EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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71. Prefacio. El hombre nunca tiene derechó de disponer de su propia vida, porque sólo pertenece a Dios sacarle del cautiverio terrestre cuando lo juzgue a propósito. Sin embargo, la justicia divina puede calmar sus rigores en favor de las circunstancias, pero reserva toda la severidad para aquel que ha querido sustraerse a las pruebas de la vida. El suicida es como el preso que se escapa de la cárcel antes de cumplir la condena, y a quien, cuando se le vuelve a prender se le detiene con más severidad. Lo mismo sucede con el suicida que cree escapar de las miserias presentes y se sumerge en desgracias mayores. (Cap. V, núm. 14 y siguientes).