Caracteres generales.
Predominio del Espíritu sobre la materia, deseo del bien. Sus cualidades y su
poder para practicar el bien, están en razón directa con el grado a que han llegado: unos tienen experiencia,
otros sabiduría y bondad; los mas adelantados reúnen la sabiduría a las cualidades morales. No estando aún
completamente desmaterializados, conservan más o menos, según su rango, las huellas de la existencia
corporal, sea en la forma del lenguaje, sea en sus hábitos, en los que se descubren algunas de sus manías. Si
no fuera así, serían Espíritus perfectos.
Comprenden a Dios y lo infinito, y gozan de la felicidad de los buenos. Se regocijan del bien que hacen y
del mal que impiden. El amor que les une, es para ellos, fuente de dicha inefable que no alteran ni la envidia,
ni los pesares, ni los remordimientos, ni ninguna de las malas pasiones que constituyen el tormento de los
Espíritus imperfectos; pero todos tienen todavía pruebas que pasar, hasta que hayan alcanzado la perfección
absoluta.
Como Espíritus, suscitan buenos pensamientos, separan a los hombres de la senda del mal, protegen en la
vida a los que se hacen dignos, y neutralizan la influencia de los Espíritus imperfectos en aquellos que no se
complacen en sentirla.
Los que están encarnados son buenos y benévolos con sus semejantes; no les mueve el orgullo, ni el
egoísmo, ni la ambición; no se dejan dominar por la cólera, ni por el rencor, ni por la envidia, ni por los
celos, y hacen el bien por el bien mismo.
A este orden pertenecen los Espíritus que en las creencias vulgares se designan con los nombres de
genios protectores, Espíritus de bondad. En los tiempos de ignorancia y de superstición, se les convirtió en
divinidades protectoras.
Se les puede subdividir, también, en cuatro grupos principales, a saber:
Quinta clase: ESPIRITUS BENEVOLOS.
Su cualidad dominante es la bondad: se complacen en servir a los hombres y en protegerlos, pero su
saber es limitado: su progreso es mayor en el orden moral que en el intelectual.
Cuarta clase: ESPIRITUS CULTOS.
Lo que les distingue especialmente es la extensión de sus conocimientos. Se preocupan menos de los
asuntos morales que de los científicos, para los cuales son mas aptos pero no utilizan su ciencia sino en lo
útil, y jamás mezclan con ella ninguna de las pasiones que son propias de los Espíritus imperfectos.
Tercera clase: ESPIRITUS PRUDENTES.
Las cualidades morales del orden más elevado constituyen su característica. Sin poseer ilimitados
conocimientos, están dotados de una capacidad intelectual que les da un juicio sano sobre los hombres y
sobre las cosas.
Segunda clase: ESPIRITUS SUPERIORES.
Reúnen en sí la ciencia, la prudencia y la bondad; su lenguaje sólo respira benevolencia, y es
constantemente digno, elevado y con frecuencia sublime. Su superioridad les hace, más que a los otros, aptos
para darnos las nociones más justas de las cosas del mundo incorpóreo, en los límites en que le es permitido
al hombre conocerlo. Se comunican voluntariamente con aquellos que buscan la verdad de buena fe y que
están lo suficientemente desligados de las cosas terrestres para poder comprenderla; pero se alejan de
aquellos a quienes anima solamente la curiosidad, o a quienes la influencia de la materia les desvía de la
práctica del bien.
Cuando, por excepción, encarnan en la Tierra, es para cumplir una misión de progreso, y nos ofrecen
entonces el tipo de la perfección a la que la humanidad puede aspirar en este mundo.