EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

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10. ¿Por qué, pues, Cristo no habló del purgatorio? Porque no existiendo la idea, no había palabras para representarla. Se sirvió de la palabra infierno, la única en uso entonces, como expresión genérica, para designar las penas futuras sin distinción. Si al lado de la palabra infierno hubiera colocado otra equivalente a purgatorio, no habría podido fijar su verdadera significación sin decidir una cuestión reservada para el porvenir. Hubiera sido, además, establecer la existencia de dos lugares especiales de castigos. El infierno en su aceptación general, despertando la idea de castigo, contenía implícitamente la del purgatorio, que no es más que una manera de penalidad. Debiendo el porvenir ilustrar a los hombres sobre la naturaleza de las penas, tenía que reducir por esto mismo el infierno a su justo valor.


Puesto que la iglesia creyó, después de seis siglos, que debía suplicar el silencio decretando la existencia del purgatorio, fue porque pensó que no había dicho todo. ¿Por qué no ha de suceder lo mismo en otros asuntos?