Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1862

Allan Kardec

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Los obreros del Señor
(Cherburgo, febrero de 1861; médium: Sr. Robin)

Han llegado los tiempos en que se cumplirán las cosas anunciadas para la transformación de la Humanidad; ¡felices los que hayan trabajado en el campo del Señor con desinterés y sin otro móvil que la caridad! Sus jornadas de trabajo serán pagadas al céntuplo de lo que hubieran esperado. Felices aquellos que hayan dicho a sus hermanos: «Trabajemos juntos y unamos nuestros esfuerzos, a fin de que el Señor –cuando llegue– encuentre la obra terminada». A éstos el Señor dirá: ¡«Venid a mí, vosotros que sois buenos servidores, que habéis hecho callar vuestros celos y vuestras discordias para no dejar la obra paralizada!» Pero ¡ay de aquellos que, por sus disensiones, hayan retrasado la hora de la siega, porque la tempestad vendrá y serán arrastrados por el torbellino! Entonces exclamarán: «¡Gracia, gracia!» Pero el Señor les dirá: «¿Por qué suplicáis gracia, vosotros que no tuvisteis piedad de vuestros hermanos, que os negasteis a tenderles la mano y que oprimisteis al débil en vez de ampararlo? ¿Por qué suplicáis gracia, vosotros que buscasteis vuestra recompensa en los goces terrenos y en la satisfacción de vuestro orgullo? Ya habéis recibido vuestra recompensa, tal como la queríais; entonces, no pidáis más: las recompensas celestiales son para aquellos que no han pedido las recompensas de la Tierra.»

En este momento, Dios hace el censo de sus servidores fieles y ha señalado con el dedo a aquellos cuya abnegación es sólo aparente, a fin de que no usurpen el salario de los servidores valerosos, porque a los que no retrocedan ante su tarea, Él ha de confiar los puestos más difíciles en la gran obra de la regeneración por el Espiritismo, y estas palabras se cumplirán: ¡«Los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos en el Reino de los Cielos!»

EL ESPÍRITU DE VERDAD