EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Para alejar a los malos espíritus

15. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, y por dentro estáis llenos de rapiña y de inmundicia! - Fariseos ciegos, limpiad primero lo interior del vaso y del plato para que sea limpio lo que está fuera! - ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que sois semejantes a los sepulcros blanqueados, que parecen de fuera hermanos a los hombres y dentro están llenos de podredumbre y de toda sucíedad. - Así también vosotros, de fuera os mostráis justos a los ojos de los hombres: mas de dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. (San Mateo, cap. XXIII, v. 25 a 28.)

16. Prefacio. Los malos espíritus sólo van adonde pueden satisfacer su perversidad; para alejarlos no basta pedirlo ni menos mandarlo; es preciso abandonar aquello que les atrae. Los malos espíritus olfatean las llagas del alma, como las moscas olfatean las del cuerpo; de la misma manera que las limpiáis del cuerpo por la inmundicia, limpiad también el alma de sus impurezas para evitar los espíritus malos. Como nosotros vivimos en un mundo en que pululan los malos espíritus, las buenas cualidades del corazón no siempre nos ponen al abrigo de sus tentativas, pero dan fuerza para resistirles.

17. Oración. En nombre de Dios Todopoderoso, que los malos espíritus se alejen de mí y que los buenos me sirvan de baluarte contra ellos.


Espíritus malhechores que inspiráis malos pensamientos a los hombres; espíritus tramposos y mentirosos que les engañáis; espíritus burlones que abusáis de su credulidad, os rechazo con todas las fuerzas de mi alma, y cierro el oído a vuestras sugestiones; pero deseo que se derrame sobre vosotros la misericordia de Dios.


Espíritus buenos que os dignáis asistirme, dadme fuerza para resistir a la influencia de los malos espíritus y luz necesaria para no ser la burla de sus perversas intenciones. Preservadme del orgullo y de la presunción; separad de mi corazón los celos, el odio, la malevolencia, y todo sentimiento contrario a la caridad, porque son otras tantas puertas abiertas al espíritu del mal.