¿Que és el Espiritismo?

Allan Kardec

Volver al menú
Disidencias

V. –La diversidad en la creencia de lo que usted llama una ciencia, me parece su condenación. Si esta ciencia reposase en los hechos positivos, ¿No debería ser la misma en América que en Europa? A. K. –Ante todo responderé que esta divergencia está más en la forma que en el fondo. Realmente no consiste más que en la manera de considerar algunos puntos de la doctrina, sin constituir un antagonismo radical en los principios, como pretenden nuestros adversarios sin haber estudiado la cuestión. Pero, dígame usted, ¿Qué ciencia al aparecer no ha ocasionado disidencias, hasta que se han establecido claramente sus principios? ¿No existen aun en las ciencias mejor constituidas? ¿Están acordes todos los sabios sobre uno mismo punto? ¿No tienen sus sistemas particulares? ¿Presentan siempre las sesiones del Instituto el cuadro de una perfecta y cordial inteligencia? ¿No existen en medicina las Escuelas de París y de Montpellier? ¿No ocasiona cada descubrimiento de una ciencia, un nuevo desacuerdo entre los que quieren progresar y los que quieren permanecer estacionarios? Por lo que se refiere al Espiritismo, ¿No era natural que a la aparición de los primeros fenómenos, cuando aún se ignoraban las leyes que los regían, diese cada uno su sistema y los considerase a su modo? ¿Pero qué ha ocurrido con todos esos sistemas primitivos y aislados? Han caído ante una observación más completa de los hechos. Algunos años han bastado para establecer la unidad grandiosa que prevalece en la doctrina, y que liga a la inmensa mayoría de los adeptos, con excepción de algunas individualidades que, en esto como en todo, se atan a las ideas primitivas y mueren con ellas, ¿Cuál es la ciencia, cuál es la doctrina filosófica o religiosa que ofrezca semejante ejemplo? ¿Ha presentado nunca el Espiritismo la centésima parte de las divisiones que desgarraron la iglesia durante muchos siglos, y que actualmente la desgarran aún? Verdaderamente son dignas de observar las puerilidades de que echan mano los adversarios del Espiritismo. ¿Y no implica eso la escasez de razones formales? Burlas, negaciones, calumnias, pero ningún argumento perentorio. Y la prueba de que aún no se le ha encontrado parte vulnerable es que nada ha detenido su marcha ascendente, y que al cabo de diez años cuenta con más adeptos que no ha contado nunca ninguna secta al cabo de muchos. Este es un hecho adquirido por la experiencia y reconocido por sus mismos adversarios. Para destruirlo, no basta decir: no hay tal cosa, esto es absurdo. Es necesario probar categóricamente que los fenómenos no existen, y que no pueden existir. Esto es lo que nadie ha hecho.