El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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16. Los que profesan esta doctrina pretenden encontrar en ella la demostración de algunos de los atributos de Dios. Siendo infinitos los mundos, Dios es por la misma razón, infinito; no existiendo en ninguna parte el vacío o la nada. Dios está en todas partes; estando Dios en todas partes,. porque todo es parte integrante suya, da una razón de ser inteligente a todos los fenómenos de la naturaleza. ¿Qué puede oponerse a este raciocinio?

«La razón; reflexionad detenidamente, y no os será dificil reconocer el absurdo».

Esta doctrina hace de Dios un ser material que, aunque dotado de una inteligencia suprema seria en grande lo que en pequeifo somos nosotros. Transformándose sin Cesar la materia, si fuese de aquel modo, Dios no tendría estabilidad alguna; estaría sujeto a todas las vicisitudes, hasta a las necesidades de la humanidad, y crecería de uno de los atributos esenciales de la Divinidad: la inmutabilidad. Las propiedades de la materia no pueden conciliarse con la idea de Dios, sin rebajarle en nuestro pensamiento, y todas las sutilezas del sofista no conseguirán resolver el problema de su naturaleza intima. Nosotros no sabemos todo lo que es; pero sabemos lo que no puede dejar de ser, y ese sistema está en contradicción con sus más esenciales propiedades. Confunde al creador con la criatura, lo mismo absolutamente que si se pretendiese que una máquina ingeniosa fuese parte integrante del mecánico que la concibió.

La inteligencia de Dios se revela en sus obras, como ¿a del pintor en el cuadro; pero tan lejos están de ser las obras de Dios al mismo Dios, como está de ser el cuadro el pintor que lo concibió y ejecutó.