El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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CAPÍTULO IX
INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS EN EL MUNDO CORPORAL

Penetración de nuestro pensamiento por los espíritus. —Influencia oculta de los espíritus en nuestros pensamientos y acciones. —De los poseídos. —Convulsionarios. —Afecto de los espíritus hacia ciertas personas. —Ángeles guardianes, espíritus protectores, familiares o simpáticos. —Presentimientos. —Influencia de los espíritus en los acontecimientos de la vida. —Acción de los espíritus en los fenómenos de la naturaleza. —Los espíritus durante las batallas. —De los pactos. —Poder oculto. Talismanes. Hechiceros. —Bendición y maldición.


Penetración de nuestro pensamiento por los espíritus.

456. ¿Los espíritus ven todo lo que nosotros hacemos?

«Pueden verlo, porque os rodean sin cesar; pero cada uno no ve más que las cosas en que fija su atención; porque no se ocupan de las cosas que les son indiferentes».

457. ¿Los espíritus pueden conocer nuestros más recónditos pensamientos?

«Conocen a menudo hasta aquellos que quisierais ocultaros a vosotros mismos. No podéis ocultarles ni vuestros actos ni vuestros pensamientos».

—Según esto, ¿parece que sería más fácil ocultar una cosa de una persona que aún vive, que no después que ha muerto?

«Indudablemente, y cuando más a solas os creéis, tenéis a vuestro alrededor una multitud de espíritus que os ven».

458. ¿Qué piensan de nosotros los espíritus que nos rodean y observan?

«Según y cómo. Los duendes se ríen de las travesuras que os hacen y se burlan de vuestra impaciencia. Los espíritus graves compadecen vuestros infortunios y procuran ayudaros».

Influencia oculta de los espíritus en nuestros pensamientos y acciones.

459. ¿Influyen los espíritus en nuestros pensamientos y acciones?

«Bajo este aspecto su influencia es mayor de lo que creéis; porque a menudo son ellos quienes os dirigen».

460. ¿Tenemos pensamientos propios y otros que nos son sugeridos?

«Vuestra alma es un espíritu que piensa, y ya sabeis que con frecuencia tenéis a la vez varios pensamientos sobre un mismo punto, y a menudo muy contradictorios entre sí. Pues bien, siempre los tenéis propios y nuestros, y esto es lo que os hace andar inciertos; porque tenéis dos ideas que se contradicen».

461. ¿Cómo podemos distinguir los pensamientos que nos son propios de los que nos son sugeridos?

«Cuando un pensamiento os es sugerido, viene a ser como una voz que os habla. Los pensamientos propios son en general los del primer instante. Por lo demás, no os es muy interesante esta distinción, y a menudo es útil no conocerla, pues el hombre obra más libremente. Si se decide por el bien, lo hace de mejor grado, y si toma el camino del mal, aumenta su responsabilidad».

462. ¿Los hombres de talento y genio toman siempre sus ideas de si mismos?

«A veces las ideas proceden de su propio espíritu, pero a menudo le son sugeridas por otros espíritus que los juzgan capaces de comprenderlas y dignos de transmitirlas. Cuando no las encuentran en sí mismos, acuden a la inspiración, y hacen una evocación sin saberlo».

Si hubiese sido útil que pudiéramos distinguir claramente nuestras proprias ideas de las que nos son sugeridas, Dios nos hubiera proporcionado medios para conseguirlo, como nos los da para distinguir la noche del dia. Cuando una cosa se nos ofrece vagamente, es porque así debe ser para nuestro bien.

463. A veces se dice que siempre es bueno el primer impulso. ¿Es exacto?

«Puede ser bueno o malo según la naturaleza del espíritu encarnado. Siempre es bueno en aquel que escucha las buenas inspiraciones».

464. ¿Cómo podemos distinguir si un pensamiento que nos es sugerido, procede de un espírÍtu bueno o malo?

«Examinadlo; los espíritus buenos sólo el bien aconsejan. A vosotros os toca distinguir».

465. ¿Con qué objeto nos impelen al mal los espíritus imperfectos?

«Para haceros sufrir con ellos».

—¿Disminuyen así sus sufrimientos?

«No, pero lo hacen celosos de ver seres más dichosos que ellos». -¿Qué clase de sufrimiento quieren ocasionar?

«Los que resultan de pertenecer a un orden inferior y de estar alejado de Dios».

466. ¿Por qué permite Dios que los espíritus nos exciten al mal?

«Los espíritus imperfectos son instrumentos destinados a probar la fe y constancia de los hombres en el bien. Tú, como espíritu, debes progresar en la ciencia de lo infinito, y por esto pasas por las pruebas del mal para llegar al bien. Nuestra misión es la de ponerte en el buen camino, y cuando malas influencias obran en ti, es porque te las atraes con el deseo del mal; porque los espíritus inferiores vienen a cooperar al mal, cuando deseas hacerlo. Sólo queriéndolo tú, pueden ayudarte en el mal. Si tienes propensión al homicidio, estarás rodeado de una nube de espíritus que fomentarán en ti esa idea; pero otros te rodearán también que influirán en sentido del bien, lo que equilibra la balanza, abandonándote a tu libre albedrío».

Asi Dios deja a nuestra conciencia la elección del camino que hemos de seguir, y libertad de ceder a una u otra de las contrarias influencías que en nosotros obran.

467. ¿Podemos librarnos de la influencia de los espíritus que solicitan al mal?

«Sí; porque no se adhieren más que a los que los solicitan por sus deseos o los atraen con sus pensamientos».

468. ¿Los espíritus cuya influencia rechazamos por medio de la voluntad, renuncian a sus tentativas?

«¿Qué quieres que hagan? Cuando nada pueden hacer, ceden su puesto; pero atisban, sin embargo, el momento favorable, como el gato atisba al ratón».

469. ¿Por qué medio puede neutralizarse la influencia de los espíritus malos?

«Haciendo bien y poniendo toda vuestra confianza en Dios, rechazáis la influencia de los espíritus inferiores y destruís el imperio que quieren tomar sobre vosotros. Guardaos de escuchar las sugestiones de los espíritus que os suscitan malos pensamientos, que promueven discordias entre vos-otros y que os excitan a todas las malas pasiones. Desconfiad sobre todo de los que exaltan vuestro orgullo; porque os atacan por el lado débil. He aquí por qué os hace decir Jesús en la oración dominical: ¡Señor! no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal».

470. Los espíritus que procuran inducirnos al mal, probando así nuestra firmeza en el bien, ¿han recibido la misión de hacerlo, y si cumplen una misión son responsables de ella?

«Ningún espíritu recibe la misión de hacer mal; cuando lo hace, es por su propia voluntad, y sufre por lo tanto, las consecuencias. Dios puede dejarle hacer para probaros; pero no se lo manda, y a vosotros toca rechazarlo».

471. Cuando experimentamos un sentimiento de angustia, de indefinible ansiedad o de satisfacción interior sin causa conocida, ¿depende únicamente de la disposición física?

«Casi siempre es un efecto de las comunicaciones que a pesar vuestro tenéis con los espíritus, o que habéis tenido con ellos durante el sueño».

472. Los espíritus que quieren excitarnos al mal, ¿se reducen a aprovecharse de las circunstancias en que nos encontramos, o pueden producirlas?

«Se aprovechan de las circunstancias; pero a menudo las provocan impulsándoos sin saberlo vosotros hacia el objeto que codiciáis. Así, por ejemplo, un hombre encuentra en su camino una suma de dinero: no creas que son los espírítus los que allí la han colocado; pero pueden sugerir al hombre la idea de pasar por aquel lugar, despertándole entonces la intención de apoderarse del dinero, al paso que otros le sugieren el pensamiento de entregarlo a quien pértenece. Lo mismo sucede con todas las otras tentaciones».

De los poseídos.

473. ¿Puede un espíritu revestir momentáneamente la envoltura de una persona viva, es decir, introducirse en un cuerpo animado y obrar en vez y en lugar del que en él está encarnado?

«El espíritu no penetra en un cuerpo como tú en una casa, sino que se asimila con el espíritu encarriado que tiene los mismos defectos y las mismas cualidades para obrar de consuno; pero siempre es el encarnado quien obra como quiere sobre la materia de que está revestido. Un espíritu no puede sustituirse al que está encarnado; porque el espíritu y el cuerpo están ligados hasta el tiempo señalado para término de la existencia material».

474. Si no hay posesión propiamente dicha, es decir, cohabitación de los dos espíritus en un mismo cuerpo, ¿puede el alma estar bajo la dependencia de otro espíritu, de modo, que esté subyugada u obsesada hasta el punto de hallarse su voluntad hasta paralizada en cierto modo?

«Sí, y esos son los verdaderos poseídos; pero entiende que semejante dominación nunca tiene lugar sin participación del que la sufre, ya por su debilidad, ya por su deseo, A menudo se han tomado por poseídos a epilépticos o a locos que más necesitaban remedios que exorcismos».

La palabra poseído, en su acepción vulgar, supone la existencia de demonios, es decir, de una categoria de seres de mala naturaleza, y la cohabitación de uno de ellos con el alma en el cuerpo del individuo. Puesto que. en aquel sentido, no hay tales demonios y puesto que dos espíritus no pueden habitar simultáneamente en el mismo cuerpo, no existen poseidos en el sentido vulgar de la palabra. La voz poseído debe sólo entenderse en el sentido de la dependencia absoluta en que puede encontrarse el alma respecto de espíritus imperfectos que la subyugan.

475. ¿Puede uno por si mismo alejar a los malos espíritus y emanciparse de su dominación?

«Teniendo la necesaria firmeza de voluntad, siempre se puede sacudir el yugo».

476. ¿No puede acontecer que la fascinación que ejerce el espíritu malo sea tal, que la persona subyugada no la aperciba? ¿Puede entonces un tercero poner término a la sujeción, y en este caso, qué condiciones debe reunir?

«Si es un hombre de bien, su voluntad puede cooperar impetrando el concurso de los espíritus buenos; porque mientras más hombre de bien es uno, mayor imperio se tiene sobre los espíritus imperfectos para alejarlos y sobre los buenos para atraerlos. Seria, no obstante, impotente, si el que está subyugado no se presta a ello, y personas hay que se gozan en la dependencia que halaga a sus gustos y deseos. En todo caso aquel que no es puro de corazón ninguna influencia puede tener. Los espíritus buenos la desprecian y no le temen los malos».

477. Las fórmulas de exorcismo, ¿tienen alguna eficacia sobre los espíritus malos?

«No, y cuando estos espíritus ven que alguien toma la cosa por lo serio, se ríen y se obstinan».

478. Hay personas de buenas intenciones que son, empero, obsesadas, ¿cuál es el mejor medio de librarse de los espíritus obsesores?

«Acabarles la paciencia, no hacer caso alguno de sus sugestiones y hacerles comprender que pierden el tiempo. Entonces, conociendo que nada pueden hacer se van».

479. ¿La oración es un medio eficaz de curar la obsesión?

«Para todo es un poderoso auxiliar la oración; pero sabed que no basta murmurar algunas palabras para lograr lo que se desea. Dios asiste a los que practican, y no a los que se limitan a pedir. Preciso es, pues, que el obsesado haga por su parte lo necesario para destruir la causa que en si mismo atrae a los espíritus malos».

480. ¿Qué hemos de pensar de la expulsión de demonios de que habla el Evangelio?

«Eso depende de la interpretación. Si llamáis demonio a un espíritu malo que subyuga a un individuo, destruida su influencia, habrá sido realmente expulsado. Si atribuís una enfermedad al demonio, curada ésta, diréis también que lo habéis expulsado. Una cosa puede ser verdadera o falsa, según el sentido que se dé a las palabras. Las mayores verdades pueden parecer absurdas, si no se mira más que la forma y si se toma lo alegórico por lo real. Comprended y recordad esto; porque es de aplicación general».

Convulsionarios.

481. ¿Toman alguna parte los espíritus en los fenómenos que se producen en los individuos, designados con el nombre de convulsionarios?

«Sí, y muy grande; lo mismo que el magnetismo que es su origen primitivo, pero a menudo el charlatanismo ha explotado y exagerado esos efectos, lo que ha puesto en ridículo».

—¿De qué naturaleza son por lo general los espíritus que cooperan a esa especie de fenómenos?

«Poco elevados. ¿Creéis que los espíritus superiores se divierten en tales cosas?»

482. ¿Cómo puede desarrollarse súbitamente en toda una población el estado anormal de los convulsionarios y crisíacos?

«Efecto simpático. Las disposiciones morales se comunican muy fácilmente en ciertos casos. No eres tan extraño a los efectos magnéticos para no comprender esto, y la parte que ciertos espíritus deben tomar en ello por simpatía hacia los que los provocan».

Entre las raras facultades que se observan en los convulsionarios, se reconocen sin trabalo algunas de que ofrecen numerosos ejemplos el sonambulismo y el magnetismo: tales son, entre otras, la insensibilidad física, el conocimiento del pensamiento, la transmisión simpática de los dolores, etc. No puede, pues, dudarse de que esos crisíacos estén en una especie de estado de sonambulismo despierto, provocado por la influencia que ejercen los unos en los otros. Son a la vez magnetizadores y magnetizados a pesar suyo.

483. ¿Cuál es la causa de la insensibilidad física que se nota en ciertos convulsionarios, o en otras personas sujetas a los más rudos tormentos?

«En algunos es un efecto exclusivamente magnético que obra sobre el sistema nervioso del mismo modo que ciertas sustancias. En otros la exaltación del pensamiento embota la sensibilidad; porque parece que la vida se ha retirado del cuerpo para reconcentrarse en el espíritu. ¿No sabéis que cuando el espíritu se ocupa atentamente de algo, el cuerpo no ve, ni siente, ni oye nada?»

La exaltación fanática y el entusiasmo ofrecen a menudo en los suplicios, el ejemplo de una calma y sangre fría que no podrían sobreponerse a un dolor agudo, si no se admitiese que la sensibilidad se encuentra neutralizada por una especie de afecto anestésico. Sabido es que en el ardor del combate no se apercibe uno con frecuencia de una herida grave, al paso que, en circunstancias ordinarias, un rasguiío haría temblar.

Puesto que estos fenómenos dependen de una causa física y de la acción de ciertos espíritus, puede preguntarse de que ha dependido que la autoridad los haya hecho cesar en ciertos casos. La razón es obvia. La acción de los espíritus en este caso no es más que secundaría, y se reduce a aprovecharse de tina disposición natural. La autoridad no ha suprimido esta última, sino la causa que la sostenía y exaltaba; de activa que era, la ha hecho latente, y razón ha tenido para proceder así; porque originaba abuso y escándalo. Por lo demás. se sabe que semelante intervención es impotente cuando la acción de los espíritus es directa y espontánea.


Afecto de los espíritus hacia ciertas personas.

484. ¿Los espíritus aman preferentemente a ciertas personas?

«Los espíritus buenos simpatizan con los hombres de bien o susceptibles de mejorarse; los espíritus inferiores con los hombres viciosos o que pueden llegar a serlo, y de aquí su adhesión resultado de la semejanza de sensaciones».

485. ¿El afecto de los espíritus hacia ciertas personas es exclusivamente moral?

«El afecto verdadero no es nada carnal; pero cuando un espíritu se aficiona a una persona. no siempre es por afecto, y alguna parte puede tomar en ello un recuerdo de las pasiones humanas».

486. ¿Los espíritus participan de nuestras desgracias y prosperidades? ¿Los que nos aprecian se afligen por los males que exper'imentamos durante la vida?

«Los espíritus buenos hacen todo el bien posible y gozan de todas yuestras alegrías. Se afligen por vuestros males, cuando no los soportáis con resignación; porque entonces no os producen resultado, pues venís a ser como el enfermo que rehusa por amarga la poción que ha de salvarle».

487. ¿Cuáles de nuestros males afligen más a los espíritus, los físicos o los morales?

«Vuestro egoísmo y vuestra dureza de corazón, pues de ahí se origina todo. Se ríen de todos esos males imaginarios que nacen del orgullo y de la ambición, y se regocijan por los que han de abreviar vuestro periodo de prueba».

Sabiendo los espíritus que no es más que transitoria la vida corporal, y que las tribulaciones que la acompañan son medios para llegar a mejor estado, deploran más las causas morales que de éste nos alejan, que los males fisicos que sólo son pasajeros.

Los espíritus se cuidan poco de las desgracias que afectan únicamente a nuestras ideas mundanas, como nosotros de los pesares pueriles de la infancia.

El espíritu que ve en las aflicciones de la vida un medio para nuestro progreso, las considera como la crisis momentánea que ha de salvar al enfermo. Compadece nuestros sufrimientos como nosotros los de un amigo; pero mirando las cosas desde más exacto punto de vista, las aprecia de distinto modo que nosotros, y mientrds los buenos nos reaniman en sentido propicio a nuestro porvenir, los otros. para comprometerlo, nos excitan a la desesperación.

488. Nuestros amigos y parientes muertos antes que nosotros, ¿nos tienen más simpatías que los espíritus que nos son extraños?

«Sin duda, y con frecuencia Os protegen como espíritus, con arreglo a su poder». -¿Son sensibles al afecto que aún les conservamos?

«Muy sensibles; pero olvidan a los que los olvidan».

Ángeles guardianes, espíritus protectores, familiares o simpáticos.

489. ¿Hay espíritus que se unen particularmente a un individuo para protegerle?

«Sí; el hermano espiritual, al que vosotros llamáis el espíritu bueno, o el buen genio».

490. ¿Qué debe entenderse por ángel guardián? «El espíritu protector de un orden elevado».

491. ¿Cuál es la misión del espíritu protector?

«La de un padre respecto a sus hijos; llevar a su protegido al buen camino, ayudarle con sus consejos, consolarle en sus aflicciones y sostenerle en las pruebas de la vida».

492. ¿El espíritu protector está unido al individuo desde el nacimiento de éste?

«Desde el nacimiento hasta la muerte, y a menudo aun después de ésta, le sigue en la vida espiritista y hasta en muchas existencias corporales; porque éstas no son más que fases muy breves, comparadas con la vida del espíritu».

493. ¿Es voluntaria u obligatoria la misión del espíritu protector?

«El espíritu está obligado a cuidar de vosotros; porque ha aceptado esta tarea; pero elige los seres que le son simpáticos. Para unos es un placer, para otros una misión o un deber».

—Uniéndose a una persona, ¿el espíritu renuncia a proteger a otros individuos?

«No; pero lo hace menos exclusivamente».

494. ¿El espíritu protector está fatalmente unido al ser a quien guarda?

«Sucede a menudo que ciertos espíritus abandonan su posición para cumplir diversas misiones; pero entonces se verífica un cambio».

495. ¿El espíritu protector abandona a veces a su protegido cuando se muestra rebelde a sus avisos?

«Se aleja cuando ve que son inútiles sus consejos, y que es más imperante el deseo de sufrir la influencia de los espíritus inferiores; pero jamás le abandona del todo y siempre le deja oir su voz. El hombre es quien entonces cierra el oído; pero el espíritu protector vuelve apenas se le llama.

»Hay una doctrina que por su encanto y su dulzura, dehiera convertir hasta a los más incrédulos. Esta doctrina es la de los ángeles guardianes. ¿No es acaso una idea muy consoladora la de pensar que siempre tenéis a vuestro lado seres que os son superiores, que allí están siempre para aconsejaros, fortaleceros y ayudaros a gravitar la áspera montaña del bien, seres que son amigos más firmes que los más íntimos que podéis tener en la tierra? Allí están por orden de Dios que los ha puesto a vuestro lado, y lo están por amor suyo, cumpliendo respecto de vosotros una bella, pero penosa misión. Sí dondequiera que estéis está vuestro ángel guardián: las cárceles. los hospitales, los lugares de depravación, la soledad, nada os separa de ese amigo a quien no podéis ver, pero cuyos más dulces impulsos siente vuestra alma y cuyos sabios consejos oye.

»¡Lástima que no conozcáis mejor esta verdad! Cuántas veces os ayudaría en vuestros momentos de crisis y cuántas os libraría de los espíritus malos. Pero en el día supremo este ángel de bien os habrá de decir con frecuencia: "¿No te dije tal cosa, y no la hiciste? ¿No te enseñé el abismo y te hundiste en él? ¿No dejé oír en tu conciencia la voz de la verdad, y tú seguiste los consejos de la mentira?" ¡Ah!, in terrogad a vuestros ángeles guardianes y estableced entre ellos y vosotros la tierna intimidad que entre los mejores amigos existe. No intentéis ocultarles nada; porque tienen la mirada de Dios, y no podéis engañarlos. Pensad en el porveríir; procurad adelantar en esta vida y vuestras pruebas serán más cortas y más felices vuestras existencias. Adelante, ¡oh!, hombres; desechad de una vez pata siempre preocupaciones y segundas intenciones; penetrad en el nuevo camino que se os abre. ¡Adelante! ¡Adelante! Tenéis guías, seguidlos; el objeto final no se os escapará, porque ese objeto es el mismo Dios.

»A los que creen que es imposible que espíritus verdaderamente elevados se entreguen a tan laboriosa y tan incesante tarea, les diremos que influimos en vuestras almas, a pesar de que nos separen de vosotros millones de leguas; nada es para nosotros el espacio, y aunque vivan en otros mundos, nuestros espíritus mantienen sus relaciones con los vuestros. Gozamos de cualidades que no podéis compren der; pero sabed que Dios no os ha abandonado solos en la tierra sin amigos y sostén. Cada ángel guardián tiene su protegido a quien vigila como un padre a su hijo. Es feliz, cuando le ve seguir el buen camino, y gime. cuando ve despreciados sus consejos.

»No temáis cansarnos con preguntas, sino que debéis estar, por el contrario, en continua relación con nosotros y así seréis más fuertes y felices. Estas comunicaciones del hombre con su espíritu familiar son las que hacen a todos los hombres médiums, médiums desconocidos hoy; pero que manifestándose más tarde, se extenderán como el océano sin límites para anonadar la incredulidad y la ignorancia. Instruid, hombres instruidos; educad a vuestros hermanos, hombres de talento. No sabéis la obra que realizáis haciéndolo; realizáis la obra de Cristo, la que Dios os impone. ¿Para qué os dio la inteligencia y la ciencia, sino para que hagáis participes de ella a vuestros hermanos, a fin de que progresen en el camino de la dicha y de la felicidad eterna?

SAN LUIS, SAN AGUSTÍN».

La doctrina de los ángeles guardianes que vigilan a sus protegidos, a pesar de la distancia que separa los mundos, nada tiene que deba sorprendernos y es, por el contrario, grande y sublime. ¿Acaso no vemos en la tierra a un padre vigilar a su hijo, aunque esté de él alejado, y ayudarle con sus consejos por medio de la correspondencia? ¿Qué habria, pues, de admirable en que los espíritus pudiesen guiar a los que toman bajo su protección. desde uno a otro mundo, dado que la distancia que separa a los mundos es menor para ellos que la que separa a los continentes de la Tierra? ¿Y no tienen además el fluido universal que enlaza a todos los mundos y los hace solidarios; inmenso vehículo de la transmisión del pensamiento, como, lo es para nosotros el, aire de la transmisión del sonido?

496. El espíritu que abandona a su protegido, ya que no le hace bien, ¿puede hacerle mal?

«Los espíritus buenos nunca hacen mal, dejan que lo hagan los que ocupan su puesto, y entonces acusáis de vuestras desgracias a la suerte, siendo así que vosotros tenéis la culpa».

497. ¿El espíritu protector puede dejar a su protegido a merced de un espíritu que podría tenerle mala voluntad?

«Los espíritus malos se unen para neutralizar la acción de los buenos; pero si el protegido lo quiere, devolverá toda su fuerza a su espíritu bueno. El espíritu bueno quizá ve en otra parte una buena voluntad a quien ayudar, y aprovecha la ocasión esperando el momento de regresar al lado de su protegido».

498. Cuando el espíritu protector deja que su protegido se extravíe en la vida, ¿es por impotencia para luchar con los espíritus malévolos?

«No es porque no puede, sino porque no quiere; su protegido sale entonces de las pruebas más perfecto e instruido, y el espíritu protector le asiste con sus consejos y con los huenos pensamientos que le sugiere, los cuales por desgracia no siempre son oídos. Sólo la debilidad, la incuria o el orgullo del hombre dan fuerza a los espíritus malos, y sólo procede su poder sobre vosotros de que no les oponéis resistencia».

499. ¿El espíritu protector está constantemente con su protegido? ¿No hay circunstancias en que, sin abandonarle, le pierde de vista?

«Las hay en que la presencia del espíritu protector no es necesaria a su protegido».

500. ¿Llega un momento en que el espíritu no ha menester de ángel guardián?

«Si; cuando llega al grado de poder conducirse por si mismo, cuando llega un momento en que el discípulo no ha menester de maestro; pero no acontece esto en vuestro planeta».

501. ¿Por qué la acción de los espíritus en nuestra existencia es oculta, y por qué cuando nos protegen, no lo hacen de un modo ostensible?

«Si contaseis con su apoyo, no obraríais por vosotros mismos y vuestro espíritu no progresaría. Para que pueda adelantar necesita experiencia, y preciso es que a menudo la adquiera a su costa. Es necesario que ejercite sus fuerzas, sin lo cual vendría a ser como el niño a quien no se deja andár solo. La acción de los espíritus que os quieren bien, está dispuesta de modo que deje siempre a salvo vuestro libre albedrío; porque, si no fueseis responsables, no adelantaríais en el camino que ha de, conduciros a Dios. No viendo el hombre a su sostenedor, se entrega a sus propias fuerzas; pero su guía le vigila empero, y de vez en cuando le avisa que desconfíe del peligro».

502. El espíritu protector que consigue llevar a su protegido al buen camino, ¿experimenta algún bien para si mismo?

«Es un mérito que se le tiene en cuenta, ya para su propio adelanto, ya para su felicidad. Es feliz cuando el éxito corona sus esfuerzos, y triunfa como un profesor con los progresos de su discípulo».

—¿Es responsable si no triunfa?

«No; porque ha hecho todo lo que de él dependía».

503. El espíritu protector que ve que su protegido sigue un mal camino a pesar de sus avisos, ¿experimenta sufrimiento y encuentra en ello una causa de turbación en su felicidad?

«Deplora sus errores y le compadece; pero semejante aflicción no tiene las angustias de la paternidad terrestre, porque sabe que el mal tiene remedio y que lo que no hace hoy lo hará mañana».

504. ¿Podemos saber siempre el nombre de nuestro espíritu protector o ángel guardián?

«¿Cómo queréis saber nombres que no existen para vosotros? ¿Creéis que no existen entre los espíritus más que los que vosotros conocéis?»

—¿Cómo, pues, lo invocaremos, si no lo conocemos?

«Dadle el nombre que queráis, el de un espíritu superior a quien tengáis simpatía y veneración. El espíritu protector acudirá al llamamiento; porque todos los espíritus buenos son hermanos y se auxilian».

505. Los espíritus protectores que toman nombres conocidos, ¿son siempre realmente los de las personas que tenían aquellos nombres?

«No; pero espíritus que les son simpáticos y que vienen a menudo por orden suya. Necesitáis nombres, y entonces toman uno que os inspire confianza. Cuando vosotros no podéis cumplir personalmente una misión, enviáis un comisionado que haga vuestras veces».

506. Cuando estemos en la vida espiritista, ¿reconoceremos a nuestro espíritu protector?

«Sí; porque a menudo le conocíais antes de encarnaros».

507. ¿Todos los espíritus protectores pertenecen a la clase de espíritus superiores? ¿Pueden ser de los grados intermedios? Un padre, por ejemplo, ¿puede llegar a ser el espíritu protector de su hijo?

«Puede serlo; pero la protección supone cierto grado de elevación y además un poder y una virtud concedida por Dios. Un padre que protege a su hijo puede a su vez estar asistido por un espíritu más elevado».

508. Los espíritus que han abandonado en buenas condiciones la tierra, ¿pueden siempre proteger a los que aman y les sobreviven?

«Su poder es más o menos restringido, y la posición en que se encuentran no siempre los deja en completa libertad de obrar».

509. Los hombres en estado salvaje o de inferioridad moral, ¿tienen igualmente sus espíritus protectores, y en este caso son de orden tan elevado como los de los hombres muy adelantados?

«Todo hombre tiene un espíritu que vela por él; pero las misiones son relativas a su objeto. Vosotros no confiáis un niño que aprende a leer a un profesor de filosofía. El progreso del espíritu familiar corresponde al del espíritu protegido. Teniendo un espíritu protector que os vigila, podéis a vuestra vez llegar a ser el protector de un espíritu que os es inferior, y los progresos que le ayudéis a realizar contribuirán a vuestro adelanto. Dios no pide al espíritu más de lo que le permiten sus fuerzas y el grado a que ha llegado».

510. Cuando el padre que vela por su hijo se reencarna, ¿continúa velando por él?

«Es más difícil; pero suplica, en un momento de emancipación, a un espíritu simpático que le asÍsta en semejante misión. Por otra parte, los espíritus no admiten más misiones que las que pueden cumplir hasta el fin.

»El espíritu encarnado, sobre todo en los mundos en que es material la existencia, está demasiado ligado a su cuerpo para poderse consagrar del todo, es decir, asistirle personalmente. Por esto los que no son bastante elevados están asistidos a su vez por espíritus que les son superiores, de modo, que si uno falta por una causa cualquiera, es suplido por otro».

511. Además del espíritu protector, ¿está unido un espíritu malo a cada individuo para impelerle al mal y proporcionarle ocasión de luchar entre el bien y el mal?

«Unido no es la palabra. Es cierto que los espíritus malos procuran separar del buen camino, cuando se les presenta ocasión, pero cuando uno de ellos se aficiona a un individuo, lo hace por si mismo; porque espera que se le escuchará. Entonces se traba lucha entre el bueno y el malo, y vence aquél a quien e1 hombre deja que le domine».

512. ¿Podemos tener muchos espíritus protectores?

«Todo hombre tiene siempre espíritus simpáticos más o menos elevados que le aprecian y se interesan por él, como también los hay que le asisten en el mal».

513. ¿Los espíritus simpáticos obran en virtud de una misión?

«A veces pueden tener una Inisión temporal; pero lo más frecuente es que son solicitados únicamente por la semejanza de pensamientos y de sentimientos, así en el bien como en el mal».

—¿Parece resultar de esto que los espíritus simpáticos pueden ser buenos o malos?

«Sí; el hombre encuentra siempre espíritus que simpati zan con él, cualquiera que sea su carácter».

514. ¿Los espíritus familiares son los mismos que los simpáticos y protectores?

«Hay muchos matices en la protección y en la simpatía. Dadíes el nombre que queráis. El espíritu familiar corresponde más bien al amigo del hogar».

De las anteriores explicaciones y de las observaciones hechas sobre la naturaleza de los espirítus que se unen al hombre, puede deducirse lo siguiente:

El espíritu protector, ángel guardián o genio bueno es el que tiene la misión de seguir al hombre durante la vida y ayudarle a progresar. Siempre es de naturaleza relativamente superior a la del protegido.

Los espíritus familiares se unen a ciertas personas por lazos más o menos duraderos con objeto de serles útiles dentro de los limites de su poder, con frecuencia bastante limitado. Son buenos; pero a veces poco adelantados y hasta un poco ligeros. Se ocupan gustosos de los pormenores de la vida íntima, y sólo obran con permiso de los espíritus protectores o por orden suya.

Los espíritus simpáticos son aquellos que nos atraen afectos particulares y cierta semejanza de gustos y sentimientos, así en el bien como en el mal. La duración de sus relaciones está siempre subordinada a las circunstancias.

El mal genio es un espíritu imperfecto o perverso que se une al hombre con la mira de alejarle del bien; pero obra por voluntad propia y no en virtud de una misión. Su tenacidad está en relación del acceso más o menos fácil que halla. El hombre es libre siempre de escuchar su voz o de rechazarla.

515. ¿Qué pensar de esas personas que parecen unirse a ciertos individuos para arrastrarlos fatalmente a su perdición, O para guiarlos por el buen camino?

«Ciertas personas ejercen, en efecto, en otras una especie de fascinación que parece irresistible. Cuando esto se verifica para el mal, es que los espíritus malos se sirven de otros malos para subyugar mejor. Dios puede permitirlo para probaros».

516. Nuestros espíritus, bueno y malo, ¿podrían encarnarse para acompañarnos durante la vida de una manera más directa?

«Así sucede a veces; pero a menudo también encargan esta misión a otros espíritus encarnados que les son simpáticos ».

517. ¿Hay espíritus que se unen a toda una familia para protegerla?

«Ciertos espíritus se unen a los miembros de una misma familia que viven juntos y unidos por el afecto; pero no creáis en espíritus protectores del orgullo de razas».

518. Siendo atraídos los espíritus por sus simpatías hacia los hombres, ¿lo son igualmente hacia las reuniones de individuos por causas particulares?

«Los espíritus acuden con preferencia a donde están sus semejantes, pues allí están más a sus anchas y más seguros de ser escuchados. El hombre atrae a los espíritus en razón de sus tendencias, ya esté solo, ya forme un todo colectivo, como una sociedad, una ciudad o un pueblo. Hay, pues, sociedades, ciudades y pueblos que están asistidos por espíritus más o menos elevados, según el carácter y las pasiones que en ellos dominan. Los espíritus imperfectos se alejan de los que los rechazan y resulta que el perfeccionamiento moral de los todos colectivos, como el de los individuos, tiende a descartar a los espíritus malos y a atraer a los buenos, que excitan y mantienen el sentimiento del bien de las masas, como pueden otros atizar las malas pasiones».

519. Las aglomeraciones de individuos, como las sociedades, ciudades y naciones, ¿tienen sus espíritus protectores especiales?

«Sí; porque esas reuniones son individualidades colectivas que caminan hacia un fin común y que han menester de una dirección superior».

520. Los espíritus protectores de las masas, ¿son de naturaleza más elevada que los que se unen a los individuos?

«Todo es relativo al grado de adelanto de las masas como al de los individuos».

521. ¿ Pueden ciertos individuos cooperar al progreso de las artes, protegiendo a los que las cultivan?

«Hay espíritus protectores especiales, y que asisten a los que los invocan, cuando los consideran dignos; pero, ¿qué queréis que hagan por los que se creen ser lo que no son? No hacen que los ciegos vean, ni que oigan los sordos».

Los antiguos habían hecho de los espíritus protectores divinidades especiales; las musas no eran más que la personificación alegórica de aquéllos respecto de las ciencias y de las artes, como designaban balo el nombre de lares y penates a los espíritus protectores de la familia. Entre los modernos, las artes, las diferentes industrias, las ciudades y comarcas tienen también sus patronos protectores, que no son más que espíritus superiores; pero bajo otros nombres.

Teniendo cada hombre sus espíritus simpáticos, resulta que en los todos colectivos la generalidad de los espíritus simpáticos está en relación con la generalidad de los individuos; que los espíritus extraños son atraídos por la identidad de gustos y de pensamientos, en una palabra, que esas reuniones, lo mismo que los Individuos, están melor o peor rodeadas, asistidas e influidas según la naturaleza de los sentimientos de la multitud.

En los pueblos las causas de atracción de los espíritus son las costumbres, los hábitos, el carácter dominante y sobre todo las leyes; porque el carácter de la nación se refleja en sus leyes. Los hombres que hacen imperar entre ellos la justicia, combaten la influencia de los malos espíritus. Donde quiera que las leyes consagran cosas injustas, contrarias a la humanidad, están en minoría los espíritus buenos, y la masa de los malos que afluyen mantiene a las naciones en semejantes ideas, y paraliza las buenas influencias parciales que se pierden entre la multitud, como la espiga aislada entre las ortigas. Estudiando las costumbres de los pueblos o de toda reunión de bombres, es, pues, fácil formarse una idea de la población oculta que se inmiscuye en sus pensamientos y acciones.

Presentimientos

522. El presentimiento, ¿es siempre una advertencia del espíritu protector?

«El presentimiento es el consejo íntimo y oculto de un espíritu que os quiere bien. Se halla también en la intuición de la elección que se ha hecho; es la voz del instinto. El espíritu antes de encarnarse, tiene conocimiento de las principales fases de su existencia, es decir, de la clase de pruebas a que se compromete. Cuando tiene un carácter predominante, el espíritu conserva una especie de impresión en su fuero interno, y esta impresión, que es la voz del instinto, acentuándose cuando se aproxima el momento, se convierte en presentimiento».

523. El presentimiento y la voz del instinto tienen siempre algo de vago, ¿qué debemos hacer en la incertidumbre?

«Cuando estés incierto, invoca a tu espíritu bueno, o suplica al Señor de todo, a Dios, que te envíe a uno de sus mensajeros, a uno de nosotros».

524. Las advertencias de nuestros espíritus protectores, ¿tienen por objeto único la dirección moral, o también la conducta que debemos observar en las cosas de la vida privada?

«Todo, pues procuran haceros vivir lo mejor posible; pero a menudo vosotros cerráis el oído a las buenas advertenciar, y sois infelices por culpa vuestra».

Los espíritus protectores nos ayudan con sus consejos por medio de la voz de la conciencia, que hacen hablar dentro de nosotros; pero como no siempre le damos la necesaria importancia, nos los dan más directos, valiéndose de las personas que nos rodean. Examine cada cual las diversas circunstancias felices o desgraciadas de su vida, y verá cómo en muchas ocasiones ha recibido consejos que no siempre ha puesto en práctica y que, de haberlos escuchado, le hubieran evitado muchas desazones.

Influencia de los espíritus en los acontecimientos de la vida.

525. ¿Ejercen los espíritus alguna influencia en los acontecimientos de la vida?

«Ciertamente, puesto que te aconsejan».

¿Ejercen esta influencia de otro modo que por los pensamientos que sugieren, es decir, tienen una acción directa en la realización de las cosas?

«Sí; pero nunca se apartan de las leyes de la naturaleza».

Nosotros nos figuramos equivocadamente que la acción de los espíritus no debe manifestarse más que por fenómenos extraordinarios; quisiéramos que nos ayudasen por medio de milagros, y siempre nos los representamos provistos de una varita mágica. No hay tal cosa. y he aquí por qué su intervención nos aparece oculta y lo que con su con-curso se verifica nos parece muy natural. Asi, por ejemplo, provocarán el encuentro de dos personas que creerán encontrarse por casualidad; inspirarán a alguien la idea de pasar por un lugar determinado; llamarán su atención sobre tal cosa, si ha de conducir al resultado que quieren obtener, de modo, que creyendo el hombre seguir su propio impulso, conserva siempre su libre albedrío.

526. Teniendo los espíritus una acción directa en la materia, ¿pueden provocar ciertos efectos con objeto de que se realice un acontecimiento? Por ejemplo. un hombre debe morir: sube una escalera, ésta se rompe y el hombre muere. ¿Son los espíritus quienes lían hecho que se rompiese la escalera, para cumplir el destino de aquel hombre?

«Es muy cierto que los espíritus tienen una acción en la materia, pero para el cumplimiento de las leyes de la naturaleza y no para derogarías, haciendo surgir a un punto un acontecimiento inesperado y contrario a aquellas leyes. En el ejemplo propuesto se ha roto la escalera; porque estaba corroída o no era bastante fuerte para resistir el peso del hombre. Si el destino de éste era el de perecer de semejante modo, los espíritus le inspiraron la idea de subir la escalera que había. de romperse con su peso, y su muerte será un efecto natural sin que haya sido preciso un milagro para lograrlo».

527. Pongamos otro ejemplo en que no intervenga el estado natural de la materia. Un hombre debe morir de un rayo, se refugia debajo de un árbol, cae el rayo y muere el hombre. ¿Han podido los espíritus provocar aquél y dirigirlo a éste?

«Es lo mismo que en el caso anterior. Cayó el rayo eñ aquel árbol y en aquel momento; porque asi entraba en las leyes de la naturaleza. No ha sido dirigido al árbol, porque el hombre estaba debajo de él; pero inspirósele a aquél la idea de refugiarse debajo de un árbol que recibiría un rayo. Mas éste no hubiese dejado de caer, aunque allí no se hubiese encontrado el hombre».

528. Un hombre mal intencionado lanza sobre alguien un proyectil que le roza sin herirle, ¿puede haberlo desviado un espíritu bienhechor?

«Si el individuo no debe ser herido, el espíritu bienhechor le inspirará la idea de separarse, o bien podrá ofuscar a su enemigo de modo que no apunte bien; porque el proyectil, una vez lanzado, sigue la línea que debe recorrer».

529. ¿Qué debe pensarse de las balas encantadas de que se habla en ciertas leyendas, y que tocan infaliblemente en un punto dado?

«Pura imaginación. El hombre es aficionado a lo maravilloso, y no se contenta con las maravillas de la naturaleza».

—Los espíritus que dirigen los acontecimientos de la vida, ¿pueden ser contrariados por otros espíritus que deseen lo contrario?

«Lo que Dios quiere debe ser, y si existen detenciones o impedimentos, es por su voluntad».

530. ¿No pueden los espíritus ligeros y burlones suscitar esos pequeños obstáculos, que dificultan nuestros proyectos y desvían nuestras previsiones, en una palabra, son ellos los autores de lo que vulgarmente se llaman miserias de la vida humana?

«Se complacen en esos enredos que son pruebas para ejercitar vuestra paciencia, pero se cansan cuando ven que no obtienen resultado. No sería, sin embargo, justo ni exacto achacarles todos vuestros tropiezos, de los que vosotros sois los principales autores gracias a vuestra precipitación; porque si se te rompe la vajilla, se debe más a tu poco tino que a la acción de los espíritus».

—Los espíritus que suscitan enredos, ¿obran a consecuencia de animosidad personal, o bien se fijan en el que se les antoja sin algún motivo determinado y sólo por malicia?

«Lo uno y lo otro. A veces son enemigos que os habéis creado en esta u otras vidas y que os persiguen, y en otras ocasiones no existe motivo».

531. ¿La malevolencia de los seres que nos han hecho mal en la tierra termina con la vida corporal?

«A menudo reconocen su injusticia y el mal que han hecho; pero a menudo también su animosidad os persigue, si Dios lo permite, pára continuar probándoos».

—¿Puede ponérsele término, y de qué modo?

«Sí; se puede orar por ellos, y devolviéndoles bien por mal, acaban por comprender sus faltas. Por lo demás, sabiendo uno hacerse superior a sus maquinaciones, conclúyenlas viendo que nada consiguen».

La experiencia prueba que ciertos espíritus continúan su venganza de una a otra existencia, y que tarde o temprano expiamos las faltas que hemos cometido respecto de alguien.

532. ¿Tienen los espíritus poder de alejar los males de alguna persona y de atraerle prosperidades?

«No del todo, porque hay males comprendidos en los decretos de la Providencia; pero aminoran vuestros dolores, dándoos paciencia y resignación.

»Sabed también que a menudo depende de vosotros el alejar esos males, o por lo menos atenuarlos. Dios os ha dado la inteligencia para que os sirváis de ella, y en este punto especialmente vienen en vuestra ayuda los espíritus, sugiriéndoos pensamientos propicios; pero no asisten más que a los que a si mismo saben asistirse, y tal es el sentido de estas palabras: Buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá.

»Sabed más aún; sabed que lo que os parece un mal no lo es siempre, pues a menudo ha de resultar de él un bien que será más grande que el mal, y esto es lo que no comprendéis; porque sólo pensáis en el presente y en vuestra persona».

533. ¿Los espíritus pueden hacer que obtengamos los bienes de fortuna, si se los pedimos?

«A veces como prueba; pero lo rehusan con frecuencia, como se rechaza la petición inconsiderada de un niño».

—¿Los que conceden estos beneficios son espíritus buenos o malos?

«Unos y otros. Depende de la intención; pero general-mente son espíritus que quieren arrastraros al mal, y que encuentran un medio fácil de conseguirlo en los goces que proporciona la fortuna».

534. Cuando parece que los obstáculos se oponen fatalmente a nuestros proyectos, ¿es por influencia de algún espíritu?

«A veces se debe a los espíritus, otras, y son las más, a que os equivocáis. La posición y el carácter influyen mucho. Si os obstináis en una tarea que no os corresponde, ninguna influencia tienen los espíritus, y sois vosotros vuestros genios malos».

535. Cuando logramos alguna felicidad, ¿debemos dar por ello gracias a nuestro espíritu protector?

«Dad las gracias a Dios sobre todo, sin cuyo permiso nada se realiza, y después a los espíritus buenos que han sido sus agentes».

—¿Qué sucedería si dejásemos de hacerlo?

«Lo que sucede a los ingratos».

—¿Personas hay, sin embargo, que ni oran, ni dan gracias y todo les va bien?

«Si; pero es preciso esperar el fin. Pagarán muy cara esa dicha pasajera que no merecen; porque mientras más hayan recibido más les será exigido».

Acción de los espíritus en los fenómenos de la naturaleza.

536. Los grandes fenómenos de la naturaleza, los que se consideran como una perturbación de los elementos, ¿se deben a causas fortuitas o tienen un objeto providencial?

«Todo tiene su razón de ser, y nada acontece sin permiso de Dios».

—¿Estos fenómenos tienen siempre al hombre por objeto?

«A veces tienen una razón directa de ser para el hombre, pero a menudo no tienen otro objeto que el restablecimiento del equilibrio y de la armonía de las fuerzas físicas de la naturaleza».

—Concebimos perfectamente que la voluntad de Dios sea la causa primera en esto como en todas las cosas; pero, ¿cómo sabemos que los espíritus tienen acción en la materia y que son agentes de la voluntad de Dios, preguntamos si algunos de ellos ejercen una influencia determinada en los elementos para agitarlos, calmarlos o dirigirlos?

«Claro es que no puede ser de otro modo. Dios no se entrega a una acción directá en la materia y tiene sus agentes en todos los grados de la escala de los mundos».

537. La mitología de los antiguos está completamente fundada en las ideas espiritistas con la única diferencia de que aquéllos veían divinidades en los espíritus y nos repre sentaban aquellos dioses o espíritus con atribuciones especiales, de modo, que unos estaban encargados de los vientos, otros del rayo, éstos de presidir a la vegetación, etcétera; ¿está destituida de fundamento esta creencia?

«Está tan poco destituida de fundamento como lejana aún de la verdad».

—¿Por la misma razón podría, pues, haber espíritus que habitan en el interior de la tierra y presiden a los fenómenos geológicos?

«Esos espíritus no habitan realmente en la tierra, sino que presiden y dirigen según sus atribuciones. Algún día tendréis la explicación de todos esos fenómenos y los comprenderéis mejor».

538. ¿Los espíritus que presiden los fenómenos de la naturaleza forman una categoría especial en el mundo espiritista, son seres excepcionales o espíritus que han estado encarnados como nosotros?

«Que lo están o lo han estado».

—¿Esos espíritus pertenecen a los órdenes superiores o inferiores de la jerarquía espiritista?

«Depende de que sus funciones sean mas o menos materiales o inteligentes. Los unos mandan; los otros ejecutan y los que ejecutan las cosas materiales son siempre de orden inferior así entre los espíritus, como entre los hombres».

539. Para la producción de ciertos fenómenos, las tempestades, por ejemplo, ¿obra un espíritu solo o se reúnen en masas?

«En innumerables masas».

540. Los espíritus que ejercen acción en los fenómenos de la naturaleza, ¿obran con conocimiento de causa en virtud de su libre albedrío, o por un impulso instintivo e irreflexivo?

«Los unos, si y los otros, no. Pongamos una comparación: Figúrate esas minadas de animales que paulatinamente hacen surgir de los mares islas y archipiélagos, ¿crees que no hay en ello un fin providencial y que semejante transformación de la superficie del globo no es necesaria a la armonía general? Aquéllos, empero, no son más que animales del ínfimo grado que realizan tales cosas, proveyendo a sus necesidades y sin sospechar' que son instrumentos de Dios. Pues bien; de la misma manera son útiles al conjunto los espíritus más atrasados. Mientras se ensayan para la vida y antes de tener plena conciencia de sus actos y de su libre albedrío, obran en ciertos fenómenos cuyos agentes son a pesar suyo. Lo hacen así al principio, y más tarde, cuando esté más desarrollada su inteligencia, ordenarán y dirigirán las cosas del mundo material, y más tarde aún, podrán dirigir las del moral. Así todo sirve, todo se encadena en la naturaleza desde el átomo primitiyo hasta el arcángel, que a su vez ha empezado por el átomo. Admirable ley de armonía cuyo conjunto no puede apreciar vuestro espíritu limitado».

Los espíritus durante las batallas.

541. ¿En una batalla hay espíritus que asisten a ella y sostienen a cada bando?

«Sí, y estimulan su valor».

Así en otros tiempos nos representaban los antiguos a los dioses tomando parte a favor de tal o cual pueblo. Estos dioses no eran más que espíritus representados bajo figuras alegóricas.

542. En una guerra siempre está la justicia de parte de uno de los beligerantes, ¿cómo los espíritus se interesan por el que no tiene razón?

«Y a sabes perfectamente que hay espíritus que sólo procuran la discordia y la destrucción. Para ellos la guerra es la guerra, y poco se curan de la justicia de la causa».

543. ¿Ciertos espíritus pueden influir en el general para la concepción de sus planes de campaña?

«Sin duda alguna pueden los espíritus influir para este objeto como para todas las concepciones».

544. ¿Los espíritus malos podrían sugerirle malas combinaciones para perderle?

«Sí; ¿pero no tiene su libre albedrío? Si su juicio no le permite distinguir la idea exacta de la falsa, sufre las consecuencias, y mejor le sentaría obedecer que mandar».

545. ¿Puede a veces ser guiado el general por una especie de doble vista, vista intuitiva que le presente anticipada-mente el resultado de sus combinaciones?

«Así sucede generalmente en el hombre de genio, a lo que llama su inspiración y hace que obre con cierta exactitud. Esa inspiración procede de los espíritus que le dirigen y aprovechan las facultades de que está dotado».

546. En la confusión del combate, ¿qué se hace de los espíritus de los que sucumben? ¿Continúan interesándose en la acción después de la muerte?

«Algunos se interesan, otros se alejan».

En los combates sucede lo que en todos los casos de muerte violenta; en el primer momento el espirltu está sorprendido y como aturdido, y no se cree muerto. Parécele que aún toma parte en la acción, y sólo poco a poco encuentra la realidad.

547. Los espíritus que combatían cuando vivos, ¿se reconocen después de muertos como enemigos y están aún encolerizados entre sí?

«En semejantes momentos nunca está apacible el espíritu y en el primer instante puede aún acometer a su enemigo y hasta perseguirle; pero cuando recobra las ideas, ve que su animosidad carece de objeto. Puede, no obstante conservar vestigios mas o menos pronunciados según su carácter».

—¿Percibe aún el ruido de las armas?

«Si, perfectamente».

548. ¿El espíritu que asiste impasible como espectador a un combate, es testigo de la separación del alma y el cuerpo, y cómo se le presenta este fenómeno?

«Hay pocas muertes completamente repentinas. La mayor parte de las veces el espíritu cuyo cuerpo acaba de ser mortalmente herido no tiene de pronto conciencia de ello; cuando empieza a reconocerse, es cuando puede distinguirse al espíritu agitándose alrededor del cuerpo, lo que le parece tan natural que la presencia del cadáver no le ocasiona efecto alguno desagradable. Reconcentrada toda la vida en el espíritu. sólo él llama la atención, con él se habla o a él es a quien se manda».

De los pactos.

549. ¿Hay algo de cierto en los pactos con los espíritus malos?

«No; no existen tales pactos, sino una naturaleza mala que simpatiza con los espíritus malos. Por ejemplo quieres' martirizar a tu vecino y no sabes cómo hacerlo; entonces te atraes espíritus inferiores que, como tú, sólo quieren el mal, y para ayudarte quieren que secundes sus malos designios; pero no se sigue de aquí que tu vecino no pueda librarse de ellos por medio de una conjuración contraria y de su voluntad. El que quiere cometer una mala acción, por este mero hecho atrae espíritus malos que le ayudan, y vese obligado entonces a servirlos como ellos lo hacen respecto de él: porque tambien lo necesitan para el mal que desean hacer. En esto únicamente consiste el pacto».

La dependencia en que a veces está el hombre de los espíritus inferiores proviene de que se entrega a los malos pensamientos que le sugieren, y no de estipulaciones entre ellos y él. El pacto, en el sentido vulgar de la palabra es la alegoría de una naturaleza mala que simpatiza con espíritus malhechores.

550. ¿Qué sentido tienen las leyendas fantásticas según las cuales ciertos individuos han vendido su alma a Satanás. para lograr de él determinados favores?

«Todas las fábulas contienen una enseñanza y un sentido moral, y vuestro error consiste en tomarlas literalmente. La que nos ocupa es una alegoría que puede explicarse así: El que llama en su ayuda a los espíritus para lograr de ellos bienes de fortuna u otro cualquier favor, murmura de la Providencia; renuncia a la misión que ha recibido y a las pruebas que debe sufrir en la tierra, y experimentará las consecuencias en la vida futura. No quiere esto decir que su alma esté para siempre consagrada a la desgracia. sino que, puesto que en vez de desprenderse de la materia, se ha engolfado más en ella, las alegrías que habrá tenido en la tierra no las tendrá en el mundo de los espíritus, hasta que no se haya rehabilitado por medio de nuevas pruebas, quizá mayores y más penosas. Por su amor a los goces materiales se pone bajo la dependencia de los espíritus impuros, lo que constituye entre ambos un pacto oculto que le conduce a su pérdida, pero que siempre puede romper fácilmente, si lo quiere firmemente, con el auxilio de los espíritus buenos».

Poder oculto. Talismanes. Hechiceros.

551. ¿Un hombre malvado puede, con ayuda de un espíritu malo a quien está sometido, hacer mal a su prójimo?

«No; Dios no lo permitiría».

552. ¿Qué debemos pensar de la creencia de que ciertas personas tienen poder para echar las suertes?

«Ciertas personas tienen un poder magnético muy grande, del que pueden hacer mal uso, si es malo su propio espíritu, en cuyo caso pueden estar secundadas por otros espíritus malos; pero no creáis en ese supuesto poder magnético que sólo existe en la imaginación de las gentes supersticiosas, ignorantes de las verdaderas leyes de la naturaleza. Los hechos que se citan son naturales, mal observados y sobre todo mal comprendidos».

553. ¿Qué efecto pueden tener las fórmulas y prácticas, a cuyo beneficio pretenden ciertas personas disponer a su antojo de los espíritus?

«El efecto de ponerlas en ridículo, si lo hacen de buena fe, y en el caso contrario, son embaucadores dignos de cas-tigo. Todas las fórmulas son charlatanismo; no hay ninguna palabra sacramental, ningún signo cabalístico, ningún talismán que tenga acción en los espíritus; porque éstos sólo por el pensamiento, y no por cosas materiales, son atraídos».

—¿Ciertos espíritus no han dictado por si mismos fórmulas cabalísticas?

«Sí; tenéis espíritus que os indican signos, palabras extrañas, o que os prescriben ciertos actos a cuyo favor hacéis lo que llamáis conjuros; pero estad muy seguros de que los tales son espíritus que se burlan de vosotros y abusan de vuestra credulidad».

554. Aquel que a todo trance tiene confianza en lo que llama la virtud del talismán, ¿no puede por esa misma confianza atraerse un espíritu, siendo entonces el pensamiento quien obra, y el talismán no más que un signo que favorece la dirección de aquél?

«Es cierto; pero la naturaleza del espíritu atraído depende de la pureza de la intención y de la elevación de sentímientos, y es extraño que el que es bastante sencillo para creer en la virtud de un talismán, no tenga por objeto un fin más material que moral. En todo caso, eso acusa una pequeñez y una debilidad de ideas, que dan acceso a los espíritus imperfectos y burlones».

555. ¿Qué sentido debe darse a la calificación de hechícero?

«Los que llamáis hechiceros son personas, cuando proceden de buena fe, que están dotadas de ciertas facultades, tales como el poder magnético y la doble vista, y como hacen cosas que no comprendéis, las creéis dotadas de un poderio sobrenatural. ¿Vuestros sabios no han pasado con frecuencia por hechiceros a los ojos de los ignorantes?»

El espiritismo y el magnetismo nos dan la clave de una multitud de fenómenos sobre los cuales ha forjado la ignorancia una infinidad de fábulas, en las que la imaginación ha exagerado los hechos. El conocimiento esclarecido de esas dos ciencias que, por decirlo asi, no son más que una, mostrando la realidad de las cosas y su verdadera causa, es el mejor preservativo contra las ideas supersticiosas; porque demuestra lo posible y lo imposible. lo que entra en las leyes de la naturaleza y lo que no pasa de ser una creencia ridícula.

556. ¿Ciertas personas tienen verdaderamente el don de curar por el simple tacto?

«Hasta a eso puede llegar la potencia magnética, cuando está secundada por la pureza de sentimientos y un deseo ardiente de hacer bien; pero entonces los espíritus buenos vienen en su auxilio. Pero es preciso prevenirse contra el modo como son contadas las cosas por personas demasiado crédulas o entusiastas, dispuestas siempre a ver maravillas en las cosas más naturales y sencillas. Y también es preciso desconfiar de los relatos interesados de las personas que explotan en provecho suyo la credulidad».

Bencición y maldición.

557. ¿La bendición y la maldición pueden atraer el bien o el mal en aquellos sobre quienes recaen?

«Dios no oye una maldición injusta, y el que la pronuncia es culpable ante él. Como tenemos dos genios opuestos, el bien y el mal, puede existir una influencia momentánea, hasta en la materia; pero sólo se verifica siempre por la voluntad de Dios, y como añadidura de prueba para aquel que es objeto de ella. Por lo demás, a quien se maldice con frecuencia es a los malvados y a quien se bendice es a los buenos. La bendición y la maldición no pueden nunca desviar a la Providencia del camino de la justicia; ni hiere al maldecido sino cuando es malvado y su protección sólo cubre al que la merece».