10. Además de que estos sistemas no satisfacen ni a la razón ni a las
aspiraciones del
hombre, se tropieza, como vemos, con dificultades insuperables, porque
no pueden resolver todas
las dudas que de hecho suscitan. El hombre tiene, pues, tres
alternativas: la nada, la absorción, o
la individualidad del alma antes y después de la muerte. La lógica nos
conduce inevitablemente a
esta última creencia. Es también la que ha sido el fundamento de todas
las religiones desde que el
mundo existe.
Si la lógica nos conduce a la individualidad del alma, nos trae también
esta otra
consecuencia: que la suerte de cada alma debe depender de sus cualidades
personales, porque sería
irracional admitir que el alma rezagada del salvaje y la del hombre
perverso estuviesen al nivel de
las del sabio y del hombre de bien. Según la justicia, las almas deben
tener la responsabilidad de sus
actos. Pero para que sean responsables, es menester que sean libres de
escoger entre el bien y el mal. Sin el libre albedrío hay fatalidad, y
con la fatalidad no cabe la responsabilidad.