El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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II

El espiritismo es el adversario más formidable del materialismo, y no es, pues, de extrañar que tenga por contrarios nos a los materialistas. Pero como el materialismo es una doctrina que apenas se atreven a confesar sus partidarios (prueba de que no son muy fuertes y de que están dominados por la conciencia), se cubren con la capa de la razón y de la ciencia, y, cosa rara, aun los escépticos hablan en nombre de la religión que no comprenden, como no comprenden ni conocen el espiritismo. Su punto de vista es especialmente lo maravilloso y lo sobrenatural que no admiten, y estando el espiritismo fundado en lo maravilloso según ellos, no puede ser más que una suposición ridícula. No reflexionan que rechazando, sin limitación, lo maravilloso y lo sobrenatural, rechazan la religión. En efecto, ésta está fundada en la revelación y en los milagros, ¿y qué es la revelación sino comunicaciones extrahumanas? Todos los autores sagrados. desde Moisés, han hablado de esas clases de revelaciones. ¿Y qué son los milagros? Hechos maravillosos y sobrenaturales por excelencia, puesto que, en sentido litúrgico, son derogaciones de las leyes naturales. Luego, rechazando lo maravilloso y lo sobrenatural, rechazan las mismas bases de la religión. Pero no debemos mirar las cosas desde este punto de vista. No le toca examinar al espiritismo si hay o no milagros, es decir, si Dios ha podido, en ciertos casos, derogar las leyes eternas que rigen el universo; él concede en este punto toda la libertad de creencia; dice y prueba que los hechos en que se apoya no tienen de sobrenaturales más que la apariencia. Esos fenómenos son trajes para ciertas gentes, porque son insólitos y están fuera de los hechos conocidos vulgarmente, pero no son más sobrenaturales que todos los fenómenos cuya solución da hoy la ciencia, y en otra época parecerían maravillosos. Todos los fenómenos espiritistas, sin excepción, son consecuencia de leyes generales; nos revelan una de las potencias de la naturaleza, potencia desconocida, o mejor dicho, no comprendida hasta hoy, pero que la observación demuestra que está en el orden de las cosas. El espiritismo se apoya, pues, menos que la misma religión en lo maravilloso y lo sobrenatural, y los que por este lado le atacan, es porque no lo conocen, y aunque fuesen los hombres más-sabios, les diríamos: si vuestra ciencia, que tantas cosas os ha enseñado, no os ha demostrado que es infinito el dominio de la naturaleza, no sois más que sabios a medias.