El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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ESCLAVITUD

829. ¿Hay hombres que están por la naturaleza condenados a ser propiedad de otros hombres?

«Toda sujeción absoluta de un hombre a otro es contraria a la ley de Dios. La esclavitud es un abuso de fuerza, que desaparece con el progreso, como desaparecerán poco a poco todos los abusos».

La ley humana que consagra la esclavitud es contraria a la naturaleza, puesto que asimila el hombre al bruto y le degrada moral y físicamente.

830. Cuando la esclavitud forma parte de las costumbres de un pueblo, ¿los que se aprovechan de ella son responsables, ya que se limitan a conformarse con un uso que les parece natural?

«El mal siempre es mal, y todos vuestros sofismas no lograrán que una mala acción se trueque en buena; pero la responsabilidad del mal es relativa a los medios que se tienen para comprenderlo. El que saca provecho de la ley de esclavitud es siempre culpable de una violación de la ley natural; pero en esto, como en todo, la culpabilidad es relativa. Habiendo llegado la esclavitud a ser costumbre en algunos pueblos, el hombre ha podido aprovechar de buena fe una cosa que le parecía natural; pero, desde que su razón más desarrollada, e ilustrada sobre todo por las luces del cristianismo, le ha hecho ver en el esclavo un igual suyo ante Dios, no tiene disculpa».

831. La natural desigualdad de aptitudes, ¿no pone a ciertas razas humanas bajo la dependencia de las más inteligentes?

«Sí, para ilustrarías y no para embrutecerías más aún con lá servidumbre. Los hombres han considerado, durante mucho tiempo, a ciertas razas humanas, como animales trabajadores, dotados de brazos y manos, a quienes tenían derecho a vender como bestias de carga. Se creen de mejor sangre, insensatos que sólo ven la materia! No es la sangre la más o menos pura, sino el espíritu». (361-803)

832. Hay hombres que tratan a sus esclavos con humanidad; que no permiten que carezcan de nada, y que creen que la libertad les expondría a mayores privaciones. ¿Qué decís de ellos?

«Digo que comprenden mejor sus intereses. También cuidan mucho sus bueyes y caballos, a fin de venderlos a mejor precio. No son tan culpables como los que los maltratan, pero no dejan de disponer de ellos como de una mercancía, privándoles del derecho de pertenecerse».