El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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32. Según esto, los sabores, los olores, los colores, el sonido, las cualidades venenosas o curativas de los cuerpos, ¿no son más que modificaciones de una misma y única sus-tancia primitiva?

«Sí, indudablemente y sólo existen por la disposición de los órganos destinados a percibirlos».

Este principio queda demostrado por el hecho de que todos no percibimos del mismo modo las cualidades de los cuerpos; uno encuentra agradable al gusto lo que otro encuentra malo, éstos ven azul lo que aquéllos ven encarnado, y lo que es venenoso para uno, es inofensivo o curativo para otros.