Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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Respuesta del Sr. Allan Kardec a la Gazette de Lyon

Con el título: Una sesión con los espíritas, la Gazette de Lyon publicó en su número del 2 de agosto de 1860, el siguiente artículo, al cual el Sr. Allan Kardec, durante su permanencia en Lyon, dio la respuesta que se encuentra más adelante, pero que aquel diario no se dignó aún a reproducirla.

«Son llamados espíritas a ciertos alucinados que, al haber cortado con todas las creencias religiosas de su época y de su país, manifiestan entretanto creer abiertamente en el contacto con los Espíritus.

«Al haber nacido de las mesas giratorias, el Espiritismo, sin embargo, no es sino una de las mil formas de ese estado patológico en que el cerebro humano puede caer cuando se deja llevar por esas mil aberraciones de que la Antigüedad, la Edad Media y los tiempos actuales han dado numerosos ejemplos.

«Al ser condenadas prudentemente por la Iglesia Católica, todas esas investigaciones misteriosas que salen del dominio de los hechos positivos no tienen otro resultado sino el de producir la locura a los que del mismo se ocupan, suponiendo que este estado de locura ya no haya pasado al estado crónico en el cerebro de los adeptos, lo que está lejos de ser demostrado.

«Los espíritas tienen un periódico en París, y basta leer algunos pasajes para asegurarnos que no exageramos en nada. La ineptitud de las preguntas dirigidas a los Espíritus evocados, solamente se iguala a la ineptitud de sus respuestas, y con razón se les puede decir que no vale la pena volver del otro mundo para decir tantas tonterías.

«En resumen, esa nueva locura, renovada de los Antiguos, acaba de llegar a nuestra ciudad. Lyon alberga espíritas, y es en la casa de simples obreros textiles que los Espíritus se dignan manifestarse.

«El antro de Trofonio está situada (sic) en un taller; el sumo sacerdote del lugar es un tejedor de seda, y la sibila es su esposa; los adeptos son generalmente obreros, porque no se recibe allí fácilmente a los que, por su exterior, denotan mucha inteligencia: los Espíritus sólo se dignan manifestarse a los simples; probablemente fue esto lo que me valió ser admitido allí.

«Al ser invitado a comparecer a una de las reuniones semanales de los espíritas lioneses, entramos en un taller donde se encontraban cuatro telares, de los cuales uno estaba parado. Allí, entre las cuatro horcas de esas máquinas para tejer, la sibila tomó lugar frente a una mesa cuadrada sobre la cual había un cuaderno y, al lado, una pluma de ganso. Notad bien que hemos dicho una pluma de ganso y no una pluma metálica, porque los Espíritus tienen horror a los metales.

«De veinte a veinticinco personas de ambos sexos, inclusive este servidor que os habla, formaban un círculo alrededor de la mesa.

«Después de un pequeño discurso del sumo sacerdote sobre la naturaleza de los Espíritus, totalmente hecho en un estilo que debería encantar a los Espíritus, debido a su... simplicidad, comenzaron las preguntas.

«Un joven se aproxima y le pregunta a la sibila por qué ocho días antes de los combates, ya sea en Crimea o en Italia, él siempre era llamado a otro lugar.

«Al tomar la pluma de ganso, la inspirada –es el nombre que le dan– la mueve un instante sobre el papel, donde traza signos cabalísticos, y después pronuncia esta fórmula: “¡Dios mío, dadme la gracia de esclarecernos sobre este asunto!” Después ella agrega: “Leo la siguiente respuesta: Estáis destinado a vivir para instruir y esclarecer a vuestros hermanos”.

«Evidentemente, él es un adepto influyente que quieren conquistar para la causa; además, ha sido soldado, tal vez un ex zuavo. No vamos a tener un altercado por eso; prosigamos.

«Otro joven se acerca a su turno y pregunta si el Espíritu de su padre lo ha acompañado y protegido en los combates.

«Respuesta: –Sí.

«Hablamos aparte con el joven y le preguntamos desde qué época estaba muerto su padre.

«Mi padre no está muerto –nos respondió él.

«Luego se presenta un anciano y pregunta –notad bien la sutileza de la pregunta, copiada de Tarquino, el Antiguo– si lo que él piensa fue el motivo por el cual su padre le dio el nombre de Jean.

«Respuesta: –Sí.

«Un antiguo soldado del Primer Imperio pregunta después si los Espíritus de los soldados del viejo Imperio han acompañado a nuestros jóvenes soldados en Crimea y en Italia.

«Respuesta: –Sí.

«A continuación, una señora hace una pregunta supersticiosa: ¿Por qué el viernes es un mal día?

«La respuesta no se hizo esperar y, ciertamente, merece ser tomada con cuidado, debido a las varias lagunas históricas que la misma llena. Ella respondió inspirada: –Es porque Moisés, Salomón y Jesucristo murieron en ese día.

«Un joven obrero lionés, que hemos podido identificar por su acento, solicita ser esclarecido sobre un hecho maravilloso. Dice él: –Una noche, mi madre sintió un rostro que tocaba al suyo; ella despertó a mi padre y a mí, que buscamos por todas partes y no encontramos nada. Pero de repente uno de nuestros telares comenzó a moverse; cuando nos acercamos, se detuvo; otro también hizo lo mismo en la extremidad del taller: estábamos aterrorizados, y esto se puso peor cuando vimos que todos los telares estaban funcionando al mismo tiempo, sin que pudiésemos percibir a nadie.

«La sibila respondió: –Es vuestro abuelo que venía a pedir oraciones.

«El joven contestó con un aire que le daba un fácil acceso al santuario: –Es exactamente eso; ¡pobre viejo! Le habían prometido misas que no fueron celebradas.

«Otro obrero pregunta por qué, varias veces, el fiel de su balanza se movía solo.

«–Es un Espíritu golpeador –responde la inspirada– que ha producido ese fenómeno.

«–Muy bien –contestó el obrero; hice cesar el prodigio al poner un pedazo de plomo en el plato más leve.

«–Es muy sencillo –agregó la adivina; los Espíritus le tienen horror al plomo por causa del reflejo.

«Todos desean una explicación acerca de ese reflejo.

«¡Ahí se detiene el poder de la sibila: –Dios no quiere explicar esto –dice ella, ¡ni siquiera a mí!

«Era una razón mayor, ante la cual todos se inclinaron.

«El sumo sacerdote, entonces, previendo objeciones internas, tomó la palabra y dijo: –Señores, sobre esta cuestión es necesario abstenerse, porque seríamos llevados a preguntas científicas que estamos impedidos de responder.

«En este momento las preguntas se multiplicaban y se mezclaban:

«Los señales que aparecen en el cielo desde algún tiempo (los cometas), ¿son aquellos de que habla el Apocalipsis?

«Respuesta: –Sí, y en ciento cuarenta años este mundo no existirá más.

«–¿Por qué Jesucristo dijo que siempre habría pobres?

«Respuesta: –Jesucristo quiso hablar de los pobres de espíritu; para éstos, Dios acaba de preparar simplemente un globo especial.

«De forma alguna destacaremos toda la importancia de semejante respuesta; ¿quién no comprende cuán felices serán nuestros descendientes cuando no tengan que temer más el contacto con los pobres de espíritu? En cuanto a los otros, la respuesta de la sibila permite felizmente suponer que su reinado acabó; buenas noticias para los economistas, a quienes la cuestión del pauperismo no deja dormir.

«Para terminar, se acerca una mujer de 45 a 50 años y pregunta si su Espíritu ya estuvo encarnado y cuántas veces.

«Vosotros estaríais en aprieto para responder, como yo también; pero los Espíritus tienen respuesta para todo:

«–Sí, responde la pluma de ganso, en tres ocasiones: la primera, como hija natural de una respetable princesa rusa (la palabra respetable, próxima del vocablo precedente, me intriga); la segunda, como hija legítima de un trapero de Bohemia, y la tercera, ella lo sabe...

«Esperamos que esta muestra de una sesión de los espíritas lioneses sea suficiente para demostrar que los Espíritus de Lyon no valen más que los de París.

«Pero preguntamos si no sería bueno impedir que pobres locos se vuelvan aún más locos.

«En otros tiempos la Iglesia era bastante poderosa para imponer silencio a semejantes divagaciones; es verdad que ella castigaba demasiado fuerte, quizá, pero detenía el mal. Hoy, considerándose que la autoridad religiosa es impotente, que el buen sentido no tiene bastante poder como para hacer justicia contra tales alucinaciones, ¿no debería otra autoridad intervenir en el caso y acabar con esas prácticas, cuyo menor inconveniente es poner en ridículo a los que de las mismas se ocupan?»

C. M.