EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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29. Oración. Dios infinitamente bueno, que vuestro nombre sea bendito por los bienes que me habéis concedido; sería indigno si los atribuía a la casualidad de los acontecimientos o a mi propio mérito.


A vosotros, espíritus buenos, que habéis sido ejecutores de la voluntad de Dios, y a vos sobre todo, mi ángel guardián, os doy las gracias. Separad de mí el pensamiento de enorgullecerme, y de hacer de ello un uso que no sea para el bien.


Particularmente os doy las gracias por... (Dígase el favor que se ha recibido.)