EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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9. Prefacio. El Senor ha querido que la luz se hiciera para todos los hombres, y que penetrase en todas partes por la voz de los espíritus, con el fin de que cada uno pudiera adquirir la prueba de la inmortalidad; con este objeto los espíritus se manifiestan hoy en todos los puntos de la tierra, y la mediumnidad que se revela en las personas de todas edades y condíciones, en los hombres y en las mujeres, en los niños y en los ancianos, es una de las señales del complemento de los tiempos predichos.


Para conocer las cosas del mundo visible y descubrir los secretos de la naturaleza material, Dios ha dado al hombre la vista del cuerpo, los sentidos y los instrumentos especiales; con el telescopio penetran sus miradas en las profundidades del espacio, y con el microscopio ha descubierto el mundo de lo infinitamente pequeño. Para penetrar en el mundo invisible, le ha dado la mediumnidad.


Los médiums son los intérpretes encargados de transmitir a los hombres las enseñanzas de los espíritus, o mejor dicho, "son los órganos materiales por los cuales se expresan los espíritus para hacerse inteligibles a los hombres". Su misión es santa, porque tiene por objeto abrir los horizontes de la vida eterna.


Los espíritus vienen a instruir al hombre sobre sus destinos futuros, a fin de conducirle por el camino del bien, y no para ahorrarle el trabajo material que debe tomarse en la tierra para su adelantamiento, ni para favorecer su ambición y su codicia. De ésto deben penetrarse bien los médiums para no hacer mal uso de sus facultades. EL que comprende la gravedad del mandato de que está revestido, lo cumple religiosamente; si convirtiera en diversión o distracción para él o para los otros una facultad dada con un fin tan formal y que le pone en relación con los seres de ultratumba, su conciencia se lo echaría en cara como un acto sacrílego.


Los médiums como intérpretes de la enseñanza de los espíritus, deben hacer un papel importante en la transformación moral que se opera; los servicios que puedan prestar están en razón de la buena dirección que den a sus facultades, porque los que siguen una mala senda, son más perniciosos que útiles a la causa del Espiritismo; por las malas impresiones que producen, retardan más de una conversión. Por eso se les pedirá cuenta del mal uso que han hecho de una facultad que les fué dada para el bien de sus semejantes.


El medium que quiera conservar la asistencia de los buenos espíritus, debe trabajar en su propio mejoramiento; el que quiera ver aumentar y desarrollar su facultad, debe progresar moralmente, y abstenerse de todo lo que pudiese desviarle de su objeto providencial.


Si los buenos espíritus se sirven algunas veces de instrumentos imperfectos, es para dar buenos consejos y procurar conducirles al bien; pero si encuentran corazones endurecidos, y si sus avisos no son escuchados, entonces se retiran y los malos tienen el campo libre. (Cap. XXIV, núms. 11 y 12.)


La experiencia prueba que los médiums que no se aprovechan de los consejos que reciben de los espíritus buenos, las comunicaciones, después de haber dado un buen resultado durante cierto tiempo, degeneran poco a poco, y concluyen por caer en el error, en palabrería o en el ridículo, senal incontestable del alejamiento de los buenos espíritus.


Obtener la asistencia de los buenos espíritus, separar a los espíritus ligeros y mentirosos: tal debe ser el objeto de los constantes esfuerzos de todos los médiums formales; sin esto la mediumnidad es una facultad estéril que puede redundar en perjuicio del que la posee, porque puede degenerar en obsesión peligrosa.


El medium que comprende su deber, en lugar de enorgullecerse por una facultad que no le pertenece puesto que puede serle retirada, atribuye a Dios las cosas buenas que obtiene; si sus comunicaciones merecen elogios, no se envanece, porque sabe que son independientes de su mérito personal, y da gracias a Dios por haber permitido que los buenos espíritus vengan a manifestársele. Si dan lugar a critica, no se ofende por ello, porque no son obra de su propio espíritu; dice que ha sido un mal instrumento, y que no posee todas las cualidades necesarias para oponerse a la intervención de los malos espíritus; por eso procura adquirir estas facultades, y solicita por medio de la oración, la fuerza que le falta.