El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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CAPÍTULO II
LA ENCARNACIÓN DE LOS ESPÍRITUS

Objeto de la encarnación. —Del alma. —Materialismo.

Objetivo de la encarnación.

132. ¿Cuál es el objetivo de la encarnación de los espíritus?

«Dios se la impone con objeto de hacerles llegar a la perfección, y para unos es una expiación, y para otros una misión. Pero para llegar a la perfección, deben su¡rir todas las ulcisitudes de la existencia corporal. En esto consiste la expiación. La encarnación tiene también otro objeto, y es el de poner el espíritu en disposición de cumplir su tarea en la obra de la creación, para cuya realización toma en cada mundo un cuerpo en armonía con la materia esencial de aquél, y ejecutar, bajo este aspecto, las órdenes de Dios; de manera, que concurriendo a la obra general. el espíritu progrese también».

La acción de los seres corporales es necesaria a la marcha del universo; pero Dios en su sabiduría ha querido que esta misma acción les sirviese de medio de progreso y de aproximación a él. Asi es, como por una ley admirable de su providencia, todo se encadena y todo es solidario en la naturaleza.

133. Los espíritus que desde el principio han seguido el camino del bien, ¿necesitan la encarnación?

«Todos ellos son creados sencillos e ignorantes, y se instruyen en las luchas y tribulaciones corporales. Dios, que es justo, no podía hacer a unos dichosos sin pena y sin trabajo. y sin mérito por consiguiente».

—¿Y de qué sirve entonces a los espíritus haber seguido el camino del bien, si no les exime de las penas de la vida corporal?

«Llegan más pronto al fin, y además, las penas de la vida son con frecuencia resultado de la imperfección del espíritu. Mientras menos imperfecto es, menos tormentos sufre, y el que no es envidioso, celoso, avaro, ni ambicioso, no sufrirá los tormentos que de estos defectos se originan».

Del alma.

134. ¿Qué es el alma?

«Un espíritu encarnado».

—¿Qué era el alma antes de unirse al cuerpo?

«Espíritu».

—¿Las almas y los espíritus son, pues, una misma cosa?

«Sí, puesto que las almas no son más que espíritus. Antes de unirse al cuerpo, el alma es uno de los seres inteligentes que pueblan el mundo invisible, y que toman temporalmente una envoltura carnal para purificarse e ilustrarse».

135. Además del alma y del cuerpo, ¿hay alguna otra cosa en el hombre?

«El lazo que une el alma al cuerpo».

—¿Cuál es la naturaleza de ese lazo?

«Semimaterial, y sirve de intermedio entre el espíritu y el cuerpo, y así debe ser, para que puedan comunicarse el uno con el otro. Por medio de este lazo el espíritu obra sobre la materia y viceversa».

Así, pues, el hombre está formado de tres partes esenciales:

1.a, el cuerpo o ser material, análogo a los animales y animado por el mismo principio vital;

2.a, el alma, espíritu encarnado cuya habitación es el cuerpo, y

3.a, el principio intermediario o periespíritu, sustancia semimaterial que sirve de envoltura primera al espíritu y une el alma al cuerpo. Tales son en el fruto, el germen, el periespermo y la cáscara.

136. ¿El alma es independiente del principio vital?

«Incesantemente lo repetimos, el cuerpo no es más que la envoltura».

—¿Puede existir el cuerpo sin el alma?

«Sí, y sin embargo, desde que cesa de vivir el cuerpo, el alma lo abandona. Antes del nacimiento, no existe unión definitiva entre el alma y el cuerpo, al paso que, después de establecida la unión, la muerte del cuerpo rompe los lazos que lo unen al alma, y ésta lo abandona. La vida orgánica puede animar un cuerpo sin alma; pero ésta no puede habitar en un cuerpo privado de vida orgánica».

—Qué sería de nuestro cuerpo si careciese de alma?

«Un montón de carne sin inteligencia, todo lo que queráis, menos un hombre».

137. ¿Un mismo espíritu puede a la vez encarnarse en dos cuerpos diferentes?

«No; porque el espíritu es indivisible y no puede animar simultáneamente a dos seres diferentes». (Véase en El libro de los médiums, el capitulo «Bicorporeidad y transfiguración».

138. ¿Qué debemos pensar de los que opinan que el alma es el principio de la vida material?

«Cuestión de palabras en la que no nos fijamos. Empezad por entenderos».

139. Ciertos espiritus, y. antes que ellos, ciertos filósofos han definido el alma Una chispa anímica emanada del gran Todo. ¿Cómo se explica esta contradicción?

«No existe tal contradicción, y depende aquello de la acepción en que se toman las palabras. ¿Por qué no tenéis una palabra especial para cada cosa?»

La palabra alma se emplea para expresar cosas muy diferentes. Llaman asi unos al principio de la vida, y es exacto decír en esta acepción y figuradamente, que el alma es una chispa anímica emanada del gran Todo. Estas últimas palabras expresam el origen universal del principio vital del que absorbe una parte cada ser, parte que vuelve a la masa, después de la muerte. Esta idea no excluye en manera alguma la de un ser moral distinto, independiente de la materia y que conserva su indivídualidad. Este es el ser que se llama igualmente alma; y en esta acepción puede decirse, que el alma es un espíritu encarnado. Al dar diferentes definiciones del alma, los espíritus han hablado con arreglo a la aplicación que bacian de la palabra y a las ideas terrestres de que estaban aún más o menos dominados. Depende esto de la insuficiencia del lenguaje humano, que no tiene una palabra para cada idea, y de aquí el origen de una multitud de equivocaciones y discusiones. Véase por qué los espíritus superiores nos dicen que ante todo nos entendamos acerca de las palabras.*


* Véase, en la «Introducción» la explicación de la palabra alma, párrafo II.


140. ¿Qué hemos de pensar de la teoría del alma subdividida en tantas partes cuantos músculos hay, presidiendo de este modo a cada una de las funciones del cuerpo?

«También depende del sentido que se dé a la palabra alma. Si se entiende por ella el fluido vital, la teoría es exacta; pero, si se entiende el espíritu encarnado, es falsa. Lo hemos dicho ya, el espíritu es indivisible, y transmite el movimiento a los órganos por el fluido intermedio, sin dividírse a pesar de ello».

—Sin embargo, algunosespíntus han dado esa definición.

«Los espíritus ignorantes pueden tomar el efecto por la causa».

El alma obra por medio de los órganos, que están animados del fluido vital repartido entre ellos y con más abundancia en los que forman los centios o focos del movimiento. Pero esta explicación no puede convenir al alma, considerada como espirítu que habita en el cuerpo durante la vida, y que lo abandona al morir.

141. ¿Qué hay de verdad en la opinión de los que creen que el alma es exterior y rodea al cuerpo?

«El alma no está encerrada en el cuerpo, como un pájaro en la jaula, sino que irradia y se manifiesta al exterior, como la luz a través de un globo de cristal, o como el sonido alrededor de un centro sonoro, y así es como puede decirse que es exterior; pero no es empero, la envoltura del cuerpo. El alma tiene dos envolturas: la sutil y ligera que es la primera, a la cual llamas periespíritu, y la otra, que es el cuerpo, grosera, material y pesada. Ya lo hemos dicho, el alma es el Centro de todas esas envolturas, como el germen en el hueso de las frutas».

142. ¿Qué concepto hemos de formar de la otra teoría, según la cual el alma de los niños se completa en cada periodo de la vida?

«El espíritu es uno, y se encuentra en su totalidad, lo mismo en el niño que en el ádulto. Los que se desarrollan y completan son los órganos o instrumentos de manifestación del alma. También aquí se toma el efecto por la causa».

143. ¿Por qué todos los espíritus no definen el alma de un mismo modo?

«Todos los espíritus no están igualmente instruidos sobre estas materias, y los hay limitados aún que no comprenden las cosas abstractas, como sucede entre vosotros con los ni- ños. También hay espíritus de falsa instrucción (falsos sabios) que, para imponerse, hacen alarde de palabrería, lo mismo que entre vosotros ciertos hombres. Además, los mismos espíritus adelantados pueden expresarse en términos diferentes, que en el fondo tienen el mismo valor, sobre todo, tratándose de cosas para cuya clara expresión no basta vuestro lenguaje, pues entonces es preciso recurrir a las figuras y comparaciones que vosotros tomáis por la misma realidad».

144. ¿Qué debe entenderse por el alma del mundo?

«Es el principio universal de la vida y de la inteligencia, de donde nacen las individualidades. Pero con frecuencia los que emplean estas palabras no se entienden. Es tan elástica la palabra alma, que cada uno la interpreta con arreglo a sus teorías. A veces se atribuye también un alma a la tierra, y entonces debe entenderse por ella el conjunto de espíritus solícitos que dirigen vuestras acciones hacia el buen camino, cuando les escucháis, y que vienen a ser como los lugartenientes de Dios en vuestro globo».

145. ¿Cómo tantos filósofos antiguos y modernos han discutido tanto tiempo sobre la ciencia psicológica, sin llegar a la verdad?

«Esos hombres, que eran los precursores de la doctrina espiritista eterna, han preparado el camino. Eran hombres y pudieron engañarse, porque tomaron sus propias ideas de la verdad; pero sus mismos errores, demostrando el pro y el contra, sirven para poner en claro aquélla. Por otra parte, entre sus errores, se encuentran grandes verdades que os hace comprender el estudio comparativo».

146. ¿El alma tiene en el cuerpo un lugar determinado y circunscrito?

«No; pero reside particularmente en la cabeza, en los grandes genios, en todos aquellos que piensan mucho, y en el corazón, en los que sienten mucho y cuyas acciones todas se relacionan con la humanidad».

—¿Qué debe pensarse de la opinión de los que colocan el alma en un centro vital?
«Es lo mismo que decir que el espíritu habita con preferencia en esta parte de vuestra organización; porque a ella van a parar todas las sensaciones. Los que la sitúan en lo que consideran como centro de la vitalidad, la confunden con el principio o fluido vital. Como quiera que sea, puede decirse que el alma reside más particularmente en los órganos de las manifestaciones intelectuales y morales».

Materialismo.

147. ¿Por qué los anatómicos, los fisiólogos y en general los que profundizan las ciencias naturales se inclinan frecuentemente al materialismo?

«El fisiólogo lo refiere todo a lo que ve. Orgullo de los hombres que creen saberlo todo. y que no admiten que algo sea superior a su entendimiento. Su misma ciencia los hace presuntuosos y creen que nada puede ocultarles la naturaleza.»

148. ¿No es lamentable que el materialismo sea consecuencia de estudios que debieran, por el contrario, demostrar al. hombre la superioridad de la inteligencia que gobierna al mundo? ¿Debe deducirse de esto que son peligrosos?

«No es verdad que el materialismo sea consecuencia de esos estudios, sino que el hombre deduce de ellos consecuencias falsas; porque puede abusar de todo, hasta de las cosas mejores. La nada, por otra parte, los horroriza más de lo que quieren aparentar, y los despreocupados son a veces más fanfarrones que valientes. La mayor parte son materialistas solamente; porque no saben cómo llenar aquel vacío, y si ante el abismo que a sus ojos se abre les ofrecéis un áncora de salvación, se asirán solícitos a a ella».
Por una aberración de la inteligencia, hay personas que no ven en los seres orgánicos más que la acción de la materia, y que refieren a ella todos nuestros actos. No han visto en el cuerpo humano más que una máquina eléctrica; no han estudiado el mecanismo de la vida más que en el funcionamiento de los órganos; la han visto cesar con frecuencia por la ruptura de uno de sus hilos y no han visto otra cosa más que ese mismo hilo; han indagado si quedaba aún algo, y como sólo han encontrado la materia inerte ya y no han podido distinguir el alma que se desprendía, ni han podido apoderarse de ella, han deducido que todo estribaba eñ las propiedades de la materia, y que. por lo tanto, después de la muerte. sólo la nada del pensamiento existe. Triste consecuencia, si así fuese; porque entonces no tendrían objeto el mal y el bien; el hombre obraría cuerdamente no pensando más que en si mismo y en sobreponer a todo la satisfacción de sus goces materiales; se romperían los lazos sociales y rotos quedarian para siempre los más santos afectos. Afortunadamente, semejantes ideas están muy lejos de ser generales, puede muy bien decirse que están muy circunscritas y que sólo constituyen opiniones individuales; porque en ninguna parte han sido erigidas en doctrina. Una sociedad fundada en tales bases, llevaría en sI misma el germen de so disolución, y sus miembros se despedazarían como fieras.

El hombre tiene instintivamente la creencia de que todo no concluye para él con la vida; tiene horror a la nada, y en vano se resiste a la idea del porvenir, pues cuando llega el momento supremo, pocos son los que dejan de preguntarse qué será de ellos; porque el pensamiento de cesar absolutamente en la vida es desconsolador. ¿Quién podrá, en efecto, mirar con indiferencia la eparación absoluta y eterna de todo lo que se ha amado? ¿Quién podrá, sin horrorizarse, ver cómo se abre a su vista el inmenso abismo de la nada, donde irían a sepultarse para siempre todas nuestras facultades, todas nuestras esperanzas?, y decirse: «¡Qué, después de mí. nada, nada más que el vacío; todo acaba para siempre; dentro de algunos días, mi recuerdo se borrará de la memoria de todos los que me sobreviven; pronto no quedará vestigio de mi tránsito por el mundo, basta el bien que he hecho será dado al olvido por los ingratos que he creado. y nada halíaré en recompensa, nada más que la perspectiva de mi cuerpo roído por los gusanos!»

¿No es horroroso, no es glacial semejante cuadro? La religión nos enseña que no puede suceder así, y la razón viene en su apoyo. Pero esa existencia futura, vaga e indefinida, nada tiene oue satisfaga nuestro positivismo, lo cual engendra dudas en muchos. Tenemos un alma, cierto; pero, ¿qué es nuestra alma? ¿Tiene tina forma, una apariencia cualquiera? ¿Es un ser limitado o indefinido? Unos dicen que es un soplo de Dios; otros, una chispa; éstos, una parte del gran Todo, el principio de la vida y de la inteligencia; pero ¿qué nos enseña todo eso? ¡De qué nos vale tener un alma, si al morir nosotros, se pierde en la inmensidad. como las gotas de agua en el océano! ¿La pérdida de la individualidad no es lo mismo para nosotros que la nada? Se dice también que el alma es inmaterial; pero lo inmaterial no puede tener proporciones definidas, y para nosotros es nada. La religión nos enseña también que seremos felices o desgraciados. según el bien o el mal que hayamos hecho; pero ¿qué dicha es la que nos espera en el seno de Dios? ¿Es una beatitud, una contemplación eterna, sin más ocupación que la de cantar alabanzas al Creador? ¿Las llamas del Infierno son una realidad o un simbolo? La misma Iglesia las toma en este ultimo sentido, pero ¿qué sufrimientos son estos? ¿Dónde está ese sitio de suplicio? En una palabra, ¿qué se hace y qué se ve en ese mundo que nos espera a todos? Nadie, se dice, ha vuelto de él para traernos noticias. Esto es falso, y precisamente la misión del espiritismo es la de ilustrarnos acerca de ese porvenir, haciéndonoslo, hasta cierto punto, tocar con los dedos y ver con los ojos, no por medio de raciocinios, sino por medio de hechos. Gracias a las comunicaciones espiritistas, no es ya el porvenir una presunción, una probabilidad que cada uno compone a su modo, y que los poetas embellecen con sus ficciones o siembran de imágenes alegóricas y engañadoras, sino la realidad que sale a nuestro encuentro; porque los mismos seres de ultratumba vienen a pintarnos su situación, a decir-nos lo que hacen permitiéndonos, por decirlo así, asistir a todas las peripecias de su nueva vida y patentizándonos de este modo la suerte inevitable que nos está reservada, segun nuestros méritos y faltas. ¿Hay nada de irreligioso en esto? Todo lo contrario; porque en ello encuentran fe los incrédulos, y los indiferentes una renovación de fervor y confianza. El espiritismo es por lo tanto, el auxiliar más poderoso de la religión. Puesto que los hechos existen, es porque Dios los permite, y los permite para alentar nuestras vacilantes esperanzas y conducirnos al camino del bien por medio de la perspectiva del porvenir.