CAPÍTULO IV
PLURALIDAD DE EXISTENCIAS
De la reencarnación. —Justicia de la reencarnación. —Encarnación en diferentes mundos. —Transmigración progresiva.
—Suerte de los niños después de la muerte. —Sexos en los
espíritus. —Parentesco, fíliación.
—Semejanzas físicas u morales. —Ideas innatas.
De la reencarnación.
166. ¿Cómo puede acabar de purificarse el alma, que no ha alcanzado la perfección
durante la vida corporal?
«Sufriendo la prueba de una nueva existencia».
—¿Cómo realiza el alma esta nueva existencia? ¿Transformándose como espíritu?
«Es indudable que purificándose el alma, sufre una transformación; pero para conseguirlo,
le es precisa la prueba de la vida corporal»
—¿El alma tiene, pues, muchas existencias corporales?
«Sí; todos tenemos muchas existencias. Los que os dicen lo contrario, quieren teneros en
la ignorancia en que ellos están. Su deseo no es otro».
—Parece resultar de este principio que el alma, después de abandonar el cuerpo, toma otro,
es decir, que se reencama en un nuevo cuerpo. ¿Es así como debemos entenderlo?
« Evidentemente».
167. ¿Cuál es el objeto de la reencarnación?
«La expiación y mejoramiento progresivo de la humanidad. ¿Dónde estaría sin eso la
justicia?»
168. ¿Es limitado el número de las existencias corporales o bien se reencarna
perpetuamente el espíritu?
«En cada nueva existencia, el espíritu da un paso en el camino del progreso, y cuando se
despoja de todas las impurezas no necesita ya las pruebas de la vida corporal».
169. ¿Es el mismo el número de encarnaciones para todos los espíritus?
«No; porque el que progresa rápidamente se evita pruebas. Como quiera que sea, las
encarnaciones sucesivas son siempre muy numerosas; porque el progreso es casi infinito».
170. ¿Qué viene a ser el espíritu después de su última encarnación?
«Espíritu bienaventurado. Espíritu puro».
Justicia de la reencarnación.
171. ¿En qué se funda el dogma de la reencarnación?
«En la justicia de Dios y en la revelación; porque, como lo repetimos siempre, un buen
padre deja siempre a sus hijos una puerta abierta al arrepentimiento. ¿No te dice la razón que
seria injusto privar irremisiblemente de la dicha eterna a todos aquellos, cuyo mejoramiento
no ha estado en su mano? ¿Por ventura todos los hombres no son hijos de Dios? Sólo entre
los hombres egoístas impera la iniquidad, el odio implacabley las perlas irremisibles».
Todos los espíritus tienden a la perfección, y Dios les proporciona medios de conseguirla por las
pruebas de la vida corporal; pero en su justicia les permite que cumplan en nuevas existencias lo que no pudieron hacer o terminar en la prueba
anterior.
No estaría conforme nl con la equidad, ni con la hondad de Dios el castigar eternamente a los que han
podido encontrar obstáculos ajenos de su voluntad, y en el mismo medio en que viven, que retarden su
perfeccionamiento. Si la suerte del hombre quedase irrevocablemente decidida después de la muerte, Dios no habría pesado las acciones de todos con la misma balanza, ni los
habría tratado con imparcialidad.
La doctrina de la reencarnación, que admite muchas existencias sucesivas, es la única conforme con la
idea que nos formamos de la justicia de Dios, respecto de los hombres que ocupaban una condición moral
inferior, la única que puede explicarnos el porvenir y basar nuestras esperanzas, puesto que nos
proporciona medios de enmendar nuestras faltas por nuevas pruebas. La razón así lo índica y asi nos lo
enseñan los espíritus.
El hombre que tiene conciencia de su inferioridad halla en la doctrina de la reencarnación una
consoladora esperanza. Si cree en la justicia de Dios, no puede esperar que será eternamente igual a los
que han obrado mejor que él. La idea de que su inferioridad no le deshereda para siempre del bien
supremo, y de que podrá lograrlo con nuevos esfuerzos, le sostiene, alentando su ánimo. ¿Quién es el que
al terminar su vida, no se conduele de haber adquirido demasiado tarde la experiencia de que no puede
aprovecharse? Pues esta experiencia tardia no se pierde, y será empleada con provecho en una nueva
vida.
Encarnación en diferentes mundos.
172. ¿Se realizan en la Tierra todas nuestras diferentes existencias corporales?
«No, sino en los diferentes mundos. La terrestre no es la primera, ni la última; pero si, una
de las más materiales y lejanas de la perfección».
173. A cada nueva existencia corporal, ¿pasa el alma de un mundo a otro, o bien puede
vivir varias veces en el mismo mundo?
«Puede revivir muchas veces en el mismo mundo, si no está bastante adelantada para
pasar al inmediato».
—Según eso, ¿podemos reaparecer muchas veces en la Tierra?
«Ciertamente».
—¿Podemos volver a ella después de haber vivido en otros mundos?
«Seguramente; pues habéis podido vivir ya en otra parte y en la Tierra».
174. ¿Es una necesidad volver a vivir en la Tierra?
«No; pero si no adelantáis, podéis ir a otro mundo que no sea mejor o que puede ser
peor».
175. ¿Es ventajoso volver a habitar en la Tierra?
«Ninguna ventaja particular tiene, a menos de que se desempeñe una misión, pues
entonces se progresa en ella como en cualquiera otra parte».
—¿No sería mejor continuar siendo espíritu?
«¡No, no! Permaneceríamos estacionarios, y queremos caminar hacia Dios».
176. Los espíritus, después de haber estado encarnados en otros mundos, ¿pueden estarlo
en éste, sin haber vivido nunca en él?
«Sí, como vosotros en otros. Todos los mundos son solidarios, y lo qué no se hace en
uno se hace en otro».
—¿Luego hay hombres que están por primera vez en la Tierra?
«Hay muchos y en diversos grados».
—¿Existe algún signo para conocer al espíritu que aparece por primera vez en la Tierra?
«Eso no tendría ninguna utilidad».
177. Para llegar a la perfección y a la dicha suprema, objeto final de todos los hombres,
¿debe pasar el espíritu por la serie de todos los mundos que existen en el universo?
«No, porque hay muchos mundos que ocupan el mismo grado, y en los que nada nuevo
aprendería el espíritu».
—¿Cómo se explica, pues, la pluralidad de existencias en el mismo globo?
«Porque puede encontrarse cada vez en posiciones muy diferentes, que son para él otras
tantas ocasiones de adquirir experiencia».
178. ¿Pueden los espíritus revivir corporalmente en un mundo relativamente inferior a
aquel en que ya han vivido?
«Sí, cuando han de desempeñar una misión para favorecer el progreso, y entonces
aceptan con alegría las tribulaciones de aquella existencia; porque les proporciona ocasión de
adelantar».
—¿No puede suceder eso mismo por expiación, y no puede Dios enviar a los espíritus
rebeldes a mundos inferiores?
«Los espíritus pueden permanecer estacionarios; pero no retroceden, y su castigo consiste
entonces en no adelantar
y en volver a empezar las existencias mal empleadas, en la esfera que conviene a su
naturaleza».
—¿Quiénes son los que han de empezar nuevamente la misma existencia?
«Los que faltan a su misión o a sus pruebas».
179. Los seres que habitan en cada uno de los mundos, ¿han llegado todos al mismo grado
de perfección?
«No, y sucede lo mismo que en la Tierra, pues los hay más o menos adelantados».
180. Al pasar de éste a otro mundo, ¿conserva el espíritu la inteligencia que en aquél
tenía?
«Sin duda, pues la inteligencia no se pierde; pero puede no contar con los mismos medios
de manifestarla, dependiendo esto de su superioridad y del estado del cuerpo que tomen».
(Véase Influencia del organismo, número 367 y siguientes.)
181. Los seres que habitan en los diferentes mundos, ¿tienen cuerpos semejantes a los
nuestros?
«Es indudable que tienen cuerpo, porque se hace necesario que el espíritu esté revestido de
materia para obrar sobre la materia; pero esa envoltura es más o menos material según el
grado de pureza a que han llegado los espíritus, y en esto consiste la diferencia de los mundos
que hemos de recorrer; porque hay muchas habitaciones en la morada dc nuestro Padre, y
muchos grados por lo tanto. Unos lo saben y tienen conciencia de ello en la Tierra; pero otros
están muy lejos de semejante creencia».
182. ¿Podemos conocer con exactitud el estado físico y moral de los diferentes mundos?
«Nosotros, los espíritus, no podemos responder más que conforme al grado en que os
encontráis, es decir, que estas cosas no debemos revelarías a todos; porque no todos están en
estado de comprenderlas, y les perturbarían».
A medida que el espíritu se purifica, el cuerpo que reviste se apro xima igualmente a la naturaleza
espiritista. La materia se hace menos densa, no se arrastra tan penosamente por el suelo, las necesidades
fisicas son menos groseras y los seres vivientes no tienen necesidad de destruirse mutuamente para
alimentarse. El espíritu es más libre y tiene de las cosas lejanas percepciones que nos son desconocidas,
viendo con los ojos del cuerpo lo que nosotros sólo vemos con el pensamiento.
La purificación de los espíritus produce en los cuerpos en que están encarnados el perfeccionamiento
moral; se debilitan en él las pasiones animales, y el egoismo cede el puesto al sentimiento de fraternidad. Por esto en los mundos superiores a la
Tierra son desconocidas las guerras, no teniendo objeto el odio y la discordia; porque nadie piensa en
dañar a su semejante. La intuición que tienen de su porvenir y la seguridad que les da la conciencia, libre
de remordimientos, hacen que la muerte no les cause temor alguno, y la ven llegar sin miedo y como una
simpie transformación.
La duración de la vida en los diferentes mundos parece que está en proporción del grado de
superioridad fisica y moral de esos mismos mundos, lo cual es completamente racional. Mientras menos
material es el cuerpo, menos expuesto está a las vicisitudes que lo desorganizan y mientras más puro es el
espíritu, menos son las pasiones que lo debilitan. Este es otro favor de la Providencia, que abrevia asi los
sufrimientos.
183. Al pasar de un mundo a otro, ¿pasa el espíritu por una nueva infancia?
«La infancia es en todas partes una transición necesaria; pero en todas partes no es tan
estúpida como la vuestra».
184. ¿Elige el espíritu el nuevo mundo en que ha de habitar?
«No siempre; pero puede pedirlo, y obtenerlo, si lo merece; porque sólo conforme al
grado de elevación de los espíritus les son asequibles los mundos».
—Si el espíritu no lo pide, ¿qué es lo que determina el mundo donde ha de encarnarse?
«Su grado de elevación».
185. El estado físico y moral de los seres vivientes, ¿es perpetuamente el mismo en cada
globo?
«No, pues también están sujetos los mundos a la ley del progreso. Todos, como el
vuestro, han empezado por encontrarse en estado inferior, y la misma Tierra experimentará
semejante transformación, trocándose en paraíso terrestre, cuando los hombres sean buenos».
Así, pues, las razas que en la actualidad pueblan la tierra desapare cerán un día. siendo
reemplazadas por seres más y más perfectos, y esas razas transformadas sucederán a la actual, como ésta
ha sucedido a otras más groseras aún.
186. ¿Existen mundos en los cuales el espíritu, dejando de habitar en un cuerpo material,
no tiene otra envoltura que el periespíritu?
«Sí, y esta misma envoltura se hace tan etérea, que para vosotros es como si no existiese,
y tal es el estado de los espíritus puros».
—¿Parece resultar de esto que no hay una demarcación clara entre el estado de las últimas
encarnaciones y el del espíritu puro?
«Esa demarcación no existe, y desapareciendo gradualmente la diferencia, se hace
insensible, como desaparece la noche a los primeros fulgores del día».
187. La sustancia del periespíritu, ¿es la misma en todos los globos?
«No, es más o menos etérea. Al pasar de un mundo a otro, el esp¡ritu reviste la materia propia a cada uno de ellos, operación que dura tan poco tiempo como un relámpago».
188. ¿Los espíritus puros habitan en mundos especiales, o están en el espacio universal sin
predilección de un globo sobre los otros?
«Los espíritus puros habitan en ciertos mundos, pero no están confinados en ellos como
los hombres en la tierra, y más fácilmente que los otros pueden estar en todas partes».*
* Según los espíritus, entre todos los globos que componen nuestro sistema planetario, la Tierra es uno
de aquellos cuyos habitantes están menos adelantados física y moralmente, Marte es inferior, y Júpiter
mucho más superior en todos conceptos. El Sol no es un mundo habitado por seres corporales, sino un
punto de reunión de los espíritus superiores, que desde alIi irradian por medio del pensamiento a los otros
mundos que dirigen por mediación de espíritus menos elevados, con los cuales comunican merced al fluido
universal. Como constitución física, el Sol es un foco de electricidad. Parece que todos los soles se
encuentran en posición idéntica.
El, volumen y distancia que separa a los planetas del Sol no tienen ninguna relación necesaria con el
grado de adelanto de los mundos, puesto que parece que Venus está más adelantado que la Tierra, y
Saturno menos que Júpíter.
Muchos espíritus que han animado a personas conocidas en la Tierra, han dicho que estaban
reencarnadas en Júpiter, uno de los mundos más próximos a la perfección, y ha podido causar admiración
ver en este mundo tan adelantado a hombres que la opinión en la Tierra no conceptuaba dignos de tanto.
Nada debe sorprender esto, si se considera que ciertos espíritus que habitan en este planeta, pudieron ser
enviados a la Tierra para desempeñar una misión, que a nuestros ojos no les hacia dignos del primer
puesto. En segundo lugar, entre su existencia terrestre y la que viven en Júpiter. pueden haber vivido
otras intermediarias, durante las cuales se hayan mejorado; y en tercer lugar, en este mundo, como en el
nuestro, hay diferentes grados de desenvolvimiento, entre los cuales puede haber la distancia que separa
entre nosotros al salvaje del hombre civilizado. Así, pues, del hecho de habitar en Júpiter, no se sigue que
ha de estarse al nivel de los seres más adelantados, del mismo modo que no por vivir en Paris se ha de estar a la altura de uno de los sabios del
Instituto.
Las condiciones de longevidad tampoco son las mismas en todas partes que en la Tierra, y la edad no
puede compararse. Una persona que había muerto hacia algunos afios, fue evocada, 'y dijo que estaba
encarnada hacia ya seis meses, en un mundo cuyo nombre nos es desconocido. Preguntada acerca de la
edad que en aquel mundo tenía contestó: «No puedo precisarla; porque no contamos como vosotros;
además. el modo de vivir no es el mismo, pues aquí nos desarrollamos mucho más pronto, y sin embargo,
aunque sólo hace seis de vuestros meses que me encuentro en este mundo, puedo decir, que, en punto a
inteligencia, tengo treinta atios de la edad que contaba en la Tierra».
Muchas respuestas análogas han sido dadas por otros espíritus, y esto no es nada Inverosímil. ¿No
vemos en la Tierra que una multitud de animales llegan en pocos meses a su desarrollo normal? ¿Por qué
no ha de suceder lo mismo con el hombre en otras esferas? Obsérvese, por otra parte, que el desarrollo a
que llega el hombre en la Tierra a la edad de treinta años, no pasa quizá de ser una especie de infancia,
comparado con el que está llamado a alcanzar. Se necesita ser muy miope de inteligencia para tomarnos
en todo por tipos de la creación, y se rebaja mucho a la Divinidad. creyendo que, fuera de nosotros, nada
hay que le sea posible.
Transmigración progressiva.
189. Desde el principio de su formación, ¿goza el espíritu de la plenitud de sus
facultades?
«No; porque el espíritu, como el hombre, tiene también su infancia. En su origen, no
tienen los espíritus más que una existencia instintiva, y apenas tienen conciencia de si mismos
y de sus actos. Sólo poco a poco se desarrolla la inteligencia».
190. ¿Cuál es el estado del alma en su primera encarnación?
«El estado de infancia en la vida corporal, y apenas se desarrolla su inteligencia; se
ensaya en la vida».
191. ¿Las almas de nuestros salvajes son almas en estado de infancia?
«Infancia relativa; pero son almas desarrolladas ya, pues tienen pasiones».
—¿Las pasiones son, pues, una señal de desarrollo?
«De desarrollo, sí; pero no de perfección. Son una señal de actividad y de conocimiento
del yo mientras que en el alma primitiva la inteligencia y la vida están en germen».
La vida del espíritu recorre en conjunto las mismas fases de la vida corporal. Pasa gradualmente del
estado de embrión al de infancia, para llegar por una serie de períodos al de adulto, que es el de la
perfección; pero con la diferencia de que no tiene decaimiento y decrepitud como en la vida corporal; que
su vida, que tiene principio, no tendrá fin; que necesita un tiempo inmenso, a nuestro modo de ver, para
pasar de la infancia espiritista al desarrollo completo, y que realiza su progreso no en una sola esfera, sino
pasando por diversos mundos. La vida del espíritu se compone, pues, de una serie de existencias
corporales, cada una de las cuales le es ocasión de progreso, como cada existencia corporal se compone de
una serie de días, en cada uno de los cuales acrecienta el hombre su experiencia e instrucción. Pero del
mismo modo que en la vida del hombre hay días infructuosos, en la del espíritu hay existencias corporales
que no producen resultado; porque no ha sabido aprovecharlas.
192. ¿Se puede desde esta vida, observando una conducta perfecta. franquear todos los
grados y llegar a ser espíritu puro, sin pasar por otros intermediarios?
«No; porque lo que el hombre cree perfecto está muy lejos de la perfección, y hay
cualidades que le son desconocidas y no puede comprender. Puede ser tan perfecto como lo
permita su naturaleza terrestre; pero ésta no es la perfección absoluta. Así como el niño, por
mucha que sea su precocidad, ha de pasar por la juventud antes de llegar a la madurez, así
también el enfermo pasa por la convalecencia antes de recobrar toda la salud. Y además, el
espíritu ha de progresar en ciencia y moralidad, y si sólo en un sentido ha progresado, es
preciso que progrese en el otro para lleqar a lo alto de la escala. Pero mientras más adelanta el
hombre en la vida presente, menos largas y penosas son las pruebas siguientes».
—¿Puede el hombre, por lo menos asegurarse desde esta vida una existencia futura menos
sobrecargada de amarguras?
«Sin duda que Sí, pues puede abreviar la extensión y dificultades del camino. Sólo el
indolente se encuentra siempre en el mismo punto».
193. En sus nuevas existencias, ¿puede el hombre descender a más baja condición de la
que ocupaba?
«Respecto de la posición social, sí; pero no considerado como espíritu».
194. ¿El alma de un hombre de bien puede, en una nueva encarnación, animar el cuerpo
de un malvado?
«No; porque no puede degenerar».
—¿El alma de un perverso puede llegar a ser la de un hombre de bien?
«Sí, si se arrepiente, y entonces la transformación es una recompensa».
La marcha de los espíritus es progresiva y nunca retrógrada; se elevan gradualmente en la
jerarquía, y no descienden de la altura a que han llegado. En sus diferentes existencias corporales pueden
descender como hombres; pero no como espíritus. Así el alma de un potentado de la tierra puede más
tarde animar al más humilde artesano, y viceversa; porque los rangos entre los hombres están con
frecuencia en razón inversa de los sentimientos morales. Herodes era rey, y Jesús, carpintero.
195. La posibilidad de mejorarse en otra existencia, ¿no puede inducir a ciertas personas
a perseverar en el mal camino, creídos de que más tarde podrán corregirse?
«El que así piensa no cree en nada, y tampoco le contiene la idea de un castigo eterno,
porque su razón la rechaza, y semejante idea conduce a la incredulidad sobre todas las cosas.
Si sólo medios razonables se hubiesen empleado en la dirección de los hombres, no habria
tantos escépticos. Un espíritu imperfecto puede, en efecto, pensar lo que tú dices durante su
vida corporal; pero una vez desprendido de la materia, piensa de muy distinto modo, porque
pronto comprende que ha calculado mal, y entonces es cuando trae un sentimiento contrario
en una nueva existencia. Así es como se realiza el progreso, y he aquí por qué teneis en
la tierra hombres más adelantados que otros. Unos tienen aquella experiencia de que carecen
otros; pero que adquirirán paulatinamente. De ellos depende precipitar su progreso o
retardarlo indefinidamente».
El hombre que ocupa una mala posición desea cambiarla lo más pronto posible. El que está
persuadido de que las tribulaciones de esta vida son consecuencia de sus imperfecciones, procurará
proporcionarse una nueva existencia menos penosa, y este pensamiento, más que el del fuego eterno, en el
que no cree, le alejará del camino del mal.
196. No pudiendo los espíritus mejorarse más que sufriendo las tribulaciones de la vida
corporal, ¿se deduce que la vida material es una especie de tamiz o depuratorio, por el que
deben pasar los seres del mundo espiritista para llegar la la perfección?
«Sí; exactamente, es así. Se mejoran en esas pruebas evitando el mal y practicando el
bien. Pero sólo después de muchas encarnaciones o purificaciones sucesivas, alcanzan el
objeto hacia el cual se dirigen en un tiempo más o menos largo, según sus esfuerzos».
—¿Es el cuerpo el que influye en el espíritu para mejorarle, o el espíritu en el cuerpo?
«Tu espíritu lo es todo; el cuerpo es una vestidura que se pudre; todo se reduce a esto».
El jugo de la vid nos ofrece una comparación material de los diferentes grados de la purificación del
alma. Contiene el licor llamado espíritu de vino o alcohol, pero debilitado por una multitud de materias
extrañas que alteran su esencia, y no se obtiene su pureza absoluta sino después de muchas destilaciones.
en cada una de las cuales se desprende de alguna impureza. El alambique es el cuerpo en que ha de entrar
para purificarse, y las materias extrañas vienen a ser como el periespíritu, el cual se purifica a medida
que el espíritu se aproxima a la perfección.
Suerte de los niños después de la muerte.
197. ¿El espíritu de un niño, muerto en edad temprana, está tan adelantado como el de un
adulto?
«A veces mucho más, porque puede haber vivido mucho más y tener más experiencia
sobre todo si ha progresado».
—¿El espíritu de un niño puede, pues, estar más adelantado que el de su padre?
«Este es un caso muy frecuente, ¿por ventura no lo veis a menudo en la tierra?»
198. El espíritu del niño, que por haber muerto en edad temprana, no pudo hacer mal,
¿pertenece a los grados superiores?
«Si no ha hecho mal, tampoco ha hecho bien, y Dios no le libra de las pi'uebas que ha de
sufrir. Si es puro, no depende de que fuera niño, sino de que estaba más adelantado».
199. ¿Por qué se interrumpe a menudo la vida de la infancia?
«La duración de la vida del niño para el espíritu que en él está encarnado, puede ser
complemento de una existencia interrumpida antes del término deseado, y su muerte es con
frecuencia una prueba o una expiación para sus padres».
—¿Qué hace el espíritu de un niño que muere en edad temprana?
«Vuelve a empezar una nueva existencia».
Si sólo una existencia tuviese el hombre, y si después de ella quedase decidida para siempre su suerte
futura, ¿cuál sería el mérito de la mitad de la especie humana, que muere en edad tierna, para disfrutar,
sin haber luchado, de la dicha eterna, y con qué derecho sería eximida de las condiciones, tan duras a
veces, impuestas a la otra mitad? Semejante orden de cosas no podría estar conforme con la justicia de
Dios, Dada la reencarnación, todos son iguales, a todos pertenece el porvenir sin excepción y sin
favoritismo, y los últimos que llegan sólo a si mismos pueden culparse. El hombre debe tener el mérito de
sus actos, como tiene la responsabilidad de ellos.
Por otra parte, no es racional considerar la infancia como un estado normal de inocencia. ¿No vemos
niños dotados de los peores instintos en edad en que no ha podido la educación ejercer aún su influencia?
¿No los vemos que parecen haber traído, al nacer, la astucia, la falsedad, Ja perfidia y hasta los instintos
del robo y del asesinato, no obstante los buenos ejemplos que les rodean? La ley civil absuelve sus
crímenes; porque, según dice obran sin discernimiento, y tienen razón, porque, en efecto, obran más por
instinto que deliberadamente. Pero, ¿de dónde pueden provenir esos tan diferentes instintos en niños de
una misma edad, educados con las mismas condiciones y sometidos a las mismas influencias? ¿De dónde,
si no de la inferioridad del espíritu, procede esa perversidad precoz, puesto que ninguna parte toma en
ella la educación? Los que son viciosos, lo son porque sus espíritus han progresado menos, y sufren
entonces las consecuencias, no de sus actos de niño, sino de los de sus existencias anteriores, y así una
misma es la ley para todos y a todos alcanza la justicia de Dios.
Sexos en los espíritus.
200. ¿Tienen sexos los espíritus?
«Como lo comprendéis vosotros, no; porque los sexos dependen del organismo. Existe
entre ellos amor y simpatía; pero fundados en la semejanza de sentimientos».
201. El espíritu que animó el cuerpo de un hombre, ¿puede en una nueva existencia,
animar el de una mujer, y viceversa?
«Sí; unos mismos espíritus animan a los hombres y a las mujeres».
202. Cuando somos espíritus, ¿preferimos encarnarnos en el cuerpo de un hombre o de
una mujer?
«Poco le importa al espíritu; porque depende de las pruehas que ha de sufrir».
Los espíritus renacen hombres o mujeres; porque carecen de sexo. Como deben progresar en todo,
cada sexo, lo mismo que cada posición social, les ofrece pruebas y deberes especiales y ocasión de adquirir
experiencia. El que fuese siempre hombre, no sabria más que lo que saben los hombres.
Parentesco, filiación.
203. ¿Los padres transmiten a sus hijos una parte de su alma, o se limitan a darles la vida
animal, a ra cual viene después una nueva alma a añadir la vida moral?
«Solamente la vida animal, porque el alma es indivisible. Un padre estúpido puede tener
hijos de talento y viceversa».
204. Puesto que tenemos muchas existencias, ¿el parentesco se remonta a otras distintas de
la actual?
«No puede suceder de otro modo. La sucesión de las existencias corporales establece
entre los espíritus lazos que se remontan a vuestras anteriores existencias, y de aquí proceden
con frecuencia las causas de simpatía entre vosotros y ciertos espíritus que os parecen
extraños».
205. ¿Según ciertas personas, parece que la doctrina de la reencarnación destruye los lazos
de familia, haciéndolos remontar a otras existencias además de la actual?
«Los extiende; pero no los destrúye. Estando fundado el parentesco en afectos anteriores,
los lazos que unen a los miembros de una misma familia son menos precarios. La reencarnación aumenta los deberes de fraternidad; porque en vuestro vecino o criado puede
vivir un espíritu que ha estado ligado a vosotros por los lazos de la sangre».
—¿Disminuye, sin embargo, la importancia que algunos dan a su filiación, puesto que puede
haberse tenido por padre a un espíritu que perteneció a otra raza, o que vivió en muy distinta
condición?
«Es verdad; pero esa importancia se funda en el orgullo, pues lo que la mayor parte honra
en sus antepasados son los títulos, la jerarquía y la fortuna. Tal hay que se avergonzaría de
descender de una zapatero honrado y que se vanagloría de derivar de un gentilhombre
calavera. Pero por más que digan o hagan, no evitarán que las cosas sean lo que son; porque
Dios no ha dispuesto las leyes de la naturaleza con arreglo a su vanidad».
206. ¿Es ridículo el culto de los antepasados, porque no existe filiación entre los espíritus
de los descendientes de una misma familia?
«Ciertamente que no; porque debemos considerarnos felices de pertenecer a una familia
en la que se han encarnado espíritus elevados. Aunque éstos no procedan unos de otros, no
profesan, sin embargo, menos afecto a los que con ellos están unidos por lazos de familia;
porque semejantes espíritus se inclinan a menudo a tal o cual familia por simpatía o por lazos
anteriores. Pero estad persuadidos de que ninguna honra reciben los espíritus de vuestros
antepasados del culto, que por orgullo les tributáis; su mérito sólo se refleja en vosotros, a
medida que os esforzáis en seguir los buenos ejemplos que os dieron, y entonces únicamente
puede vuestro recuerdo serles no sólo agradable, sino que también útil».
Semejanzas físicas y morales.
207. Con frecuencia los padres transmiten a los hijos la semejanza física. ¿Les transmiten
también la moral?
«No; porque tienen almas o espíritus diferentes. El cuerpo procede del cuerpo, pero el
espíritu no procede del espíritu. Entre los descendientes de raza no existe más que
consanguinidad».
—¿De dónde proceden las semejanzas morales que existen a veces entre padres e hijos?
«Son espíritus simpáticos atraídos por la semejanza de inclinaciones».
208. ¿No tiene influencia el espíritu de los padres en el del hijo, después de haber nacido
éste?
«La tiene, y muy grande, pues, como dejamos dicho, los espíritus deben contribuir a su
progreso recíproco. Pues bien: el espíritu de los padres tiene la misión de desarrollar, por
medio de la educación, el de sus hijos, lo que les impone una tarea. Si falta en ella, se hace
culpable».
209. ¿Por qué los padres buenos y virtuosos tienen hijos de naturaleza perversa? O, de
otro modo, ¿por qué las buenas cualidades de los padres no atraen siempre en virtud de la
simpatía, a un buen espíritu que anime al hijo?
«Un espíritu malo puede pedir buenos padres con la esperanza de que sus consejos le
llevarán por mejor camino, y a menudo Dios se lo concede».
210. ¿Pueden los padres con sus pensamientos y súplicas atraer al cuerpo del hijo un
espíritu bueno con preferencia a ún espíritu malo?
«No; pero pueden mejorar el espíritu del hijo que han engendrado y que les ha sido
confiado, y este es su deber. Los hijos malos son una prueba para los padres».
211. ¿De dónde procede la semejanza de carácter que existe con frecuencia entre los
hermanos, sobre todo si son gemelos?
«Son espíritus simpáticos que se atraen pot la semejanza de sus sentimientos y que son
felices estando juntos».
212. ¿Hay dos espíritus, o dicho de otro modo, dos almas en los niños cuyos cuerpos
están unidos y que tienen ciertos órganos comunes?
«Sí; pero a menudo su semejanza hace que no os parezcan más que uno».
213. Puesto que los espíritus se encarnan por simpatía en los gemelos, ¿de dónde procede
la aversión que a veces se nota entre éstos?
«No es regla invariable la de que los gemelos tienen espíritus simpáticos, pues también
los espíritus malos pueden querer luchar juntos en el teatro de la vida».
214. ¿Qué debe pensarse de lo que se cuenta de ciertos niños que luchan en el seno
materno?
«¡Alegoría! Para demostrar que su odio era inveterado. se le hace datar de época anterior
al nacimiento. Generalmente no distinguís bastante las figuras poéticas».
215. ¿De dónde procede el carácter distintivo que en cada pueblo se observa?
«Los espíritus forman también familias por la semejanza de sus tendencias, más o menos
puras, según su elevación. Pues bien, un pueblo es una gran familia donde se reúnen espíritus
simpáticos. La tendencia a unirse que tienen los miembros de esas familias es el origen de la
semejanza. que existe en el carácter distintivo de cada pueblo. ¿Crees tú que los espíritus
buenos y humanitarios acudirán a un pueblo duro y grosero? No, los espíritus simpatizan con
las masas, como con los individuos, y aquéllas les proporcionan la esfera que desean».
216. ¿Conserva el hombre en sus nuevas existencias vestigios del carácter moral de sus
anteriores existencias?
«Sí, puede suceder así: pero mejorándose cambia. Puede también no ser la misma su
posición social, y si de amo pasa a ser esclavo, sus gustos serán muy diferentes y trabajo
tendríais en reconocerlo. Siendo el mismo el espíritu en las diversas encarnaciones, sus
manifestaciones pueden tener de la una a la otra, ciertas analogías modificadas, empero, por
las costumbres de su nueva posición, hasta que un perfeccionamiento notable cambia
completamente su carácter: porque de orgulloso y malvado, puede, si se arrepiente, trocarse
en humilde y humano».
217. En sus diferentes encarnaciones, ¿conserva el hombre vestigios del carácter físico
de las existencias anteriores?
«El cuerpo se destruye, y el nuevo ninguna relación tiene con el anterior. El espíritu se
refleja, no obstante, en el cuerpo: y aunque es cierto que sólo materia es el cuerpo, éste, sin
embargo, está modelado con arreglo a la capacidad del espíritu, que le imprime cierto
carácter, especialmente en la cara, por lo que se dice con exactitud que los ojos son el espejo
del alma. Quiere esto decir, que la cara particularmente refleja el alma: porque una persona
excesivamente fea tiene empero, algo que gusta, cuando sirve de envoltura a un espíritu
bueno, prudente y humano, al paso que hay caras muy bonitas que nada dicen, y que hasta
inspiran repulsión. Podrías creer que sólo los cuerpos perfectos sirven de envoltura a espíritus
perfectos, siendo así que cada día encuentras hombres de bien a pesar de su exterior deforme.
Sin tener, pues. una semejanza pronunciada, la de gustos e inclinaciones puede dar lo que se
llama aire de familia».
No teniendo ninguna relación necesaria el cuerpo que reviste el alma en una nueva encarnación con
el que ha abandonado, puesto que puede derivar de muy distinto origen, seria absurdo deducir una
sucesión de existencias de un parecido que no pasa de ser fortuito. Las cualidades del espíritu modifican,
sin embargo, con frecuencia los órganos de sus manifestaciones, e imprimen a la caro, y hasta al conjunto
de los gestos, un sello distintivo. Así bajo la más humilde envoltura puede descubrirse la expresión de
grandeza y de dignidad, al paso que bajo el traje del cahallero encopetado se descubre a veces la de
bajeza e ignominia. Ciertas personas procedentes de la más ínfima posición, adquieren sin dificultad las
costumbres y modales de la alta sociedad, y parece que en ella vuelven a encontrar su elemento, mientras
otras, a pesar de su nacimiento y educación, están siempre en ella como fuera de su centro.
¿Cómo explicar este hecho sino considerándolo como reflejo de lo que ha sido el espíritu?
Ideas innatas.
218. ¿El espíritu encarnado no conserva ningún vestigio de las percepciones que tuvo y
de los conocimientos que adquirió en sus existencias anteriores?
«Le queda un vago recuerdo, que le da lo que se llama ideas innatas».
—¿La teoría de las ideas innatas no es, pues, una quimera?
«No, puesto que los conocimientos adquiridos en cada existencia no se pierden. El espíritu, desprendido de la materia, los recuerda siempre. Durante la encarnación, puede
olvidarlos parcial y momentáneamente; pero la intuición que de ellos conserva, le ayuda en su
progreso, sin lo cual tendría que volver a empezar siempre. En cada nueva existencia, el
espíritu toma por punto de partida aquel a que había llegado en la existencia precedente».
—¿Debe, pues, haber gran conexión entre dos existencias sucesivas?
«No siempre tan grande como podrías creer; porque a menudo las posiciones son muy
diferentes, y porque en el intervalo el espíritu ha podido progresar» (216).
219. ¿Cuál es el origen de las facultades extraordinarias de los individuos que, sin
estudio anterior, parecen tener intuición de ciertos conocimientos, como los idiomas, el
cálculo, etcétera?
«Recuerdo del pasado y progreso anterior del alma, del cual ni ellos mismos tienen
conciencia. ¿De dónde quieres que procedan? El cuerpo cambia; pero no el espíritu, aun que
cambia de vestido».
220. Cambiando de cuerpo, ¿pueden perderse ciertas facultades intelectuales, por
ejemplo, la afición a las artes?
«Si, si se ha manchado esa inteligencia, o se ha usado mal de ella. Por otra parte, una
facultad puede dormitar durante una existencia; porque el espíritu quiera ejercitar otra con la
cual no se relacione aquella. Entonces permanece en estado latente para reaparecer más
tarde».
221. ¿Debe el hombre, hasta en estado de salvaje, a un recuerdo retrospectivo, el
sentimiento instintivo de la existencia de Dios y el presentimiento de la vida futura?
«Es un recuerdo que conserva de lo que sabia como espíritu, antes de encarnarse; pero a
menudo el orgullo ahoga ese sentimiento».
—¿Débense a ese mismo recuerdo ciertas creencias relativas a la doctrina espiritista que en
todos los pueblos observamos?
«Esta doctrina es tan antigua como el mundo: hállasela por esto en todas partes, lo cual
prueba que es verdadera. Conservando la intuición del estado deespíritu , el espíritu
encarnado tiene conciencia instintiva del mundo invisible; pero falseado con frecuencia por
las preocupaciones, a las cuales la ignorancia añade la superstición».