EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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32. Durante las hermosas noches estrelladas y sin luna, todos hemos observado ese fulgor blanquecino que atraviesa el cielo de un extremo al otro, al que los antiguos, por su apariencia lechosa, bautizaron con el nombre de Vía Láctea. En los tiempos modernos ese fulgor difuso fue explorado detenidamente por el telescopio, y así fue como el camino de polvo de oro o el río de leche de la antigua Mitología se transformó en un vasto campo de maravillas desconocidas. Gracias a las investigaciones de los observadores se llegó a conocer su naturaleza, y allí donde nuestra mirada sólo distingue una débil claridad se descubrieron una infinidad de soles más luminosos e importantes que el nuestro.