? Vuestro corazón sufre, vuestra alma tiene necesidad
de dilatarse. ¡Pues bien! ¡Que esas lágrimas sean un alivio y no un producto de lamentos! ¡Aquella que os ama y que lloráis está
contenta con vuestra felicidad! Esperad, que un día os reuniréis a ella. Vos no la veis, pero para ella no hay separación, porque constantemente puede estar cerca vuestro».
2. ¿Quisierais decirnos lo que pensáis actualmente de vuestros escritos? –Resp. Una sola palabra os esclarecerá. Si yo volviese y pudiese recomenzar, cambiaría dos tercios de los mismos y
solamente conservaría uno.
3. ¿Podríais señalar las cosas que desaprobáis? –Resp. No con
mucha exigencia, porque lo que no fuere justo, otros escritores cambiarán: fui demasiado hombre para una mujer.
4. ¿Cuál era la causa primera del carácter viril que mostrabais cuando encarnada? –Resp. Eso depende de la fase de existencia en
que se está.
En la siguiente sesión del 12 de octubre se le dirigió las siguientes preguntas por intermedio del Sr. D..., médium psicógrafo.
5. El otro día habéis venido espontáneamente entre nosotros por intermedio de la señorita E... ¿Tendríais la bondad de decirnos cuál
ha sido el motivo que os llevó a favorecernos con vuestra presencia sin que os hayamos
llamado? –Resp. La simpatía que tengo por todos vosotros; es, al
mismo tiempo, el cumplimiento de un deber que me he impuesto en mi existencia actual, o más bien en mi existencia pasajera, puesto que soy llamada a revivir: éste es, además, el destino de todos los
Espíritus.
6. ¿Es más agradable para vos venir espontáneamente o ser evocada? –Resp. Prefiero ser evocada, porque es una prueba de que han pensado en mí; pero sabéis también que es agradable para el Espíritu liberado poder conversar con el Espíritu del hombre: es por eso que no debéis sorprenderos por haberme visto venir de pronto
entre vosotros.
7. ¿Hay ventaja en evocar a los Espíritus en vez de esperar que vengan por sí mismos? –Resp. Al evocarlos se tiene un objetivo; dejándolos que vengan, se corre el gran riesgo de tener comunicaciones imperfectas bajo muchos aspectos, porque tanto vienen los malos como los buenos.
8. ¿Ya os habéis comunicado en otros Círculos? –Resp. Sí; pero me han hecho aparecer más frecuentemente de lo que yo hubiera querido; es decir que, a menudo, han tomado mi nombre.
9. ¿Tendríais la bondad de venir algunas veces entre nosotros a
dictarnos algunos de vuestros bellos pensamientos, que estaremos felices en reproducir para la instrucción general? –Resp. De buen
grado; con placer vengo entre aquellos que trabajan seriamente para instruirse: mi llegada del otro día es una prueba de esto.
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