EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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33. La Vía Láctea es, en efecto, una campiña sembrada con flores solares o planetarias que brillan en la vastedad. Nuestro Sol, y todos los cuerpos que lo acompañan, forma parte de esos mundos refulgentes que componen la Vía Láctea. Pero, a pesar de sus dimensiones gigantescas con relación a la Tierra y a la vastedad de su imperio, él ocupa un lugar poco apreciable en la Creación. Podemos contar unos treinta millones de soles parecidos a él que gravitan en esta inmensa región, alejados unos de otros por una distancia de más de cien mil veces el radio de la órbita terrestre.