Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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Dictados espontáneos y disertaciones espíritas


La vanidad

(Por la Sra. Lesc..., médium) Quiero hablarte de la vanidad, que se mezcla en todas las acciones humanas: ella mancha los más tiernos pensamientos; invade el corazón y el cerebro. Como una planta maligna, sofoca la bondad en su germen; todas las cualidades son aniquiladas por su veneno. Para luchar contra ella, es necesario emplear la oración; solamente ésta nos da humildad y fuerza. ¡Hombres ingratos! Incesantemente os olvidáis de Dios. Él no es para vosotros sino el socorro implorado en el peligro, y nunca el Amigo invitado al banquete de la alegría. Para iluminar el día, Él os dio el sol, resplandor de gloria, y para clarear la noche, os dio las estrellas, que son flores de oro. Por todas partes, al lado de los elementos que la humanidad precisa, Él os ha puesto el lujo necesario a la belleza de su obra. Dios os ha tratado como un generoso anfitrión que, para recibir a sus invitados, multiplica el lujo de su casa y la abundancia del festín. ¿Qué hacéis vosotros, que sólo tenéis vuestro corazón para ofrecerle? Lejos de honrarlo con vuestras alegrías y virtudes, lejos de ofrecerle las premisas de vuestras esperanzas, no deseáis hacerlo y no lo invitáis a que entre en vosotros, sino cuando el luto y las decepciones amargas laceran y atraviesan vuestros corazones. ¡Ingratos! ¿Qué esperáis para amar a vuestro Dios? ¿La desgracia y el abandono? Ofrecedle más bien vuestro corazón libre de dolores; ofrecedle, como hombres que están de pie y no como esclavos arrodillados, vuestro amor depurado de temor, y en la hora del peligro Él se acordará de vosotros, que no lo olvidasteis en la hora de la felicidad.


GEORGES (Espíritu familiar)
La miseria humana

La miseria humana no está en la incertidumbre de los acontecimientos, que tanto pueden elevarnos como precipitarnos. Reside enteramente en el corazón ávido e insaciable que desea incesantemente recibir, que se queja de la sequedad de los demás, pero que nunca percibe su propia aridez. Esa desgracia de querer alcanzar más de lo que uno puede; esa desgracia de no poder satisfacerse con las más apreciadas alegrías; esa desgracia –decía– constituye la miseria humana. ¿Qué importa el cerebro y qué importan sus más brillantes facultades, si ellas son siempre oscurecidas por el deseo amargo e insatisfecho de algo que le escapa sin cesar? La sombra fluctúa junto al cuerpo; la felicidad fluctúa junto al alma, siendo inalcanzable para ésta. Sin embargo, no debéis lamentaros ni maldecir vuestro destino, porque esa sombra, esa felicidad fugitiva que se mueve como una ola –por el ardor y por la angustia que deposita en el corazón–, nos da la prueba de la divinidad aprisionada en la humanidad. Por consiguiente, amad el dolor y su poesía vivificante, que hace vibrar vuestros Espíritus por el recuerdo de la patria eterna. El corazón humano es un cáliz lleno de lágrimas; pero viene la aurora que beberá el agua de vuestros corazones; ella será para vosotros la vida que deslumbrará vuestros ojos, cegados por la oscuridad de la prisión carnal. ¡Coraje! Cada día es una liberación; marchad en la senda dolorosa; marchad, siguiendo con la mirada la estrella misteriosa de la esperanza.

GEORGES (Espíritu familiar)


La tristeza y el disgusto

(Por la Sra. Lesc..., médium)

Es un error ceder frecuentemente a la tristeza. No os equivoquéis: el disgusto es el sentimiento firme y honesto que el hombre deja traslucir cuando es alcanzado en su corazón o en sus intereses; pero la vil tristeza no es sino la manifestación física de la sangre en su curso lento o rápido. La tristeza encubre con su nombre mucho egoísmo, muchas debilidades. Debilita al Espíritu que a ella se abandona. Al contrario, el disgusto es el pan de los fuertes; este alimento amargo nutre las facultades del Espíritu y disminuye la parte animal. No busquéis el martirio del cuerpo, pero sed ávidos por el martirio del alma. Los hombres comprenden que deben mover sus piernas y sus brazos para mantener la vida del cuerpo, pero no comprenden que deben sufrir para ejercer las facultades morales. La felicidad o solamente la alegría son huéspedes tan pasajeros de la humanidad que no podéis –sin ser aplastados por ellas– sobrellevar su presencia, por más leve que sea. Habéis sido hechos para sufrir y para soñar incesantemente con la felicidad, porque sois pájaros sin alas, sujetados al suelo, que miráis el cielo y deseáis el espacio.

GEORGES (Espíritu familiar)

Nota – Estas dos comunicaciones contienen indiscutiblemente pensamientos muy bonitos e imágenes de gran elevación; pero nos parecen escritas bajo la influencia de ideas un poco sombrías y algo misantrópicas; parece haber en ellas la expresión de un corazón dolorido. El Espíritu que las ha dictado desencarnó hace pocos años; cuando estaba encarnado era amigo de la médium, de la cual él se volvió su genio familiar después de su desencarnación. Era un artista pintor de talento, cuya vida había sido calma y bastante despreocupada; pero ¿quién sabe si él había sido así en su existencia precedente? Sea como fuere, todas sus comunicaciones atestiguan mucha profundidad y sabiduría. Se podría creer que las mismas son el reflejo del carácter de la médium; la Sra. Lesc... es indudablemente una mujer muy seria y que en muchos aspectos está por encima del vulgo y, sin ninguna duda, es esto que le hace conquistar la simpatía de los Espíritus buenos, haciendo abstracción de su facultad medianímica; pero la siguiente comunicación, obtenida en la Sociedad, prueba que ella puede recibir otros mensajes de carácter muy variado.

La fantasía

(Médium: Sra. Lesc...)

Quieres que te hable de la fantasía; ella ha sido mi reina, mi señora, mi esclava; yo la he servido y la he dominado; pero aunque siempre estuve sujetado a sus adorables fluctuaciones, nunca le he sido infiel. También es ella la que me lleva a hablar de otra cosa: de la facilidad que tiene el corazón en inclinarse a dos amores, facilidad menospreciada y fuertemente reprobada. Considero absurda esta reprobación de los buenos burgueses, que sólo gustan de sus pequeños vicios metódicos, más fastidiosos todavía que sus virtudes; ellos sólo admiten lo que consiguen comprender sus sesos limitados, que están podados como la cerca de arbustos del jardín del cura. Tienes miedo de lo que te digo; quédate tranquila; Musset tiene su garra: no se le puede pedir las gentilezas de los perritos amaestrados. Es preciso soportar y entender su humor, que es verdadero en su apariencia frívola, triste en su alegría y risueño en sus lágrimas.

ALFRED DE MUSSET


Nota – Una persona, que sólo había oído esta comunicación por ocasión de su primera lectura, decía en una sesión íntima que este mensaje le parecía un poco insignificante. El Espíritu Sócrates, que participaba de la conversación, respondiendo a esta observación, escribió espontáneamente: «No, tú te equivocas; vuelve a leerla; hay cosas buenas; la comunicación es muy inteligente y esto tiene su lado bueno. Se dice que en eso se reconoce al hombre; en efecto, es más fácil probar la identidad de un Espíritu de vuestro tiempo que del mío, y para ciertas personas es útil que, de vez en cuando, tengáis comunicaciones de este género».

Otro día, en una conversación acerca de los médiums y sobre el carácter de Alfred de Musset, uno de los asistentes lo acusaba de haber sido muy material en vida, cuando el poeta escribió espontáneamente la notable comunicación siguiente, a través de uno de sus médiums preferidos.

Influencia del médium sobre el Espíritu

(Médium: Sra. Schmidt)

Sólo los Espíritus superiores pueden comunicarse indistintamente con todos los médiums y mantener en todas partes el mismo lenguaje; pero yo no soy un Espíritu superior: ¡he aquí por qué a veces soy un poco material! Sin embargo, soy más adelantado de lo que creéis.

Cuando nos comunicamos por un médium, la emanación de su naturaleza se refleja más o menos sobre nosotros; por ejemplo, si el médium es de esas naturalezas en que predomina el corazón, de esos seres elevados, capaces de sufrir por sus hermanos; en fin, de esas almas abnegadas, nobles, que el infortunio ha vuelto fuertes y que han permanecido puras en medio de la tormenta, entonces ese reflejo hace bien, en el sentido de corregirnos espontáneamente cuando nuestro lenguaje se resiente de ello. Pero, en el caso contrario, si nos comunicamos a través de un médium de una naturaleza menos elevada, nos servimos pura y simplemente de su facultad como de un instrumento; es entonces que nos volvemos lo que tú llamas de un poco material; decimos cosas espirituosas, si quisieres, pero dejamos a un lado el corazón.

Pregunta – Los médiums instruidos y de un espíritu culto, ¿son más aptos para recibir comunicaciones elevadas que aquellos que no tienen instrucción? Respuesta – No; lo repito: sólo la esencia del alma se refleja sobre los Espíritus, pero únicamente los Espíritus superiores son invulnerables.

ALFRED DE MUSSET