EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

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12. No puede dudarse de que hay seres dotados de todas las cualidades atribuidas a los ángeles. La revelación espiritista confirma sobre este punto la creencia de todos los pueblos. Pero además nos hace conocer la naturaleza y origen de esos seres.


Las almas o espíritus son creados sencillos e ignorantes, esto es, sin conocimiento y sin conciencia del bien y del mal, pero aptos para adquirir todo lo que les falta, y lo adquieren por el trabajo. El fin, que es la perfección, es el mismo para todos: llegan a él más o menos pronto en virtud de su libre albedrío y en razón a sus esfuerzos. Todos tienen grados que recorrer, el mismo trabajo que realizar. Dios no señala una parte ni mayor ni más fácil a los unos que a los otros, porque todos son sus hijos, y siendo justo, no tiene preferencia por ninguno.


Él les asegura: “He aquí la ley que debe ser vuestra regla de conducta. Ella sola puede conduciros al fin. Todo lo que está conforme a esta ley, es el bien. Todo lo que es contrario a ella, es el mal. Sois libres de observarla o de infringirla, y así seréis los árbitros de vuestra propia suerte.”


Dios no ha creado, pues, el mal. Todas sus leyes son para el bien. El mismo hombre es quien crea el mal, infringiendo las leyes de Dios. Si las observase escrupulosamente, no se apartaría jamás del buen camino.