EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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41. Al decir a sus apóstoles: “Otro vendrá más tarde para enseñaros lo que yo ahora no os puedo enseñar”, Jesús proclamaba la necesidad de la reencarnación. ¿Cómo podrían aquellos hombres aprovechar la enseñanza más completa que sería impartida más tarde? ¿Cómo llegarían a ser más aptos para comprenderla si no hubiesen de vivir nuevamente? Jesús habría dicho algo ilógico si, de acuerdo con la doctrina vulgar, los hombres futuros debieran ser hombres nuevos, almas salidas de la nada en la ocasión de su nacimiento. Admítase, por el contrario, que los apóstoles y los hombres de su tiempo vivieron después; que aún hoy vuelven a vivir, y entonces la promesa de Jesús estará plenamente justificada. Su inteligencia, desarrollada al contacto con el progreso social, puede admitir ahora lo que antes no podía. Sin la reencarnación, la promesa de Jesús hubiese sido una quimera.