El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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897. El que hace el bien, no con la mira de una recompensa terrena, sino con la esperanza de que se le tomará en cuenta en la otra vida, y de que su posición será mejor en consecuencia, ¿es reprensible y perjudica a su adelanto semejante pensamiento?

«Es preciso hacer el bien por caridad, es decir, con desinterés».

-Cada uno, empero, tiene el natural deseo de adelantar para salir del penoso estado de esta vida; los mismos espíritus nos enseñan a practicar el bien con este objeto. ¿Es. pues, un mal el pensar que, haciendo el bien, puede esperarse mejor vida que en la tierra?

«Ciertamente que no, pero el que hace el bien desinteresadamente y por el solo place? de ser agradable a Dios y a su prójimo que sufre, se encuentra ya en un grado de adelanto que le permitirá llegar a la dicha mucho antes que su hermano que, más positivista, hace el bien por reflexión, y no por el natural impulso de su corazón». (894)

-¿No ha de establecerse aquí una distinción entre el bien que pueda hacerse al prójimo y el cuidado que uno pone en corregirse de sus defectos? Concebimos que hacer el bien con la idea de que se nos tomará en cuenta en la otra vida, es poco meritorio; pero enmendarse, vencer sus pasiones, corregir su carácter con la mira de aproximarse a los espíritus buenos y elevarse ¿es igualmente señal de inferioridad?

«No, no. Por hacer el bien entendemos el ser caritativo. El que calcula lo que cada buena acción puede reportarle así en la vida futura como en la terrestre, procede como un egoísta; pero no existe egoísmo en mejorarse con la mira de acercarse a Dios, pues este es el objeto a que debe propender cada uno».