EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

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15. Las acusaciones lanzadas por la iglesia contra 1a práctica de las evocaciones no conciernen, pues, al Espiritismo, puesto que se dirigen principalmente contra las operaciones de la magia con 1a cual no tiene ninguna relación. Puesto que condena en estas operaciones lo que ella misma condena, puesto que no atribuye a los buenos espíritus un papel indigno de ellos, y puesto que, en fin, declara que no pide ni quiere obtener nada sin el permiso de Dios.


No hay duda de que puede haber personas que abusen de las evocaciones, que hagan de ello un pasatiempo y diversión y que las aparten de su fin providencial para emplearlas en pro de sus intereses personales, que por ignorancia, ligereza, orgullo o concupiscencia, se separen de los verdaderos principios de la doctrina.


Pero el Espiritismo formal desaprueba esto, así como desaprueba la religión los falsos devotos y los excesos del fanatismo. No era, pues, lógico ni equitativo imputar al Espiritismo en general los abusos que condena, o las faltas de los que no lo comprenden. Antes de formular una acusación, es preciso ver si es justa. Diremos, pues, que la reprobación de la iglesia se dirige a los charlatanes, a los explotadores, a las prácticas de la magia y de la hechicería, y en esto tiene razón. Cuando la crítica religiosa o escéptica señala los abusos y vitupera el charlatanismo, hace resaltar mejor la pureza de la sana doctrina, ayudándola de este modo a desembarazarse de la escoria. Y con esto facilita nuestra tarea. Su error está en confundir el bien y el mal, por ignorancia del mayor número y por mala fe de algunos. Pero la distinción que ella no hace, la hacen otros. En todos los casos su censura, a la cual se asocia todo espíritu sincero en el límite de lo que se aplica al mal, no puede alcanzar a la doctrina.