¿Que és el Espiritismo?

Allan Kardec

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El hombre durante la vida terrestre

116. “¿Cómo y en qué momento se opera la unión del alma con el cuerpo?”

Desde la concepción, el Espíritu, aunque errante, se relaciona por un lazo fluídico con el cuerpo al que debe unirse. Este lazo se estrecha más y más a medida que el cuerpo B se desarrolla. Desde aquel momento, se apodera del Espíritu una turbación que va sin cesar en aumento; estando próximo el nacimiento, la turbación es completa; el Espíritu pierde la conciencia de sí mismo y sólo gradualmente recobra las ideas, a partir del momento que respira el niño; entonces la unión es completa y definitiva.

117. “¿Cuál es el estado intelectual del alma del niño en el momento del nacimiento?”

Su estado intelectual y moral es el mismo que antes de la unión con el cuerpo, es decir, que el alma posee todas las ideas adquiridas anteriormente; pero en razón a la turbación de que va acompañado el cambio, sus ideas están momentáneamente en estado latente. Se aclaran poco a poco, pero no pueden manifestarse más que proporcionalmente al desarrollo de los órganos.

118. “¿Cuál es el origen de las ideas innatas, de las disposiciones precoces, de las aptitudes instintivas para un arte o ciencia haciendo abstracción de toda instrucción?”

Las ideas innatas no pueden tener más que dos orígenes: la creación de unas almas más perfectas que las otras, en caso que fueran creadas al mismo tiempo que el cuerpo, o un progreso anterior alcanzado antes de la unión del alma con el cuerpo. Siendo incompatible con la justicia de Dios la primera hipótesis, sólo queda la segunda. Las ideas innatas son resultado de conocimientos adquiridos en las existencias anteriores y que han permanecido en estado de intuición, para servir de base a la adquisición de nuevas ideas.

119. “¿Por qué se revelan genios en las clases de la sociedad que están privadas de toda cultura intelectual?”

Este hecho prueba que las ideas innatas son independientes del medio en que el hombre es educado. El medio y la educación desarrollan las ideas innatas; pero no las dan. El hombre de genio es la encarnación de un Espíritu ya adelantado y que había progresado mucho; por eso la educación puede dar la instrucción que falta, pero no el genio cuando éste no existe.

120. “¿Por qué hay niños instintivamente buenos en un medio malo y a pesar de los malos ejemplos, al paso que hay otros instintivamente viciosos, en un medio bueno, y a pesar de los buenos consejos?”

Esto es resultado del progreso moral alcanzado, como las ideas innatas lo son del progreso intelectual.

121. “¿Por qué de dos hijos de un mismo padre, educados en las mismas condiciones, el uno es inteligente y el otro estúpido, bueno el uno y malo el otro? ¿Por qué el hijo de un hombre de genio es a veces tonto, y el de un tonto, hombre de genio?”

Este hecho viene confirmando el origen de las ideas innatas; prueba, además, que el alma del niño no procede, en manera alguna, de la de sus padres: porque en virtud del axioma que la parte es de igual naturaleza que el todo, los padres trasmitirían a sus hijos sus cualidades y sus defectos, así como les trasmiten el principio de las cualidades corporales. En la generación, el cuerpo únicamente procede del cuerpo, las almas son independientes las unas de las otras.

122. «Si las almas son independientes las unas de las otras, ¿de dónde procede el amor de los padres para con sus hijos y recíprocamente ?»

Los Espíritus se reúnen por simpatía, y el nacimiento en tal o cual familia no es un efecto de la casualidad, sino que depende la mayoría de las veces de la elección del Espíritu que se junta con aquellos a quienes amó en el mundo de los Espíritus o en las existencias anteriores. Por otra parte, los padres tienen la misión de ayudar al progreso de los Espíritus que se encarnan en sus hijos, y, para excitarles, Dios les inspira un afecto mutuo, aunque muchos faltan a su misión, pero sufrirán las consecuencias. (El Libro de los Espíritus, no 379: De la infancia).

123. “¿Por qué hay padres malos e hijos malos?”

Son Espíritus que no se han unido a una familia por simpatía, sino para servirse mutuamente de prueba, y muchas veces para expiación de lo que han sido en una precedente existencia; al uno se le ha dado un mal hijo, porque él mismo fue quizá mal hijo: al otro un mal padre, porque él habrá sido un mal padre, a fin de que sufra la pena del talión.

124. “¿Por qué se encuentran, en ciertas personas nacidas en una condición humilde, instintos de dignidad y de grandeza, mientras que en otras, nacidas en clases elevadas, tienen instintos bajos?”

Es un recuerdo intuitivo de la posición social que habían ocupado, y del carácter que tenían en la existencia anterior.


125. ¿Cuál es la causa de las simpatías y antipatías nacidas entre personas que se ven por primera vez?

Casi siempre se trata de seres que se han conocido ─y a veces amado─ en una existencia precedente, y que al reencontrarse se sienten atraídos el uno hacia el otro.

También las antipatías instintivas suelen deberse a relaciones anteriores.

Estos dos sentimientos pueden incluso tener otra causa. El periespíritu irradia alrededor del cuerpo una especie de atmósfera impregnada de las buenas o malas cualidades del Espíritu encarnado. Dos personas que vuelven a encontrarse experimentan, por el contacto de sus fluidos, la misma impresión que la sensitiva. Tal impresión es grata o ingrata. Los fluidos de ambas tienden a confundirse o a rechazarse, según sean similares o desiguales sus respectivas naturalezas.

Así es posible explicar el fenómeno de la transmisión del pensamiento. Por el contacto de sus fluidos, dos almas leen en cierto modo la una en la otra. Se adivinan y se comprenden sin hablarse.

126. “¿Por qué no tiene el hombre recuerdo de sus existencias anteriores? ¿No es necesario este recuerdo para su futuro progreso?»

Véase la página 99: Olvido del pasado.


127. “¿Cuál es el origen del sentimiento llamado conciencia?”

Es un recuerdo intuitivo del progreso obtenido en anteriores existencias y de las resoluciones tomadas por el Espíritu antes de la encarnación, resoluciones que no siempre ha tenido la fuerza suficiente para llevarlas a cabo como hombre.

128. “¿Tiene el hombre su libre albedrío o está sometido a la fatalidad?”

Si la conducta del hombre dependiera de la fatalidad, no habría para él ni responsabilidad del mal, ni mérito por el bien; desde luego todo castigo sería injusto y toda recompensa un contrasentido. El libre albedrío del hombre es una consecuencia de la justicia de Dios, es el atributo que le confiere su dignidad y lo eleva por encima de todas las demás criaturas. Y tanto es así, que el aprecio que los hombres tienen los unos para los otros es una consecuencia del libre albedrío; al que lo pierde accidentalmente por enfermedad, locura, embriaguez o idiotismo, se le tiene lástima o se le desprecia.

El materialista que dice que todas las facultades morales e intelectuales dependen del organismo, reduce al hombre al estado de máquina, sin libre albedrío y, por consiguiente, sin responsabilidad del mal y sin mérito del bien que hace.

129. “¿Dios creó el mal?”

Dios no creó el mal; estableció leyes, y esas leyes son siempre buenas, porque Él es soberanamente bueno; el que las observase fielmente sería completamente feliz; pero teniendo los Espíritus su libre albedrío, no las han obedecido siempre, y la infracción de estas leyes ha causado el mal para ellos.

130. “¿Nació el hombre bueno o malo?”

Hay que distinguir el alma y el hombre. El alma fue creada sencilla e ignorante, es decir ni buena ni mala, pero susceptible, en virtud de su libre albedrío, de seguir el camino del bien o el del mal, o dicho de otro modo, obedecer o infringir las leyes de Dios. El hombre nace bueno o malo según que el Espíritu encarnado en él es adelantado o retrasado.

131. “¿Cuál es el origen del bien y del mal sobre la Tierra, y por qué hay más mal que bien?”

El origen del mal sobre la Tierra proviene de la imperfección de los Espíritus en ella encamados, y el predominio del mal tiene por origen el que, siendo la Tierra un mundo inferior la mayoría de los Espíritus que la habitan son inferiores o han progresado poco. En los mundos más avanzados, en los cuales sólo Espíritus depurados son admitidos a encarnarse, el mal es desconocido, o en minoría.

132. “¿Cuál es la causa de los males que afligen a la humanidad?”

La Tierra puede ser considerada a la vez como un mundo de educación para Espíritus poco adelantados, y de expiación para Espíritus culpables. Los males de la humanidad son la consecuencia de la inferioridad moral de la mayoría de los Espíritus encarnados en la Tierra. Con el contacto de sus vicios, se hacen recíprocamente desgraciados y se castigan unos a otros.

133. ¿Por qué el malvado suele prosperar mientras que el hombre de bien es presa de todsa las adversidades?

Para quien no ve más que la vida presente, y la cree única, esto debe parecerle una suprema injusticia. Deja de ser lo mismo cuando se tiene en mente la pluralidad de las existencias y la brevedad de cada una de ellas con relación a la eternidad. El estudio del Espiritismo demuestra que la prosperidad del perverso experimenta terribles contrastes en las vidas siguientes. Que las aflicciones del hombre de bien son, por el contrario, seguidas de una felicidad tanto más intensa y duradera cuanto mayor haya sido la resignación con que las soportó. Vienen a ser para él como un día aciago en toda una vida de prosperidad.


134. “¿Por qué nacen unos en la indigencia, y otros en la opulencia? ¿Por qué los hay que nacen ciegos, sordos, mudos, o sufriendo enfermedades incurables, mientras que otros disfrutan de todos los dones físicos? ¿Es esto efecto de la casualidad o de la Providencia?”

Si es efecto de la casualidad, no hay Providencia; si es efecto de la Providencia preguntaremos, ¿en dónde está su bondad y su justicia? Por no comprender la causa de esos males, muchísimas personas se inclinan a acusar a la Providencia. Se comprende que aquél que se ve atormentado por la miseria o por enfermedades, consecuencia de sus imprudencias o de sus excesos, sea castigado por donde pecó; pero si el alma fue creada al mismo tiempo que el cuerpo, ¿qué ha hecho para merecer tamañas aflicciones desde su nacimiento o bien para ser eximido de ellas? Si se admite la justicia de Dios hay que admitir que aquel efecto procede de una causa; si esta causa no existe durante la vida, debe existir antes de la vida porque en todas las cosas la causa debe preceder al efecto; para esto es necesario, pues, que el alma haya vivido y que haya merecido una expiación. Los estudios espiritistas nos demuestran, efectivamente, que varios hombres, nacidos en la miseria, han sido ricos y muy apreciados en una existencia anterior, pero que hicieron un mal uso de la fortuna cuya gerencia les había encargado Dios: que varios nacidos en la ínfima clase social fueron orgullosos y poderosos, y que abusaron de su poder y oprimieron al débil; nos lo manifiestan a veces bajo las órdenes de aquel mismo a quien mandaron con dureza, sufriendo el mal trato y la humillación que hicieron sufrir a los demás.

135. “¿Por qué hay idiotas y cretinos?

La situación de los idiotas y cretinos sería la menos conciliable con la justicia de Dios si se aceptara la hipótesis de que tenemos una sola vida. Por muy miserable que sea la situación en que se haya nacido, podrá superarla mediante la inteligencia y el trabajo. Pero el idiota y el cretino se hallan destinados, desde el nacimiento hasta la muerte, al embrutecimiento y el menosprecio. No hay para ellos compensación posible. ¿Por qué, pues, su alma tendría que haber sido creada idiota?

Los estudios espiritistas, realizados en individuos cretinos e idiotas, prueban que su alma es tan inteligente como la de las demás personas. Que su tara constituye una expiación infligida a ciertos Espíritus por haber abusado de su inteligencia. Y que padecen cruelmente al sentirse aprisionados por lazos que no pueden romper, así como por el desprecio de que son objeto, cuando quizás hayan sido lisonjeados en su anterior existencia. (Ver la Revista Espírita de junio de 1869: “El Espíritu de un idiota”. —Ibídem de octubre de 1861: “Los cretinos”.)

136. “¿Cuál es el estado del alma durante el sueño?”

Durante el sueño, solamente el cuerpo descansa, el Espíritu no duerme. Las observaciones prácticas prueban que, en aquel instante, el Espíritu goza de toda su libertad y de la plenitud de sus facultades: aprovecha el descanso del cuerpo y los momentos en los que su presencia no es necesaria, para obrar separadamente e ir a donde quiere. Durante la vida, en cualquier distancia a que se transporte, el Espíritu está siempre unido al cuerpo por un lazo fluídico que sirve para que regrese cuando su presencia es necesaria: este lazo no lo rompe más que la muerte.

137. “¿Cuál es la causa de los sueños?”

Los sueños son el resultado de la libertad del Espíritu mientras duerme; algunas veces son el recuerdo de los sitios y de las personas que el Espíritu vio o visitó en aquel estado. (El Libro de los Espíritus: Emancipación del alma, sueño, ensueño, sonambulismo, doble vista, letargo, etcétera, núm. 400 y siguientes: El Libro de los Médiums: Evocación de personas vivientes, núm. 284).

138. “¿De dónde proceden los presentimientos?”

Son recuerdos vagos e intuitivos de lo que el Espíritu aprendió en sus momentos de libertad, y, algunas veces, avisos ocultos dados por Espíritus benévolos.

139. “¿Por qué hay sobre la Tierra hombres salvajes y civilizados?”

Sin la preexistencia del alma, esta pregunta no puede resolverse, a no ser que admitamos que Dios creó almas salvajes y almas civilizadas, lo cual sería la negación de su justicia. Por otra parte, la razón no admite que, después de la muerte, el alma del salvaje se estacione perpetuamente en la inferioridad, ni que esté en un rango igual al del alma de un hombre instruido. Admitiendo para las almas un mismo punto de partida, única doctrina compatible con la justicia de Dios, la presencia simultánea del salvajismo y de la civilización sobre la Tierra es un hecho material que prueba el progreso que los unos han realizado y el que los otros pueden realizar. El alma del salvaje alcanzará, pues, con el tiempo, el grado del alma civilizada; sin embargo, como todos los días mueren salvajes, no puede alcanzar ese grado su alma sino en encarnaciones sucesivas, cada vez más perfeccionadas y apropiadas a su adelanto y pasando por todos los grados intermedios entre los dos puntos extremos.

140. “¿No se podría admitir, según opinión de algunas personas, que el alma sólo se encarna una vez y que realiza su progreso en estado de Espíritu desencarnado o en otras esferas?”

Esta proposición sería admisible si en la Tierra no hubiera más que hombres de igual grado moral e intelectual, en cuyo caso podría decirse que la Tierra está especialmente apropiada a un grado determinado; pero tenemos a la vista pruebas de lo contrario. No se comprendería, en efecto, que el salvaje no pudiese llegar a la civilización en la Tierra, puesto que hay almas más avanzadas, encarnadas a su alrededor; ni que éstas forzosamente hayan debido progresar en otra parte, puesto que hay almas inferiores encamadas en el mismo globo, de lo que es preciso deducir que la posibilidad de la pluralidad de existencias terrestres resulta de los mismos ejemplos que tenemos a la vista. Si otra cosa fuera, habría que explicar: ─Primero, ¿por qué sólo la Tierra tendría el monopolio de las encarnaciones? ─Segundo, ¿por qué teniendo este monopolio, se encuentran en ella almas encarnadas en todos los grados?

141. “¿Por qué se encuentran, en medio de las sociedades civilizadas, seres cuya ferocidad es igual a la de los salvajes más bárbaros?”

Son Espíritus muy inferiores, oriundos de las razas bárbaras, y que han ensayado su reencarnación en un medio que no es el suyo, en el cual se encuentran fuera de su centro, lo mismo que si un palurdo se encontrase de improviso en el gran mundo.

Observación. No se podrá admitir, sin negar a Dios todo justicia y todo bondad, que el alma de un criminal endurecido tuviera en la vida actual el mismo punto de partida que la de un hombre adornado con todas las virtudes. Si el alma no fuera anterior al cuerpo, la del criminal y la del hombre de bien serían tan inconscientes una como otra: ¿por qué la primera sería mala y la segunda buena?

142. “¿De dónde procede el carácter distintivo de los pueblos?”

Son Espíritus que, teniendo poco más o menos los mismos gustos y las mismas inclinaciones, se encarnan en un medio simpático, y a menudo en el mismo donde pueden satisfacer sus deseos.

143. “¿Cómo progresan y cómo degeneran los pueblos?”

Si el alma fuera creada al mismo tiempo que el cuerpo, las de los hombres de hoy serían tan primitivas como las de los hombres de la Edad Media, y en este caso, preguntaremos, ¿por qué tienen aquellas costumbres más sociales y una inteligencia más desarrollada? Si cuando el cuerpo muere, el alma abandona definitivamente la Tierra, volvemos a preguntar, ¿cuál sería el fruto del trabajo realizado para mejorar a un pueblo, si fuera necesario volver a empezar con todas las nuevas almas que llegan todos los días?

Los Espíritus se encarnan en un medio simpático y en proporción al grado de su adelantamiento. Un chino, por ejemplo, que ha progresado bastante, y no encuentra ya en su raza un medio correspondiente al grado que ha alcanzado, se encarnará en un pueblo más avanzado. A medida que una generación da un paso hacia adelante atrae por simpatía nuevos Espíritus más adelantados y que tal vez vivieron anteriormente en el mismo país, si han progresado; así es como poco a poco progresa una nación. Si la mayoría de los nuevos fuera de una naturaleza inferior, los antiguos marchándose diariamente y no volviendo a un centro tan malo, el pueblo degeneraría y acabaría desapareciendo.

Observación. Estas preguntas suscitan otras que se resuelven por el mismo principio, v. gr.: ¿De dónde procede la diversidad de razas en la Tierra? ─ ¿Hay razas rebeldes al progreso? ─ ¿La raza negra es susceptible de llegar al nivel de las razas europeas? ─ ¿Es útil la esclavitud para el progreso de las razas inferiores? ─ ¿Cómo puede verificarse la transformación de la humanidad? ─ El libro de los Espíritus: Ley del Progreso, núm. 776 y siguientes.