EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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16. Lo mismo ocurre con el Génesis, donde se deben hallar grandes verdades morales debajo de las figuras materiales que, tomadas al pie de la letra, serían tan absurdas como si, en nuestras fábulas, tomásemos en sentido literal las escenas y los diálogos atribuidos a los animales.


Adán es la personificación de la humanidad; su falta individualiza la debilidad del hombre, en quien predominan los instintos materiales a los que él no sabe resistirse. *


El árbol, como árbol de la vida, es el emblema de la vida espiritual; como árbol de la ciencia, representa la conciencia del bien y del mal, que el hombre consigue mediante el desarrollo de su inteligencia y de su libre albedrío, en virtud del cual elige entre uno y otro. Resalta el momento en que el alma del hombre deja de ser guiada únicamente por sus instintos, toma posesión de su libertad y asume la responsabilidad de sus actos.


El fruto del árbol simboliza el objeto de los deseos materiales del hombre; es la alegoría de la codicia y de la concupiscencia; resume en una sola figura las motivaciones de la tendencia al mal. Comerlo es sucumbir a la tentación. El árbol se yergue en medio del jardín de las delicias para enseñar que la seducción se encuentra en el seno mismo de los placeres, y para recordarnos que, si el hombre da preponderancia a los goces materiales, se aferra a la Tierra y se aparta de su destino espiritual.**


La muerte con que se lo amenaza, en caso de que transgreda la prohibición que se le ha hecho, es un aviso de las consecuencias inevitables, físicas y morales, que derivan de la violación de las leyes divinas que Dios ha grabado en su conciencia. Es muy evidente que aquí no se trata de la muerte corporal, puesto que, después de haber cometido la falta, Adán aún vivió durante largo tiempo, sino de la muerte espiritual o, en otras palabras, de la pérdida de los bienes que resultan del progreso moral, pérdida representada por su expulsión del jardín de las delicias.





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* Está hoy perfectamente reconocido que la palabra hebrea haadam no es un nombre propio, sino que significa: el hombre en general, la humanidad, lo que destruye toda la estructura erigida sobre la personalidad de Adán. (N. de Allan Kardec.)
** En ninguno de los textos el fruto está especificado como manzana, palabra que sólo se encuentra en las versiones infantiles. El término del texto hebreo es peri, que tiene las mismas acepciones que en francés, sin la determinación de la especie, y puede ser tomado en sentido material, moral, alegórico, en sentido propio y figurado. Para los israelitas no existe una interpretación obligatoria; cuando una palabra tiene varias acepciones, cada uno la interpreta como quiere, toda vez que la interpretación no sea contraria a la gramática. El término peri fue traducido en latín por malum, que se aplica tanto a la manzana como a cualquier otra especie de frutos. Deriva del griego mélon, participio del verbo mélo, interesar, cuidar, atraer. (N. de Allan Kardec.)