ORACULO (del latín os. oris. la boca): respuesta de los dioses a las preguntas que se les hacían según
las creencias paganas; se les dio ese nombre a tales respuestas, porque generalmente eran transmitidas por la
boca de las pitonisas (véase esta palabra). Por extensión, se aplicaba el nombre de oráculo al que pronunciaba
las respuestas de los dioses, y a toda otra clase de medios empleados para conocer el porvenir. Todo
fenómeno extraordinario que hería la imaginación, se atribuía a expresión de la voluntad de los dioses y se
convertía en oráculo. Los sacerdotes paganos, que no desperdiciaban ocasión para explotar la credulidad, se
hacían los intérpretes de los oráculos, y consagraban a ello templos, donde se celebraban con gran
solemnidad pomposas ceremonias. A éstas asistían los fieles, quienes aportaban valiosas ofrendas con la
quimérica esperanza de conocer el porvenir. La creen cía en los oráculos tiene su origen, evidentemente, en
las comunicaciones espiritistas que el charlatanismo, la concupiscencia y el deseo de dominación rodearon de
prestigios, y que nosotros vemos hoy en toda su simplicidad.