Hemos extraído el siguiente pasaje de la carta de uno de nuestros
suscriptores.
«... Hace algunos años he perdido una esposa buena y virtuosa y, a
pesar de los seis hijos que me ha dejado, me encontraba en un
aislamiento completo, cuando escuché hablar de las manifestaciones
espíritas. Poco después yo estaba en medio de un pequeño Círculo
de buenos amigos que todas las noches se ocupaban de este objeto.
Entonces, en las comunicaciones que hemos obtenido, he aprendido
que la verdadera vida no está en la Tierra, sino en el mundo de los
Espíritus; que mi Clémence se encontraba allí feliz y que, como los
otros, trabajaba para la felicidad de aquellos que había conocido en
este mundo. Ahora bien, he aquí el punto sobre el cual deseo
ardientemente ser esclarecido por vos.
«Le he dicho una noche a mi Clémence: Mi querida amiga, a
pesar de todo nuestro amor, ¿por qué sucedía de no siempre ver las
cosas de la misma manera en las diferentes circunstancias de nuestra
vida en común, y por qué éramos frecuentemente forzados a
hacernos mutuas concesiones para vivir en buena armonía?
«Ella me ha respondido esto: Amigo mío, nosotros éramos
personas buenas y honestas; hemos vivido juntos y podemos decir
que de la mejor manera posible en esta Tierra de pruebas; pero no éramos nuestras mitades eternas.
Estas uniones son raras en la Tierra; aunque puedan ser encontradas,
son un gran favor de Dios; los que tienen esa felicidad sienten
alegrías que te son desconocidas.
«¿Puedes decirme –le repliqué– si ves a tu mitad eterna? –Sí, dijo
ella; es un pobre diablo que vive en Asia; él no podrá unirse a mí
sino hasta dentro de años (según vuestra manera de contar). –
¿Estaréis unidos en la Tierra o en otro mundo? –En la Tierra. Pero
escucha: yo no puedo describirte bien la felicidad de los seres así
unidos; voy a pedir a Eloísa y a Abelardo que consientan en
informarte.
«–Entonces, señor, estos seres dichosos vinieron a hablarnos de
esa felicidad indescriptible. “Por nuestra voluntad –dijeron–, dos no
hacen sino uno; viajamos en los espacios; disfrutamos de todo; nos
amamos con un amor sin fin, por encima del cual sólo existe el amor
de Dios y de los seres perfectos. Vuestras mayores alegrías no valen
una sola de nuestras miradas, ni uno sólo de nuestros abrazos”.
«El pensamiento de las mitades eternas me regocija. Parece que
Dios, al crear la Humanidad, la hizo doble, y les ha dicho, al separar
las dos mitades de una misma alma: Id por los mundos y buscad las
encarnaciones. Si hiciereis el bien, el viaje será corto y os permitiré
uniros; si fuere de otro modo, pasarán siglos antes que podáis
disfrutar de esta felicidad. Tal es –me parece– la causa principal del
movimiento instintivo que lleva a la Humanidad a buscar la
felicidad, la cual uno no comprende y no se da el tiempo de
comprender.
«Señor, deseo fervientemente ser esclarecido sobre esta teoría de
las mitades eternas y me sentiré feliz en encontrar una explicación al
respecto en uno de vuestros próximos números...»
Al ser interrogados sobre este punto, Abelardo y Eloísa nos han
dado las siguientes respuestas:
Preg. ¿Han sido las almas creadas dobles? –
Resp. Si hubieran sido
creadas dobles, las simples serían imperfectas.
Preg. ¿Es posible que dos almas puedan unirse en la eternidad y
formar un todo? –
Resp. No.
Preg. Tú y Eloísa ¿formabais, desde el origen, dos almas bien
distintas? –Resp. Sí.
Preg. ¿Formáis todavía, en este momento, dos almas distintas? –
Resp. Sí, pero siempre unidas.
Preg. ¿Se encuentran todos los hombres en las mismas
condiciones? –
Resp. Según sean más o menos perfectos.
Preg. ¿Están destinadas todas las almas a reunirse un día con otra
alma? –
Resp. Cada Espíritu tiene la tendencia a buscar un otro
Espíritu que le sea semejante; tú llamas a esto de simpatía.
Preg. ¿Hay en esta unión una condición de sexo? –
Resp. Los
Espíritus no tienen sexo.
Tanto para complacer el deseo de nuestro suscriptor como para
nuestra propia instrucción, hemos dirigido las siguientes preguntas
al Espíritu san Luis:
1. Las almas que deben reunirse, ¿están predestinadas a esta unión
desde su origen, y cada uno de nosotros tiene en alguna parte del
Universo su mitad, a la cual un día estará fatalmente unido? –Resp. No. No existe una unión particular y fatal entre dos almas. La unión
existe entre todos los Espíritus, pero en grados diferentes, según el
rango que ocupen, es decir, según la perfección que han adquirido:
cuanto más perfectos, más unidos. De la discordia nacen todos los
males humanos; de la concordia resulta la felicidad completa.
2. ¿En qué sentido se debe entender la palabra mitad, de la cual
ciertos Espíritus se sirven a menudo para designar a los Espíritus
simpáticos? –Resp. La expresión es inexacta; si un Espíritu fuera la
mitad del otro, separado de éste, sería incompleto.
3. Dos Espíritus perfectamente simpáticos, una vez reunidos ¿lo
son para la eternidad, o pueden separarse y unirse a otros Espíritus?
–Resp. Todos los Espíritus están unidos entre sí; hablo de aquellos
que han llegado a la perfección. En las esferas inferiores, cuando un
Espíritu se eleva, no es más simpático con aquellos que ha dejado.
4. Dos Espíritus simpáticos, ¿son el complemento uno del otro, o
esta simpatía es el resultado de una perfecta identidad? –Resp. La
simpatía que atrae un Espíritu al otro es el resultado de la perfecta
concordancia de sus tendencias, de sus instintos; si uno tuviera que
completar al otro, perdería su individualidad.
5. La identidad necesaria para la simpatía perfecta, ¿no consiste en
la similitud de pensamientos y de sentimientos, o bien en la
uniformidad de los conocimientos adquiridos? –Resp. En la igualdad
de los grados de elevación.
6. Los Espíritus que no son simpáticos hoy, ¿pueden serlo más
adelante? –Resp. Sí, todos lo serán. De esta manera, el Espíritu que
hoy se encuentra en una esfera inferior, al perfeccionarse llegará a la
esfera donde reside el otro. Su reencuentro tendrá lugar más
prontamente si el Espíritu más elevado, al soportar mal las pruebas a
que se ha sometido, permanece en el mismo estado.
7. Dos Espíritus simpáticos ¿pueden dejar de serlo? –Resp.
Ciertamente, si uno fuere perezoso.
Estas respuestas resuelven perfectamente la cuestión. La teoría de
las mitades eternas es una figura que describe la unión de dos
Espíritus simpáticos; inclusive es una expresión usada en el lenguaje
común, al hablar de dos esposos, y que no es necesario tomar al pie
de la letra; los Espíritus que se han servido de la misma, seguramente no
pertenecen al orden más elevado; la esfera de sus ideas es
necesariamente limitada y han expresado su pensamiento con los
términos que habrían usado durante su existencia corporal. Por lo
tanto, es preciso rechazar esta idea de que dos Espíritus creados el
uno para el otro deban fatalmente un día unirse en la eternidad,
después de haber estado separados durante un lapso de tiempo más o
menos largo.