Se
acerca el invierno (Sociedad Espírita de París, 27 de diciembre de 1862. -
Médium, Sr. Leymarie)
Mis buenos amigos, cuando llega el frío y
falta todo a la buena gente, ¿por qué no he de venir yo, yo, vuestro antiguo
compañero de estudios, a recordaros nuestra consigna, la palabra caridad? Da,
da todo lo que tu corazón pueda dar, en palabras, en consuelos, en cuidados
benévolos. El amor de Dios está en vosotros, si sabéis, como fervientes Espíritas,
cumplir el mandato que os ha delegado.
En los momentos libres, cuando el trabajo os
deje descansar, buscad al que sufre moral o corporalmente; a uno da esta fuerza
que consuela y aumenta el espíritu, a otro da lo que sostiene y silencia, ya
sea las aprensiones de la madre cuyos brazos están ociosos, o la queja del niño
que pide pan.
Han llegado las heladas, una brisa fría hace
rodar el polvo: hasta pronto nieve. Esta es la hora en que debéis caminar y
buscar. Cuántos pobres vergonzosos se esconden y gimen en secreto, especialmente
el pobre hombre que vive en la sombra, que tiene todas las aspiraciones y
carece de las primeras necesidades. Por esto, amigos míos, obrad sabiamente;
que tu mano alivie y sane, pero también que la voz del corazón presente
delicadamente el óbolo que puede herir dolorosamente la autoestima de un hombre
de buena cuna. Es necesario, repito, dar, pero saber dar bien; Dios, el dador
de todo, esconde sus tesoros, sus espigas, sus flores y sus frutos, y sin
embargo sus dones, que secreta y laboriosamente han germinado en la savia del
tronco y del tallo, llegan a nosotros sin que sintamos la mano que los
dispensó. Haz como Dios, imítalo, y serás bendecido.
¡Vaya! ¡Qué bueno y hermoso es ser útil y
caritativo, saber levantarse levantando a los demás, olvidar las pequeñas
necesidades egoístas de la vida para practicar la atribución más noble de la
humanidad, la que nos hace verdaderos hijos del Creador!
¡Y qué lección para los tuyos! Tus hijos te
imitan; vuestro ejemplo está dando fruto, porque toda rama bien injertada es
abundancia. El futuro espiritual de la familia siempre depende de la forma que
deis a todos vuestros actos.
Te digo, y no puedo repetirlo lo suficiente,
ganas espiritualmente si das y consuelas; porque Dios os dará y consolará en su
reino que no es de este mundo. En él, la familia que honra y bendice a su líder
inteligente, en esa parcela de realeza que Dios le ha dejado, es un alivio de
todas las penas que trae la vida.
Adiós,
amigos míos, sed todo amor, todo caridad.
Sansón.