Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1862

Allan Kardec

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Una teja

(Sociedad Espírita de París. - Médium, Sra. C.)

Un hombre pasa por la calle, lo cae una teja a los pies y dice: “¡Qué suerte! un paso más y me mataron. Este suele ser el único agradecimiento que da a Dios. Sin embargo, este mismo hombre, poco tiempo después, enferma y muere en su cama. ¿Por qué entonces se salvó de la teja para morir a los pocos días como todos los demás? Es casualidad, dirán los incrédulos, como él mismo dijo: ¡Qué suerte! ¿De qué servía escapar del primer accidente si sucumbía al segundo? en todo caso, si la suerte te favoreció, tu favor no duró mucho.

A esta pregunta, el Espírita responde: En todo momento escapas de accidentes que te ponen, como dicen, al borde de la muerte; ¿no ves en ello una advertencia del cielo para probarte que tu vida pende de un hilo, que nunca estás seguro hoy de vivir mañana; y por lo que siempre debe estar listo para ir? Pero ¿qué haces cuando tienes que emprender un largo viaje? Hace tus arreglos, arreglas tus asuntos, te provees de provisiones y cosas necesarias para el viaje; te deshaces de todo lo que pudiera entorpecerte y retrasar tu caminar; si conoces el país a dónde vas, y si tienes amigos y conocidos allí, te vas sin miedo, seguro de ser bien recibido; si no, estudias el mapa del país y obtienes cartas de recomendación. Supongamos que te ves obligado a emprender este viaje de la noche a la mañana, no tendrá tiempo de hacer tus preparativos, mientras que, si te le advierte con suficiente antelación, tendrá todo dispuesto para tu utilidad y tu placer.

¡Y bien! cada día estáis expuestos a emprender el más grande, el más importante de los viajes, el que inevitablemente debéis hacer, ¡y sin embargo no pensáis en él más que si fuerais a permanecer a perpetuidad en la tierra! Dios, en su bondad, se preocupa sin embargo de advertirte de esto por los numerosos accidentes de los que escapas, y sólo tienes esta palabra para Él: ¡Qué suerte!

¡Espíritas! ya sabéis los preparativos que debéis hacer para este gran viaje que tiene para vosotros consecuencias mucho más importantes que todos los que emprendéis aquí abajo, porque del modo en que lo haréis, depende vuestra felicidad futura. La carta que debe dejarte saber el país al que vas a entrar es la iniciación a los misterios de la vida futura; por tanto, este país no será nuevo para vosotros; tus provisiones son las buenas obras que has realizado y que te servirán de pasaporte y cartas de recomendación. En cuanto a los amigos que encontrarás allí, los conoces. De lo que debes deshacerte son los malos sentimientos, porque ¡ay de aquel a quien la muerte le sorprenda con el odio en el corazón! Sería como una persona que caería al agua con una piedra al cuello, la cual lo arrastraría al abismo; lo que debéis poner en orden es el perdón que se otorgue a los que os han ofendido; estos son los males; que habéis tenido con vuestro prójimo y que debéis apresuraros a reparar, para obtener vosotros mismos el perdón, porque los agravios son deudas cuyo perdón es el pago. Así que date prisa, porque la hora de la partida puede sonar en cualquier momento y no dejarte tiempo para la reflexión.

Os digo la verdad, la teja que cae a vuestros pies es la señal que os advierte de estar siempre preparados para ir a la primera llamada, para que no os pille desprevenidos.

El Espíritu de la Verdad.