El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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589. Ciertas plantas, tales como la sensitiva y la dionea, por ejemplo, tienen movimientos que revelan una gran sensibilidad, y en ciertos casos, una especie de voluntad, como la última cuyos lóbulos apresan a las moscas que se posan en ellos para chuparles el jugo, y a las cuales parece que tiende una red para matarlas. ¿Estas plantas están dotadas de la facultad de pensar? ¿Tienen voluntad y forman una clase intermedia entre la naturaleza vegetal y la animal? ¿Son una transición de la una a la otra?

«Todo es transición en la naturaleza, por el hecho de que nada es semejante y todo se enlaza. Las plantas no piensan, y por consiguiente no tienen voluntad; La ostra que se abre y todos los otros zoófitos no piensan, sólo tienen instinto ciego y natural».

La organización humana nos ofrece ejemplos de movimientos análogos sin intervención de la voluntad, como en las funciones digestivas y circulatorias. El piloro se cierra al contacto de ciertos cuerpos para negarles el paso. Lo mismo debe suceder en la sensitiva, en la cual los movimientos no implican en manera alguna la necesidad de una percepción y menos aún de la voluntad.