Revista Espírita – Periódico de Estudios Psicológicos - 1863

Allan Kardec

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Leemos en Le Siècle del 23 de marzo de 1862:

El matrimonio C…, que vivía en la calle Notre-Dame de Nazareth, tenía dos hijos, un niño de quince meses y una niña de cinco años, que nunca fueron vistos porque nadie entró en su casa. Sólo una vez la habíamos visto atada por las axilas y colgada de una puerta, y muchas veces podíamos escuchar gemidos provenientes de su alojamiento. Se rumoreaba que era objeto de un trato odioso. El comisario de policía fue a su casa y tuvo que hacer uso de la fuerza para entrar.

Un espectáculo espantoso se presentó ante la gente que entraba. La pobre niña estaba sin camisa ni medias, cubierta sólo por un vestidito indio repulsivamente sucio. La carne de los pies había acabado adhiriéndose al cuero de los zapatos. Estaba sentada en un pequeño orinal nocturno, apoyada contra una caja y sostenida por cuerdas que pasaban por las asas de la caja. La investigación reveló que llevaba varios meses en esa posición, lo que le había producido una hernia de recto; que los padres se levantaban por la noche para atormentar a su víctima; la despertaban golpeándola a ella, la esposa con unas pinzas y el mango de un plumero, el marido con una cuerda. Ante las protestas del comisionado, el marido respondió: “Señor, soy muy religioso; mi hija estaba haciendo mal sus oraciones, por eso quise corregirla”.

¿Qué diría el autor del artículo citado anteriormente sobre los suicidios en Tours, si atribuyéramos a la religión esta barbarie de personas que se dicen muy religiosas? ¿El acto de esta madre que mató a sus cinco hijos para enviarlos antes al cielo? ¿La de esta joven sirvienta que, tomando al pie de la letra la máxima de Cristo: “Si tu diestra te escandaliza, córtate la diestra”, le cortó la mano con un hacha? Él respondería que no basta con llamarse religioso, sino que hay que serlo en el sentido correcto; que no debemos sacar una conclusión general de un hecho aislado. Somos de esta opinión y le enviamos esta respuesta sobre sus imputaciones contra el Espiritismo, sobre personas que sólo toman el nombre.