EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Prodigios en ocasión de la muerte de Jesús

54. “Ahora bien, desde la hora sexta del día hasta la hora novena, toda la Tierra se cubrió de tinieblas.


”Al mismo tiempo, el velo del Templo se rasgó en dos, desde lo alto hacia abajo; la tierra tembló; las piedras se partieron; los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de santos, que estaban en el sueño de la muerte, resucitaron; y, saliendo de sus tumbas después de la resurrección de Él, entraron en la ciudad santa y fueron vistos por muchas personas.” (San Mateo, 27:45, 51 a 53.)


55. Es extraño que esos prodigios, que se produjeron en el momento mismo en que la atención de la ciudad se concentraba en el suplicio de Jesús, que constituía el acontecimiento del día, no hayan sido notados, ya que ningún historiador los menciona. Parece imposible que un temblor de tierra, y el hecho de que toda la Tierra quedara envuelta en tinieblas durante tres horas, en un país donde el cielo es siempre de perfecta limpidez, hayan pasado desapercibidos.


La duración de esa oscuridad habría sido aproximadamente la de un eclipse de sol, pero los eclipses de esa especie sólo se producen cuando hay luna nueva, y la muerte de Jesús ocurrió durante la fase de luna llena, el 14 del mes de nissan, día de la Pascua de los judíos.


El oscurecimiento del Sol también pudo deberse a las manchas que se observan en su superficie. En ese caso, el brillo de la luz disminuye considerablemente, pero nunca al punto de producir oscuridad y tinieblas. En la suposición de que un fenómeno de ese género hubiese ocurrido en esa época, habría tenido una causa perfectamente natural. *



En cuanto a los muertos que resucitaron, posiblemente algunas personas hayan tenido visiones o vieran apariciones, lo que no es excepcional. Sin embargo, como entonces no se conocía la causa de ese fenómeno, supusieron que las figuras vistas salían de los sepulcros.


Conmovidos con la muerte de su Maestro, los discípulos de Jesús sin duda relacionaron con esa muerte ciertos hechos particulares, a los cuales no se les habría prestado ninguna atención en otras circunstancias. Bastó, tal vez, que un fragmento de roca se hubiera desprendido en ese momento para que las personas inclinadas a lo maravilloso hayan visto en ese hecho un prodigio y, exagerándolo, hayan dicho que las rocas se partían.


Jesús es grande por sus obras, y no por las escenas fantásticas en las cuales un entusiasmo desmesurado creyó conveniente incluirlo.





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* Hay constantemente, en la superficie del sol, manchas fijas que acompañan su movimiento de rotación y han servido para que se determine la duración de ese movimiento. A veces, sin embargo, esas manchas aumentan en cantidad, en tamaño y en intensidad, y entonces se produce una disminución de la luz y del calor solares. Este aumento del número de manchas parece coincidir con ciertos fenómenos astronómicos y con la posición relativa de algunos planetas, lo que determina su reaparición periódica. La duración de dicho oscurecimiento es muy variable; en ocasiones no va más allá de dos o tres horas, pero en el año 535 hubo uno que duró catorce meses. (N. de Allan Kardec.)