Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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Los enemigos del progreso
(Médium: Sr. R.)

Los enemigos del progreso, de la luz y de la verdad trabajan en la sombra; ellos preparan una cruzada contra nuestras manifestaciones; no os preocupéis con eso. Estáis poderosamente amparados; dejadlos que se agiten en su impotencia. Entretanto, por todos los medios que estén a vuestro alcance, dedicaos a combatir y aniquilar la idea de la eternidad de las penas, ese pensamiento blasfemo contra la justicia y la bondad de Dios que constituye la más fecunda fuente de incredulidad, de materialismo y de indiferencia que han invadido a las masas, desde que su inteligencia comenzó a desarrollarse. Al esclarecerse, saliendo de la tosquedad, el Espíritu comprende rápidamente la monstruosa injusticia; su razón la rechaza y, entonces, raramente confunde en el mismo ostracismo la indigna pena y el Dios al cual ella es atribuida; de ahí los innumerables males que se han abatido sobre vos, y para los cuales hemos venido a traeros el remedio. La tarea que os señalamos os será tanto más fácil cuando más las autoridades –sobre las cuales se apoyan los defensores de esta creencia– eviten pronunciarse formalmente al respecto; ni los Concilios, ni los Padres de la Iglesia han resuelto esta grave cuestión. Si según los propios Evangelistas, y tomando al pie de la letra las palabras emblemáticas del Cristo, Él amenazó a los culpables con un fuego que no se extingue, un fuego eterno, no hay absolutamente nada en sus palabras que pruebe que Él haya condenado a esos culpables eternamente.

Pobres ovejas descarriadas: sabed observar al Buen Pastor, que viene de lejos y que en vez de querer desterraos para siempre de su presencia, Él mismo viene a vuestro encuentro para reconduciros al redil. Hijos pródigos: dejad vuestro exilio voluntario; volved vuestros pasos hacia la casa paterna; el padre os abre los brazos y está siempre listo para celebrar vuestro regreso a la familia.

LAMENNAIS