El periódico Akhbar, de Argel, del 10 de
febrero de 1863, contiene el siguiente artículo:
“El obispo de Argel acaba de publicar, con
motivo de la Cuaresma de 1863, una instrucción pastoral que trata del
Espiritismo, tema de gran importancia en el orden del día, sobre el cual el
clero de África había guardado silencio hasta ahora. Aquí están los pasajes
relacionados con ella:
“Es el diablo quien dicta a filósofos de
renombre estas doctrinas malsanas de dos principios iguales, el bien y el mal,
que gobiernan con la misma autoridad, pero en sentido opuesto: Espíritu y
materia; del materialismo que relaciona todo con el cuerpo y no sabe nada más
después de la tumba; el escepticismo, que lo duda todo; el fatalismo, que lo
excusa todo negando la libertad y la responsabilidad humanas; la metempsicosis,
la magia y la evocación de Espíritus, sistemas tristes y vergonzosos que
inteligencias descarriadas buscan resucitar en nuestros días... (Página 21)
¡Qué lamentable historia no haríamos de las
empresas diabólicas, que datan del Cenáculo, pasando por la sinagoga y los
malabarismos de Simón el mago, para llegar, por medio de persecuciones, cismas,
herejías e incredulidades de todo tipo, al Espiritismo actual, tan neciamente
renovado de un paganismo anterior a Moisés y por él correctamente calificado
como abominación ante Dios”! (Página 24)
Quienes gustan de escuchar a ambas partes, en
cualquier cuestión en disputa, se lo han puesto muy fácil, porque el
Espiritismo teórico y práctico está ampliamente explicado en el Libro de los
Espíritus y en el Libro de los Médiums, dos obras que se encuentran en todas las
librerías en Argel. Si quieres profundizar tus estudios, puedes agregar a esta
pequeña biblioteca la Revista Espírita, de Allan Kardec. Ésta es, nos parece,
la mejor manera de comprobar si el Espiritismo es, efectivamente, obra del
diablo; o si, por el contrario, se trata de una revelación en una nueva forma,
como afirman sus seguidores”.
Ariel.
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El Sr. Home llegó a París, donde permaneció
sólo unos días. De diversas partes se nos pide información sobre los
extraordinarios fenómenos que, según se dice, produjo ante personajes augustos
y de los que algunos periódicos han hablado vagamente. Habiendo sucedido estas
cosas en privado, no nos corresponde a nosotros revelar lo que no tiene
carácter oficial, y menos aún incluir ciertos nombres. Sólo diremos que los
detractores han aprovechado esta circunstancia, como muchas otras, para
intentar ridiculizar el Espiritismo con historias absurdas, sin respeto ni a
las personas ni a las cosas. Añadiremos que la estancia del Sr. Home en París,
así como la calidad de las casas donde fue recibido, es un desmentido formal de
las infames calumnias según las cuales fue expulsado de París, como en el
pasado, durante una ausencia que hizo, se rumoreaba que estaba encerrado en
Mazas por graves motivos, mientras que se encontraba tranquilamente en Nápoles
por su salud. ¡Calumnia! siempre la calumnia! Ya es hora de que los Espíritus
vengan y purguen la tierra.
Remitimos a nuestros lectores a los artículos
detallados que publicamos sobre el Sr. Home y sus manifestaciones en los
números de febrero, marzo y abril de 1858 de la Revista Espírita.
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Un artículo publicado en Monde illustré sobre
los llamados médiums americanos, el Sr. y la Sra. Girroodd, suscitó también
varias solicitudes de información. No tenemos nada que añadir a lo que dijimos
sobre este tema en la Revista Espírita de 1862, número de febrero, página 52,
excepto que lo hemos visto por nosotros mismos, y que vemos en Robert Houdin
cosas no menos inexplicables cuando no se sabe el truco. Ningún Espírita o
magnetizador, conociendo las condiciones normales en que ocurren los fenómenos,
puede tomar en serio estas cosas, ni perder el tiempo discutiéndolas en serio.
Algunos adversarios torpes quisieron explotar
estos trucos de habilidad contra los fenómenos Espíritas, diciendo que, si
pueden ser imitados, es porque no existen, y que todos los médiums, empezando
por el Sr. Home, son hábiles prestidigitadores. No tienen cuidado de estar
dando armas de incredulidad contra ellos mismos, ya que el argumento podría
volverse contra la mayoría de los milagros. Sin señalar lo ilógico de esta
conclusión, y sin volver a discutir estos fenómenos, diremos simplemente que
hay una diferencia entre prestidigitadores y médiums, desde la ganancia al
desinterés, desde la imitación a la realidad, desde las flores artificiales a
las flores naturales. No podemos impedir que un estafador se llame a sí mismo
médium, como tampoco podemos impedir que se llame a sí mismo físico. No tenemos
que defender ninguna explotación de este tipo y la dejamos abierta a críticas.