EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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3. Ahora, si saliéramos del ámbito de las cosas puramente materiales y nos introdujéramos con el pensamiento en el dominio de la vida espiritual, veríamos que ese fenómeno se produce en mayor escala. Los Espíritus desmaterializados son como el hombre de la montaña: el espacio y la duración no existen para ellos. Pero la extensión y la penetración de su vista son proporcionales a la pureza y a la elevación que han alcanzado en la jerarquía espiritual. Ellos son, en relación con los Espíritus inferiores, como hombres provistos de poderosos telescopios al lado de otros que apenas disponen de los ojos. En los Espíritus inferiores la visión está circunscripta, no sólo porque ellos difícilmente pueden alejarse del mundo en el que están cautivos, sino también porque la densidad de sus periespíritus actúa como un velo en relación con las cosas distantes, del mismo modo que la niebla las oculta para los ojos del cuerpo.


Se comprende, por lo tanto, que de conformidad con el grado de perfección, un Espíritu pueda abarcar un período de algunos años, de algunos siglos e incluso de muchos miles de años. En efecto, ¿qué es un siglo en relación con el infinito? Los acontecimientos no se desarrollan en sucesión delante de él, como las irregularidades del camino delante del viajero: él ve simultáneamente el comienzo y el fin del período. Todos los sucesos que en ese lapso constituyen el porvenir para el hombre de la Tierra, son el presente para él, de modo que podría venir a decirnos con certeza: “determinada cosa ocurrirá en tal momento”, porque él ve esa cosa como el hombre desde la montaña ve lo que le espera al viajero en el transcurso de su viaje. Si así no lo hace, se debe a que el conocimiento del futuro podría resultar perjudicial para el hombre; obstaculizaría su libre albedrío; lo paralizaría en el trabajo que le corresponde cumplir a favor de su progreso. El bien y el mal con que el hombre se enfrentará en el futuro, al mantenerse como una incógnita, constituyen una prueba para él.


Si esa facultad, aunque restringida, puede incluirse entre los atributos de la criatura humana, ¿con qué grado de potencialidad no existirá en el Creador, que abarca el infinito? Para Dios, el tiempo no existe: el comienzo y el fin de los mundos constituyen el presente. Dentro de ese inmenso panorama, ¿qué representa la duración de la vida de un hombre, de una generación, de un pueblo?