EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

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14. Todos los motivos alegados contra las relaciones con los espíritus no pueden resistir un examen serio del encarnizamiento que se despliega. Puede inferirse que esta cuestión presenta un gran interés, pues de no ser así no se insistiría tanto en ella. Al ver esta cruzada de todos los cultos contra las manifestaciones, se diría que les tienen miedo. El verdadero motivo podría muy bien ser el temor de que los espíritus, demasiado perspicaces, no viniesen a ilustrar a los hombres sobre los puntos que se quieren dejar en la oscuridad, y a hacerles conocer de fijo lo que hay en el otro mundo y las verdaderas condiciones para ser en él dichosos o desgraciados. Por esto, lo mismo que se dice a un niño “no vayas allí, que hay un duende”, se dice a los hombres: "No llaméis a los espíritus, pues son el diablo." Pero sus trabajos tendrá, porque si se prohíbe a los hombres llamar a los espíritus, no se impedirá a los espíritus que vengan a los hombres a sacar la lámpara de debajo del celemín.


El culto que está en la verdad absoluta no tiene que temer nada de la luz, porque la luz hará resaltar la verdad, y el demonio no podrá prevalecer contra ella.