Respuesta al Sr. Viennet, por Paul Auguez *
El Sr. Paul Auguez es un adepto sincero y esclarecido de la Doctrina
Espírita; su obra, que hemos leído 57 con gran interés, y donde se reconoce la
pluma elegante del autor de Élus de l'avenir (Elegidos del porvenir),
58 es una
demostración lógica y sabia de los puntos fundamentales de esta Doctrina, es
decir, de la existencia de los Espíritus, de sus relaciones con los hombres y,
por consecuencia, de la inmortalidad del alma y de su individualidad después
de la muerte. Al ser su objetivo principal el de responder a las agresiones
sarcásticas del Sr. Viennet, no aborda más que los puntos capitales y se limita
a probar a través de los hechos, por el razonamiento y por intermedio de las
más respetables autoridades, que esta creencia de ninguna manera está
fundada en ideas sistemáticas ni en prejuicios vulgares, sino que reposa sobre
bases sólidas. El arma del Sr. Viennet es el ridículo; la del Sr. Auguez es la
ciencia. A través de numerosas citas que atestiguan un estudio serio y una
profunda erudición, éste prueba que si los adeptos de hoy –a pesar de su
número siempre creciente y de las personas esclarecidas que adhieren de todos los países– son, como lo pretende aquel ilustre académico, cerebros
desequilibrados, esta enfermedad la comparten con los mayores genios que
honran a la Humanidad.
En sus refutaciones, el Sr. Auguez ha sabido siempre conservar la dignidad
del lenguaje, y éste es un mérito que no podemos dejar de loar; en ninguna
parte se encuentran esas diatribas fuera de lugar, convertidas en expresiones
triviales de mal gusto, y que no prueban nada, sino la falta de buenos modales.
Todo lo que él dice es profundo, serio, grave, y a la altura del erudito al cual
se dirige. ¿Lo ha convencido? Lo ignoramos; hablando francamente, hasta
dudamos de ello; pero como en definitivo su libro se ha escrito para todos, las
semillas que ha lanzado no habrán de perderse. Más de una vez tendremos la
ocasión de citar pasajes del mismo en el transcurso de esta publicación, a
medida que la naturaleza del tema nos conduzca a ello.
La teoría desarrollada por el Sr. Auguez, salvo quizás algunos puntos
secundarios, es la misma que nosotros profesamos; por lo tanto, no haremos al
respecto ninguna crítica de su obra, que ha de dejar huellas y se leerá con
interés. Sólo hubiéramos deseado una cosa: un poco más de claridad en las
demostraciones y de método en el orden de las materias. El Sr. Auguez ha
tratado la cuestión como un erudito, porque se dirigía a un erudito,
seguramente capaz de entender las cosas más abstractas, pero debería haber
pensado que escribía menos para un hombre que para el público, que siempre
lee con más placer y provecho lo que comprende sin esfuerzos.
ALLAN KARDEC
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* Opúsculo in 12º; precio: 2 fr. 50 cents., en la Librería Dentu, Palais-Royal, y en
Germer Baillière: calle de l'École de médicine, 4. [Nota de Allan Kardec.]