El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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495. ¿El espíritu protector abandona a veces a su protegido cuando se muestra rebelde a sus avisos?

«Se aleja cuando ve que son inútiles sus consejos, y que es más imperante el deseo de sufrir la influencia de los espíritus inferiores; pero jamás le abandona del todo y siempre le deja oir su voz. El hombre es quien entonces cierra el oído; pero el espíritu protector vuelve apenas se le llama.

»Hay una doctrina que por su encanto y su dulzura, dehiera convertir hasta a los más incrédulos. Esta doctrina es la de los ángeles guardianes. ¿No es acaso una idea muy consoladora la de pensar que siempre tenéis a vuestro lado seres que os son superiores, que allí están siempre para aconsejaros, fortaleceros y ayudaros a gravitar la áspera montaña del bien, seres que son amigos más firmes que los más íntimos que podéis tener en la tierra? Allí están por orden de Dios que los ha puesto a vuestro lado, y lo están por amor suyo, cumpliendo respecto de vosotros una bella, pero penosa misión. Sí dondequiera que estéis está vuestro ángel guardián: las cárceles. los hospitales, los lugares de depravación, la soledad, nada os separa de ese amigo a quien no podéis ver, pero cuyos más dulces impulsos siente vuestra alma y cuyos sabios consejos oye.

»¡Lástima que no conozcáis mejor esta verdad! Cuántas veces os ayudaría en vuestros momentos de crisis y cuántas os libraría de los espíritus malos. Pero en el día supremo este ángel de bien os habrá de decir con frecuencia: "¿No te dije tal cosa, y no la hiciste? ¿No te enseñé el abismo y te hundiste en él? ¿No dejé oír en tu conciencia la voz de la verdad, y tú seguiste los consejos de la mentira?" ¡Ah!, in terrogad a vuestros ángeles guardianes y estableced entre ellos y vosotros la tierna intimidad que entre los mejores amigos existe. No intentéis ocultarles nada; porque tienen la mirada de Dios, y no podéis engañarlos. Pensad en el porveríir; procurad adelantar en esta vida y vuestras pruebas serán más cortas y más felices vuestras existencias. Adelante, ¡oh!, hombres; desechad de una vez pata siempre preocupaciones y segundas intenciones; penetrad en el nuevo camino que se os abre. ¡Adelante! ¡Adelante! Tenéis guías, seguidlos; el objeto final no se os escapará, porque ese objeto es el mismo Dios.

»A los que creen que es imposible que espíritus verdaderamente elevados se entreguen a tan laboriosa y tan incesante tarea, les diremos que influimos en vuestras almas, a pesar de que nos separen de vosotros millones de leguas; nada es para nosotros el espacio, y aunque vivan en otros mundos, nuestros espíritus mantienen sus relaciones con los vuestros. Gozamos de cualidades que no podéis compren der; pero sabed que Dios no os ha abandonado solos en la tierra sin amigos y sostén. Cada ángel guardián tiene su protegido a quien vigila como un padre a su hijo. Es feliz, cuando le ve seguir el buen camino, y gime. cuando ve despreciados sus consejos.

»No temáis cansarnos con preguntas, sino que debéis estar, por el contrario, en continua relación con nosotros y así seréis más fuertes y felices. Estas comunicaciones del hombre con su espíritu familiar son las que hacen a todos los hombres médiums, médiums desconocidos hoy; pero que manifestándose más tarde, se extenderán como el océano sin límites para anonadar la incredulidad y la ignorancia. Instruid, hombres instruidos; educad a vuestros hermanos, hombres de talento. No sabéis la obra que realizáis haciéndolo; realizáis la obra de Cristo, la que Dios os impone. ¿Para qué os dio la inteligencia y la ciencia, sino para que hagáis participes de ella a vuestros hermanos, a fin de que progresen en el camino de la dicha y de la felicidad eterna?

SAN LUIS, SAN AGUSTÍN».


La doctrina de los ángeles guardianes que vigilan a sus protegidos, a pesar de la distancia que separa los mundos, nada tiene que deba sorprendernos y es, por el contrario, grande y sublime. ¿Acaso no vemos en la tierra a un padre vigilar a su hijo, aunque esté de él alejado, y ayudarle con sus consejos por medio de la correspondencia? ¿Qué habria, pues, de admirable en que los espíritus pudiesen guiar a los que toman bajo su protección. desde uno a otro mundo, dado que la distancia que separa a los mundos es menor para ellos que la que separa a los continentes de la Tierra? ¿Y no tienen además el fluido universal que enlaza a todos los mundos y los hace solidarios; inmenso vehículo de la transmisión del pensamiento, como, lo es para nosotros el, aire de la transmisión del sonido?