EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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25. Esta narración, tan simple e ingenua, lleva en sí el sello evidente de la verdad. En ella no hay nada fantástico ni maravilloso. Es una escena de la vida real captada en el momento en que se desarrollaba. El lenguaje de aquel ciego es exactamente el de esos hombres simples, en los cuales el buen sentido suple a la falta de conocimiento, que replican con bonhomía a los argumentos de sus adversarios, mediante razones a las que no les falta justicia ni oportunidad. El tono de los fariseos, ¿no es el de esos orgullosos que no admiten nada por encima de sus inteligencias, y que se llenan de indignación ante la sola idea de que un hombre del pueblo pueda hacerles observaciones? Exceptuando el carácter local de los nombres, se diría que el hecho pertenece a nuestra época.


Ser expulsado de la sinagoga equivalía a ser colocado fuera de la Iglesia. Era una especie de excomunión. Los espíritas, cuya doctrina es la de Cristo, interpretada de acuerdo con el progreso de los conocimientos actuales, son tratados como los judíos que reconocían en Jesús al propio Mesías. Al excomulgarlos, la Iglesia los coloca fuera de su seno, como hicieron los escribas y los fariseos con los seguidores de Cristo. ¡Aquí vemos un hombre que es expulsado porque no puede admitir que aquel que lo curó sea un poseído del demonio, y porque da gracias a Dios por su curación!


¿No es eso lo que hacen con los espíritas? Alegan que obtener de los Espíritus consejos saludables, la reconciliación con Dios y con el bien, curaciones, todo eso es obra del diablo y merece el anatema. ¿Acaso no hay sacerdotes que declaran desde lo alto del púlpito que es mejor que una persona se conserve incrédula antes que recobre la fe por medio del espiritismo? ¿No hay algunos que dicen a los enfermos que no debían haber procurado la curación a través de los espíritas que poseen ese don, porque ese don es satánico? ¿No hay otros que predican que los necesitados no deben aceptar el pan que distribuyen los espíritas, porque ese pan es del diablo? ¿Decían y hacían algo distinto los sacerdotes judíos y los fariseos? Por otra parte, se nos ha dicho que hoy todo debe suceder como en el tiempo de Cristo.


La pregunta de los discípulos, acerca de si había sido algún pecado de este hombre el que dio lugar a que él naciese ciego, revela que ellos tenían la intuición de una existencia anterior, pues de lo contrario esa pregunta no tendría sentido, ya que un pecado solamente puede ser causa de una enfermedad de nacimiento si ha sido cometido antes del nacimiento y, por consiguiente, en una existencia anterior. Si Jesús hubiese considerado que esa idea era falsa, les habría dicho: “¿Cómo es posible que este hombre haya pecado antes de nacer?” En lugar de eso, les dice que aquel hombre estaba ciego, no porque hubiera pecado, sino para que en él se manifestase el poder de Dios, es decir, para que sirviese de instrumento a una demostración del poder de Dios. Si no se trataba de una expiación del pasado, entonces era una prueba que debía servir al progreso de aquel Espíritu, porque Dios, que es justo, no le habría impuesto un sufrimiento sin compensación.


En cuanto al medio empleado para curarlo, es evidente que aquella especie de barro hecho con saliva y tierra no podía encerrar ninguna virtud, a no ser por la acción del fluido curativo con el que había sido impregnado. Es así como las sustancias más insignificantes, como el agua por ejemplo, pueden adquirir cualidades poderosas y efectivas por la acción del fluido espiritual o magné- tico, al cual estas sirven de vehículo o, si se prefiere, de reservorio.