EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Acción de gracias por un favor especial obtenido

28. Prefacio. No deben considerarse sólo como acontecimiento felices las cosas de grande importancia; las más pequeñas en apariencia, son, a menudo, las que influyen más en nuestro destino. El hombre olvida fácilmente el bien y se acuerda mejor de lo que le aflige. Si notáramos diariamente los beneficios de que somos objeto, sin haberlos solicitado, nos admiraríamos muchas veces de haber recibido tantos que se han borrado de nuestra memoria, y nos humillaríamos por nuestra ingratitud.


Todas las noches, elevando nuestra alma a Dios, debemos acordarnos de los favores que nos ha concedido durante el día, y darle gracias. Sobre todo en el momento mismo en que experimentamos el efecto de su bondad y de su proteccion, debemos, por un movimiento espontáneo, manifestarle nuestra gratitud; basta para ésto dirigirle el pensamiento mencionando el beneficio, sin que haya necesidad de dejar el trabajo.


Los beneficios de Dios no consisten sólo en cosas materiales; es menester darle gracias por las buenas ideas y por las felices inspiraciones que nos ha sugerido. Mientras que el orgulloso se atribuye por ello un mérito y el incrédulo lo atribuye a la casualidad, el que tiene fe da por ello gracias a Dios y a los buenos espíritus. Para eso las frases largas son inútiles: "Gracias Dios mío, por el buen pensamiento que me habéis inspirado". Esto dice más que muchas palabras. El impulso espontáneo que no: hace atribuir a Dios el bien que recibimos, atestigua una costumbre de reconocimiento y humildad, que nos concilia la simpatía de los buenos espíritus. (Capítulo XXVII, núms. 7 y 8.)

29. Oración. Dios infinitamente bueno, que vuestro nombre sea bendito por los bienes que me habéis concedido; sería indigno si los atribuía a la casualidad de los acontecimientos o a mi propio mérito.


A vosotros, espíritus buenos, que habéis sido ejecutores de la voluntad de Dios, y a vos sobre todo, mi ángel guardián, os doy las gracias. Separad de mí el pensamiento de enorgullecerme, y de hacer de ello un uso que no sea para el bien.


Particularmente os doy las gracias por... (Dígase el favor que se ha recibido.)