¿Que és el Espiritismo?

Allan Kardec

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Utilidad práctica de las manifestaciones

V. –Supongamos que este punto sea ya evidente y que el Espiritismo haya sido reconocido por una realidad; ¿Cuál puede ser su utilidad práctica? Hasta ahora hemos pasado sin él, y me parece que podríamos continuar del mismo modo viviendo muy tranquilamente. A. K. –Otro tanto pudiera decirse de los ferrocarriles y del vapor, sin los cuales se vivía muy bien. Si por la utilidad práctica entiende usted los medios de vivir bien, de hacer fortuna, de conocer el porvenir, de descubrir minas de carbón o tesoros ocultos, de recobrar herencias y de esquivar el trabajo de las investigaciones, para nada sirve el Espiritismo, que no puede hacer alzar o bajar la Bolsa, ni ser reducido a acciones, ni siquiera ofrecer inventos perfectos, a punto de ser explotados. Bajo este punto de vista, ¡Cuántas ciencias serían inútiles! Cuántas hay que nos ofrecerían ventaja alguna, comercialmente hablando. Los hombres se encontraban perfectamente antes del descubrimiento de todos los planetas; antes de que se supiera que es la Tierra, y no el Sol, la que gira; antes de que se hubiesen calculado los eclipses; antes de que se conociese el mundo microscópico y antes de otras mil cosas. Para hacer crecer el trigo, no tiene necesidad el labrador de saber lo que es un cometa; ¿Por qué, pues, los sabios se entregan a estas investigaciones, y quién se atreverá a decir que pierden el tiempo en ellas? Todo lo que sirve para levantar una punta del velo contribuye al desarrollo de la inteligencia, ensancha el círculo de las ideas, haciéndonos penetrar en las leyes de la Naturaleza. En virtud de una de ellas, existe el mundo de los espíritus. El Espiritismo hace que la conozcamos; nos enseña la influencia que el mundo invisible ejerce en el visible y las relaciones que entre ambos existen, como la astronomía nos enseña las relaciones de los astros con la Tierra; nos lo presenta como una de las fuerzas que gobiernan al Universo y contribuyen al mantenimiento de la armonía general. Su pongamos que se limite a esto su utilidad, ¿No sería ya mucho la revelación de semejante poder, haciendo abstracción de toda doctrina moral? ¿No es nada la revelación de todo un mundo nuevo, sobre todo si el conocimiento del mismo nos lleva a la resolución de una multitud de problemas insolubles hasta ahora; si nos inicia en los misterios de ultratumba, que algo nos interesan, puesto que todos cuantos somos debemos tarde o temprano dar el paso fatal? Pero otra utilidad más positiva tiene el Espiritismo, que es la influencia que ejerce por la fuerza misma de las cosas. El Espiritismo es la prueba patente de la existencia del alma, de su individualidad después de la muerte, de su inmortalidad y de su suerte verdadera. Es, pues, la destrucción del materialismo, no con razonamiento, sino con hechos. No debe pedirse al Espiritismo más de lo que puede dar, ni buscar en él otro fin que el providencial. Antes de los progresos formales de la astronomía se creía en la astrología. ¿Sería razonable asegurar que para nada sirve la astronomía porque ya no puede descubrirse en la influencia de los astros el pronóstico del destino? Del mismo modo que la astronomía destronó a los astrólogos, el Espiritismo destrona a los adivinos, a los hechiceros y a los anunciadores de la buenaventura. Es a la magia lo que la astronomía a la astrología, y la química a la alquimia.