Revista Espírita – Periódico de Estudios Psicológicos - 1863

Allan Kardec

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Variedad - Sanación por un Espíritu

Hemos recibido varias cartas, que confirman la aplicación exitosa que se ha hecho del remedio indicado en la Revista Espírita de noviembre de 1862, página 335 (véase también la errata de diciembre), y cuya receta se ha dado por un Espíritu. Un oficial de caballería nos dijo, que el farmacéutico de su regimiento se ocupaba de preparar algunos de ello, para los muy frecuentes casos de accidentes causados por las coces de los caballos. Sabemos que otros farmacéuticos han hecho lo mismo en algunas ciudades.

Sobre el origen de este remedio, uno de nuestros suscriptores de Eure-et-Loir nos envía el siguiente dato, que es de su conocimiento personal.

“Autheusel, 6 de noviembre de 1862.

Un obrero llamado Paquine, que vive en un pueblo cercano, vino a verme hace un mes, armado con dos muletas. Sorprendido de verlo así, indagué sobre el accidente que le había ocurrido. Respondió que desde hacía algún tiempo sus piernas estaban prodigiosamente hinchadas y cubiertas de úlceras, y que no había remedio. Este hombre es un Espírita y algo así como un médium. Le dije que tenía que dirigirse a los buenos Espíritus y hacerlo con fervor. El día de Todos los Santos lo vi reaparecer en misa con un simple palo. Al día siguiente vino a verme y me dijo lo siguiente:

-Señor -me dijo-, como usted me recomendó que me sirviese de los buenos Espíritus para obtener mi curación, no he dejado de invocarlos todas las tardes y muchas veces durante el día y mostrarles cuánto me ha afectado mi enfermedad para ganarme la vida. Llevaba apenas cinco o seis días orando así cuando una noche, estando adormilado, vi aparecer a un hombre blanco en medio de mi habitación. Se acercó a mi tocador, sacó un frasco en el que había un poco de grasa que yo usaba para calmar el dolor que me causaban las piernas. Me mostró este cántaro, luego, tomando un poco de tabaco que yo guardaba en un papel, me lo mostró también. Luego fue a buscar un frasquito de extracto de saturno, luego una botella de aguarrás, y mostrándome todo, me hizo señas de que tenía que hacer una mezcla; me dijo la dosis derramándola frente a mí en la olla; luego, habiéndome hecho señas amistosas, desapareció. Al día siguiente hice lo que el Espíritu me había mandado, y desde ese momento mis piernas entraron en un excelente camino de sanidad. Lo único que me queda hoy es una hinchazón en el pie que poco a poco va desapareciendo gracias a la eficacia de este remedio, y espero pronto estar libre de todo mal.

He aquí, señores, un hecho que casi podría clasificarse entre las curaciones milagrosas.

Al examinar la vulgaridad y casi siempre la sencillez de los remedios indicados por los Espíritus en general me preguntaba si no se podría concluir que el remedio en sí mismo no es más que una simple fórmula, y que es la influencia fluídica del Espíritu la que hace la curación. Creo que esta cuestión podría ser estudiada.

L. de Tarragon”.

Esta última cuestión no nos parece dudosa, cuando sabemos sobre todo las propiedades que la acción magnética puede dar a las sustancias más benignas, al agua por ejemplo; ahora bien, como los Espíritus también magnetizan, ciertamente pueden dar a ciertas sustancias propiedades curativas según las circunstancias. Si el Espiritismo nos revela todo un mundo de seres pensantes y actuantes, también nos revela fuerzas materiales desconocidas que la ciencia un día aprovechará.