Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1862

Allan Kardec

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Sobre el origen del lenguaje. (Sociedad Espírita de París. - Médium, Sr. d'Ambel.)

Me piden hoy, mis queridos y amados oyentes, que dicte a mi médium la historia del origen del lenguaje; trataré de satisfacerte; pero debéis comprender que me será imposible en unas pocas líneas ocuparme enteramente de esta grave cuestión, a la que está necesariamente ligada a la cuestión, aún más importante, del origen de las razas humanas.

¡Que Dios Todopoderoso, tan benévolo con los Espíritas, me conceda la lucidez necesaria para podar de mi disertación toda confusión, cualquier oscuridad y sobre todo cualquier error!

Entro en materia diciéndoles: Admitamos primero en principio esta verdad eterna: es que el Creador ha dado a todos los seres de una misma raza una manera especial, pero segura, de llevarse bien y comprenderse. Sin embargo, este modo de comunicación, este lenguaje, era tanto más restringido cuanto más inferiores eran las especies. Es en virtud de esta verdad, de esta ley, que las tribus salvajes e incivilizadas tienen lenguas tan pobres, que una multitud de términos usados en los países favorecidos de la civilización, no encuentran allí la palabra correspondiente; y es para obedecer a esta misma ley que estas naciones que avanzan crean nuevas expresiones para nuevos descubrimientos, nuevas necesidades.

Como he dicho en otra parte: la humanidad ha pasado ya por tres grandes períodos: la fase bárbara, la fase hebrea y pagana y la fase cristiana. A este último le seguirá el gran período espírita cuyos primeros cimientos estamos ahora poniendo entre vosotros.

Examinemos, pues, la primera fase y los comienzos de la segunda, y no puedo sino repetir aquí lo que ya he dicho. La primera fase humana, que puede llamarse prehebrea o bárbara, se arrastró lenta y prolongadamente por todos los horrores y convulsiones de una espantosa barbarie. El hombre allí es peludo como la bestia salvaje y, como la bestia salvaje, acecha en las cuevas y en los bosques. Vive de carne cruda y se alimenta de su prójimo como de excelente caza. Es el reinado del canibalismo más absoluto. ¡Sin sociedad! ¡Sin familia! Algunos grupos dispersos aquí y allá, viviendo desordenadamente en completa promiscuidad y siempre dispuestos a devorarse unos a otros: tal es el cuadro de este período cruel. ¡Sin culto, sin tradición, sin idea religiosa! Nada más del que el animal necesita para estar satisfecho, ¡y eso es todo! El alma, prisionera en materia asombrosa, permanece lúgubre y latente en su prisión carnal; nada puede hacer contra los toscos muros que la encierran, y su inteligencia apenas puede moverse en los compartimentos de un cerebro estrecho. El ojo es opaco, el párpado pesado, el labio grueso, el cráneo achatado y unos pocos sonidos guturales bastan para el lenguaje; nada sugiere que de esta bestia bruta provendrá el padre de las razas hebrea y pagana. Sin embargo, a la larga, sienten la necesidad de apoyarse contra los otros carnívoros, contra el león y el tigre, cuyos formidables colmillos y afiladas garras vencieron fácilmente a los hombres aislados: así es como se produce el primer progreso social. Sin embargo, el reinado de la materia y la fuerza bruta se mantuvo a lo largo de esta cruel etapa. No miréis, pues, en el hombre de esta época ni el sentimiento, ni la razón, ni el lenguaje propiamente dicho; solo obedece a su sensación grosera y tiene un solo fin: beber, comer y dormir; más allá de eso, ¡nada! Podemos decir que el hombre inteligente está ahí en germen, pero que aún no existe. Sin embargo, es necesario señalar que ya, entre estas razas brutales, aparecen algunos seres superiores, Espíritus encarnados, encargados de conducir a la humanidad hacia su meta y acelerar el advenimiento de la era hebraica y pagana. Debo añadir que además de estos Espíritus encarnados, el globo terrestre fue visitado con frecuencia por aquellos ministros de Dios cuya memoria la tradición ha consagrado bajo los nombres de ángeles y arcángeles, y que éstos se pusieron casi a diario en relación con los seres superiores, Espíritus encarnados, de los que acabo de hablar. La misión de algunos de estos ángeles continuó durante gran parte de la segunda fase humanitaria. Debo agregar que el cuadro rápido que acabo de hacer de los primeros tiempos de la humanidad les enseña, más o menos, a qué leyes rigurosas están sometidos los Espíritus que prueban la vida en los planetas de formación reciente.

El lenguaje propiamente dicho, como la vida social, sólo comienza a tener cierto carácter a partir de la época hebraica y pagana, durante la cual el Espíritu encarnado, siempre esclavizado a la materia, comienza sin embargo a rebelarse y a romper algunos eslabones de su pesada cadena. El alma fermenta y se agita en su prisión carnal; por sus repetidos esfuerzos reacciona enérgicamente contra las paredes del cerebro, cuya materia sensibiliza; mejora y perfecciona con un trabajo constante el juego de sus facultades, cuyos órganos físicos se desarrollan en consecuencia; finalmente, el pensamiento se puede leer en una mirada límpida y clara. ¡Ya estamos lejos de las frentes aplanadas! Es porque el alma se siente, se reconoce, se da cuenta de sí misma y empieza a comprender que es independiente del cuerpo. Además, desde este momento lucha con ardor para librarse de los abrazos de su robusto rival. El hombre cambia cada vez más y la inteligencia se mueve más libremente en un cerebro más desarrollado. Tenga en cuenta, sin embargo, que esta era, todavía, ve al hombre arreado y registrado como ganado, el hombre esclavo del hombre; la esclavitud es consagrada tanto por el Dios de los hebreos como por los dioses paganos, y Jehová, como Júpiter olímpico, exige sangre y víctimas vivas.

Esta segunda fase ofrece aspectos curiosos desde un punto de vista filosófico; ya he hecho un dibujo rápido que mi médium os comunicará en breve. Sea como fuere, y para volver al tema de este estudio, tened la certeza de que sólo durante los grandes períodos pastoriles y patriarcales el lenguaje humano tomó una apariencia regular, y adoptó formas y sonidos especiales. En esta época primitiva en que la humanidad se deshizo de los pañales de la cuna al mismo tiempo que la tartamudez de la primera edad, pocas palabras bastaban a los hombres para los que no había nacido la ciencia, cuyas necesidades eran muy limitadas y cuyas relaciones sociales se detuvo en las puertas de la tienda, en el umbral de la familia, y más tarde en los confines de la tribu. Es el tiempo en que el padre, el pastor, el anciano, el patriarca, en una palabra, dominaba como dueño absoluto con derecho de vida y muerte.

El lenguaje primitivo era uniforme; pero a medida que aumentaba el número de pastores, éstos, dejando a su vez la tienda paterna, iban a fundar nuevas familias, nuevas tribus, en países deshabitados. Entonces la lengua que se usaba entre ellos se fue alejando paso a paso, según las generaciones, de la lengua que se usaba bajo la tienda paterna que habían dejado antes; y así se crearon los diversos idiomas. Además, aunque mi intención no es dar un curso de lingüística, habrás notado que, en las lenguas más dispares, encuentras palabras cuya raíz ha variado poco y cuyo significado es casi el mismo. Por otra parte, aunque hoy pretendáis ser un mundo antiguo, la misma razón que corrompió la lengua primitiva aún reina suprema en vuestra Francia, tan orgullosa de su civilización, donde veis variar las consonancias, los términos y el sentido, yo no diré de provincia en provincia, sino de comuna en comuna. Hago un llamamiento a los que han viajado a Bretaña, como a los que han viajado por Provenza y Languedoc. Es una variedad de modismos y dialectos para asustar a cualquiera que quiera recopilarlos en un solo diccionario.

Una vez que los hombres primitivos, ayudados en esto por los misioneros del Eterno, hubieron asignado a ciertos sonidos especiales ciertas ideas especiales, el lenguaje hablado se encontró creado, y las modificaciones que sufre posteriormente se debieron siempre al progreso humano; en consecuencia, según la riqueza de una lengua, se puede establecer fácilmente el grado de civilización a que han llegado los pueblos que la hablan. Lo que puedo agregar es que la humanidad camina en un solo idioma, consecuencia obligada de una comunidad de ideas en la moral, en la política y sobre todo en la religión. Tal será la obra de la nueva filosofía, el Espiritismo, que hoy os enseñamos.

ERASTO.