EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

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2. Con la creencia en la nada, el hombre concentra forzosamente todos sus pensamientos sobre la vida presente, y no es posible, en efecto, preocuparse lógicamente de un porvenir en el cual no se cree. Esa preocupación exclusiva del presente que conduce naturalmente a pensar en sí mismo ante todo es, pues, el más poderoso estimulante del egoísmo, y el incrédulo es consecuente consigo mismo cuando deduce esta conclusión: “Gocemos mientras estamos aquí, gocemos lo más posible, puesto que con nosotros todo concluye. Gocemos aprisa, porque ignoramos cuánto durará esto.” Y este otro argumento, mucho más grave para la sociedad: “Gocemos a pesar de todo, cada uno para sí. La dicha aquí es del más listo.”


Si el respeto humano detiene a algunos, ¿qué freno tendrán aquellos que nada temen? Dicen que la justicia humana sólo alcanza a los torpes, por esto discurren cuanto pueden para eludirla. Si hay una doctrina malsana y antisocial, seguramente es la del nihilismo, porque rompe los verdaderos lazos de la solidaridad y de la fraternidad, fundamentos de las relaciones sociales.