Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

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Solicitamos a nuestros lectores que consientan en remitirse al primer artículo 154 que hemos publicamos sobre este tema; siendo éste su continuación, sería poco inteligible si el comienzo no se tuviese presente en el pensamiento.

Como ya lo hemos dicho, las explicaciones que hemos dado sobre las manifestaciones físicas son fundadas en la observación y en una deducción lógica de los hechos: sacamos las conclusiones según lo que hemos visto. Ahora, ¿cómo se operan en la materia etérea las modificaciones que la vuelven perceptible y tangible? Primero vamos a dejar hablar a los Espíritus que hemos interrogado sobre este asunto, añadiendo a esto nuestros propios comentarios. Las siguientes respuestas nos han sido dadas por el Espíritu san Luis; ellas concuerdan con lo que otros nos habían dicho anteriormente.

1. ¿Cómo puede un Espíritu aparecer con la solidez de un cuerpo vivo? –Resp. Él combina una parte del fluido universal con el fluido que el propio médium libera para este efecto. Ese fluido reviste, a su voluntad, la forma que él desea, pero generalmente esta forma es impalpable.

2. ¿Cuál es la naturaleza de ese fluido? –Resp. Fluido, está todo dicho.

3. ¿Es material ese fluido? –Resp. Semimaterial.

4. ¿Es éste el fluido que compone el periespíritu? –Resp. Sí, es el lazo entre el Espíritu y la materia.

5. Ese fluido ¿es el que da la vida, el principio vital? –Resp. Siempre él; he dicho lazo.

6. ¿Es este fluido una emanación de la Divinidad? –Resp. No.

7. ¿Es una creación de la Divinidad? –Resp. Sí; todo es creado, excepto el propio Dios. 150

8. ¿Tiene el fluido universal alguna relación con el fluido eléctrico del cual conocemos sus efectos? –Resp. Sí, es su elemento.

9. La sustancia etérea que se encuentra entre los planetas, ¿es el fluido universal en cuestión? –Resp. Él envuelve los mundos: sin el principio vital, nada viviría. Si un hombre ascendiese más allá de la envoltura fluídica que rodea a los globos, perecería, porque el principio vital se retiraría de él para unirse a la masa. Ese fluido os anima, es el que vosotros respiráis.

10. ¿Es este fluido el mismo en todos los globos? –Resp. Es el mismo principio, pero más o menos etéreo según la naturaleza de los globos; el vuestro es uno de los más materiales.

11. Puesto que es ese fluido el que compone el periespíritu, ¿parece que se encuentra en una especie de estado de condensación que, hasta un cierto punto, lo aproxima de la materia? –Resp. Sí, hasta un cierto punto, porque no tiene sus propiedades; es más o menos condensado según los mundos.

12. ¿Son los Espíritus solidificados los que levantan una mesa? – Resp. Esta respuesta no conducirá todavía a lo que deseáis. 155 Cuando una mesa se mueve bajo vuestras manos, el Espíritu que vuestro Espíritu evoca va a extraer del fluido universal lo necesario para animar esta mesa con una vida ficticia. Los Espíritus que producen esta clase de efectos son siempre Espíritus inferiores, que aún no se han desprendido enteramente de toda influencia material. Al estar la mesa así preparada a su voluntad (a la voluntad de los Espíritus golpeadores), el Espíritu la atrae y la mueve bajo la influencia de su propio fluido liberado voluntariamente. Cuando la masa que quiere levantar o mover es demasiado pesada para él, llama en su ayuda a Espíritus que se encuentran en sus mismas condiciones. Creo haberme explicado con bastante claridad como para hacerme comprender.

13. ¿Le son inferiores los Espíritus que llama en su ayuda? –Resp. Casi siempre son iguales, y a menudo vienen por sí mismos.

14. Comprendemos que los Espíritus superiores no se ocupan de cosas que están por debajo de ellos; pero preguntamos si, debido a que son más desmaterializados, tendrían el poder de hacerlo si lo desearan. –Resp. Ellos tienen la fuerza moral como los otros tienen la fuerza física; cuando tienen necesidad de esta fuerza, se sirven de los que la poseen. ¿No se os ha dicho que ellos se sirven de los Espíritus inferiores como vosotros lo hacéis con los changadores?

15. ¿De dónde viene el poder especial del Sr. Home? –Resp. De su organismo.

16. ¿Qué tiene de particular? –Resp. Esta pregunta no es precisa.

17. Preguntamos si se trata de su organismo físico o moral. –Resp. He dicho organismo.

18. Entre las personas presentes, ¿hay alguien que pueda tener la misma facultad que el Sr. Home? –Resp. La tienen en un cierto grado. ¿No ha sido uno de vosotros que ha hecho mover la mesa?

19. Cuando una persona hace mover un objeto, ¿es siempre con la colaboración de un Espíritu extraño, o dicha acción puede provenir solamente del médium? –Resp. Algunas veces el Espíritu del médium puede obrar solo, pero lo más frecuente es que lo haga con la ayuda de los Espíritus evocados; esto es fácil de reconocerse.

20. ¿Cómo explicáis que los Espíritus aparezcan con las vestimentas que tenían en la Tierra? –Resp. Frecuentemente no son más que una apariencia. Además, ¡cuántos fenómenos tenéis entre vosotros sin solución! ¿Cómo explicáis que el viento, que es impalpable, derribe y quiebre árboles, que son compuestos de materia sólida?

21. ¿Qué entendéis al decir que esas vestimentas no son más que una apariencia? –Resp. Al tocarlas no se siente nada.

22. Si hemos comprendido bien lo que habéis dicho, el principio vital reside en el fluido universal; el Espíritu extrae de este fluido la envoltura semimaterial que constituye su periespíritu, y es por medio de ese fluido que obra sobre la materia inerte. ¿Es exactamente así? –Resp. Sí; es decir que él anima la materia con una especie de vida ficticia; la materia se anima de la vida animal. La mesa que se mueve bajo vuestras manos vive y sufre como el animal; obedece por sí misma al ser inteligente. No es él que la dirige como el hombre lo hace con un fardo; cuando la mesa se levanta, no es el Espíritu que la levanta: es la mesa animada que obedece al Espíritu inteligente.

23. Puesto que el fluido universal es la fuente de la vida, ¿es al mismo tiempo la fuente de la inteligencia? –Resp. No; el fluido sólo anima a la materia.

Esta teoría de las manifestaciones físicas ofrece varios puntos de contacto con la que nosotros hemos dado, pero también difiere en ciertos aspectos. De una y de otra resalta un punto capital: que el fluido universal –en el cual reside el principio de la vida– es el agente principal de esas manifestaciones, y que este agente recibe su impulso del Espíritu, ya sea encarnado o errante. Ese fluido condensado constituye el periespíritu o envoltura semimaterial del Espíritu. En el estado de encarnación, ese periespíritu está unido a la materia del cuerpo; en el estado de erraticidad, está libre. Ahora bien, aquí se presentan dos cuestiones: la de la aparición de los Espíritus y la del movimiento impreso a los cuerpos sólidos.


Con respecto a la primera, diremos que, en el estado normal, la materia etérea del periespíritu escapa a la percepción de nuestros órganos; únicamente el alma puede verla, ya sea en sueños, en sonambulismo o incluso en somnolencia; en una palabra, todas las veces en que hay una suspensión total o parcial de la actividad de los sentidos. Cuando el Espíritu está encarnado, la substancia del periespíritu se encuentra más o menos ligada íntimamente a la materia corpórea, más o menos adherida, si podemos expresarnos así. En ciertas personas hay una especie de emanación de ese fluido como consecuencia de su organismo, y éstos son –propiamente hablando– los médiums de efectos físicos. Según leyes que nos son desconocidas, este fluido emanado del cuerpo se combina con el que forma la envoltura semimaterial del Espíritu extraño. De esto resulta una modificación, una especie de reacción molecular que momentáneamente cambia las propiedades, al punto de volverlo visible y, en algunos casos, tangible. Este efecto puede producirse con o sin la colaboración de la voluntad del médium; es esto lo que distingue a los médiums naturales de los médiums facultativos. La emisión del fluido puede ser más o menos abundante: de ahí los médiums más o menos potentes; de manera alguna dicha emisión es permanente, lo que explica la intermitencia de la fuerza. En fin, si se tiene en cuenta el grado de afinidad que puede existir entre el fluido del médium y el de tal o cual Espíritu, se ha de comprender que su acción puede ejercerse sobre unos y no sobre otros.

Evidentemente, lo que acabamos de decir también se aplica a la fuerza medianímica, en lo que atañe al movimiento de los cuerpos sólidos; queda por saber cómo se opera este movimiento. Según las respuestas que hemos relatado anteriormente, la cuestión se presenta bajo un aspecto totalmente nuevo; de este modo, cuando un objeto es puesto en movimiento, levantado o arrojado al aire, no es que el Espíritu lo aferre, lo empuje o lo levante, como nosotros lo haríamos con la mano; él lo satura –por así decirlo– de su fluido por su combinación con el del médium, y el objeto, así momentáneamente vivificado, actúa como lo haría un ser vivo, con la diferencia que, no teniendo voluntad propia, sigue el impulso de la voluntad del Espíritu, y esta voluntad puede ser la del Espíritu del médium, como también la de un Espíritu extraño, y algunas veces la de ambos, obrando de común acuerdo, según sean o no simpáticos. La simpatía o la antipatía que puede existir entre el médium y los Espíritus que se ocupan con esos efectos físicos explica el por qué todos no son aptos para provocarlos.

Puesto que el fluido vital, impulsado en cierto modo por el Espíritu, da una vida ficticia y momentánea a los cuerpos inertes, y que el periespíritu no es otra cosa sino este mismo fluido vital, se deduce de ello que cuando el Espíritu está encarnado, es él que da la vida al cuerpo por medio de su periespíritu, permaneciendo unido tanto como el organismo lo permita; cuando se retira, el cuerpo muere. Ahora bien, si en lugar de una mesa fuese tallada una estatua de madera, y si se actúa sobre esta estatua como sobre una mesa, se tendrá una estatua que se moverá, que golpeará, que responderá por sus movimientos y por sus golpes; en una palabra, se tendrá una estatua momentáneamente animada de una vida artificial. ¡Cuántas luces no arroja esta teoría sobre una multitud de fenómenos hasta entonces inexplicados! ¡Cuántas alegorías y efectos misteriosos no explica! Es toda una filosofía.