979. Las pruebas que aún se han de sufrir para terminar la purificación, ¿no son para el alma una amenaza terrible que perturba su dicha?
«Para el alma impura aún, sí, y por esto no puede disfrutar de un a dicha perfecta; pero para la que está ya elevada, la idea de las pruebas que le restan por sufrir nada tiene de penoso».
El alma que ha llegado ya a cierto grado de pureza participa ya de la dicha; penétrala un entimiento de dulce satisfacción; es feliz por todo lo que ve y la rodea; descórrese para ella el velo de los misterios y de las maravillas de la creación, y las perfecciones divinas se le presentan en todo su esplendor.