EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

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9. La creencia vulgar coloca, además, a las almas en regiones apenas accesibles al pensamiento, en las que vienen a ser, en cierto modo, extrañas para los sobrevivientes: la iglesia misma pone entre ellas y estos últimos una barrera insuperable. Declara rotas todas las relaciones, e imposible toda comunicación. Si están en el infierno, no hay esperanza de poder volver a verlas, a no ser que uno mismo vaya. Si están entre los elegidos, la beatitud contemplativa las absorbe eternamente.

Todo esto establece entre los muertos y los vivos tal distancia, que se considera la separación como eterna. Por esto se prefiere tener cerca de sí, sufriendo en la Tierra, los seres a quienes se ama, a verlos partir, aunque sea para el cielo. Además, el alma que está en el cielo, ¿es realmente feliz al ver, por ejemplo, a su hijo, su padre, su madre o sus amigos, arder eternamente? Por qué los espiritistas no tienen temor a la muerte